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Una suiza que aporta al sistema educativo peruano

La escuela en pleno funcionamiento. Rosa Amelia Fierro

Christine Appenzeller pensaba quedarse sólo tres semanas en el Cusco. Desde entonces han pasado 25 años y la zuriquesa no tiene planes de retorno.

En la antigua capital del Imperio Incaico, esta maestra suiza se ha involucrado de tal manera con el sistema educativo del país, que sus esfuerzos empiezan a ser reconocidos en el ámbito nacional.

Aunque desde sus estudios Christine se interesaba por el Sur, el “destino” la llevó a Perú. Tras graduarse se presentó como voluntaria a instituciones benéficas. En 1978, ‘Terre des Hommes’ la envió a Lima para trabajar en un hogar infantil.

Después de un año, al no ver posibilidades de ejercer como maestra, decidió regresar a Suiza, no sin antes conocer el Cusco. “Acompañaba a amigos peruanos que trabajaban en zonas pobres cuando unas mujeres me preguntaron si podía apoyar la creación de un jardín de infancia”, recuerda.

“Podemos intentarlo”, respondió la suiza, preocupada porque no era maestra de ese nivel ni había organizado antes algo semejante. El terreno era desconocido, pero pronto se dió cuenta de que podía ser fructífero. En 1980 fundó, con dos peruanos, el colegio “Pukllasunchis”, que en quechua significa “déjennos jugar”.

Una escuela diferente

Nuestro objetivo era contribuir a mejorar el sistema educativo del Cusco y del país, refiere Appenzeller. En los cinco primeros años crearon otros cuatro jardines de infancia, tramitaron su reconocimiento, alfabetizaron mujeres e hicieron un estudio.

“Se creía que el desarrollo de los niños de zonas marginales era más lento. Nosotros demostramos que a pesar de los problemas ambientales y socioeconómicos, tenían un desarrollo estándar, por lo menos hasta los 5 años de edad”, explica la maestra.

En 1988 crearon un centro experimental. Empezaron con 60 niños de los sectores popular y medio y contactaron a sus padres, quienes se interesaron por los métodos activos, en los cuales el niño ponga en duda lo dicho por el profesor, que cuestione en lugar de seguir la educación tradicional vertical, memorística y pasiva.

Como la integración es otro objetivo de Pukllasunchis, Christine y sus colegas observaron que a medida que crecen los niños aparece la discriminación y la segregación. Hay complejos de inferioridad, conductas de sumisión o, en el otro extremo, de agresión.

Respeto a la diversidad

Este radicalismo puede cambiar si la convivencia empieza temprano, sostiene la educadora. En efecto, un aula muestra la heterogeneidad: alumnos indígenas, mestizos y blancos, de distintos niveles socioeconómicos. Uno luce zapatos de cuero, otro calza ojotas de caucho.

Nely (7 años) es del estrato pobre. De sus siete hermanos, cuatro estudian en Pukllasunchis. Su padre es taxista y su madre vendedora ambulante. En su lonchera sólo lleva limonada. Ella se siente bien en el colegio. “Mis profesores no me gritan, me hablan”, cuenta.

Eva (14) viene de una familia pudiente. Su padre es ingeniero y su madre arquitecta. “Voy a estudiar medicina en Lima”, expresa segura de sí misma. “Lo que más me gusta de Pukllasunchis es su dinámica, los profesores son amigables, nada estrictos”.

¿Problemas de disciplina? “Los hay”, responde Christine. “Algunos niños son muy indisciplinados y una reunión de padres nunca empieza puntualmente. No por eso creemos necesario recurrir a la disciplina militar de otros colegios, donde los niños deben marchar y llevar uniforme. Lo fundamental es encontrar el equilibrio y la autodisciplina”.

Quechua: ¿tres o cinco vocales?

La enseñanza del quechua es para Pukllasunchis otra prioridad. “En la ciudad trabajamos con el castellano como primera lengua, en el campo con el quechua. El 80 por ciento de nuestros niños habla castellano y el resto quechua y un castellano rudimentario. Por eso, antes del tercer grado insistimos con juegos y canciones en quechua”.

En realidad, Christine y sus colegas nadan contra la corriente. Los niños no quieren saber nada del quechua. Los padres tampoco lo hablan porque se avergüenzan. Es difícil encontrar buenos profesores para secundaria con formación en quechua. Lo que hace la mayoría es traducir, tomar préstamos del castellano, crear palabras.

Con apoyo de lingüístas, Pukllasunchis ha trabajado y publicado series de material didáctico considerando tres vocales para el quechua. Pero la Academia Real del Quechua insiste en cinco vocales. “Esta diferencia nos ha enfrentado con la Academia y con la Dirección de Educación del Cusco. El Ministerio de Educación ha reconocido nuestro aporte”, refiere.

Lo bueno y lo malo

Christine llega al colegio y le esperan consultas por doquier. Parece que nada funcionaría sin ella. “No me siento imprescindible, pero seamos realistas. Mucho depende de personas dinámicas e innovativas que trabajan en equipo. Esperamos llegar a la sostenibilidad”.

En el Perú, Christine ha vivido de todo. De lo malo, recuerda una carta en la que el grupo Sendero Luminoso le exigía 4.000 dólares, porque -de lo contrario-, el colegio volaría en pedazos. Pese a las amenazas, la suiza se armó de coraje y denunció el caso a la policía. A su juicio, los autores del chantaje eran delincuentes que querían sacar provecho de la psicosis generalizada.

Entre lo bueno está el premio “Integración y solidaridad” que confiere anualmente una cadena de radio a “personas o instituciones que nos devuelven el optimismo”. El premio 2003 fue otorgado “a Pukllasunchis por su invalorable contribución a la formación de un nuevo país y por sus extraordinarios esfuerzos por mejorar la convivencia entre peruanas y peruanos”.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro, de regreso de Lima

Christine Appenzeller recibió en 2001 el reconocimiento de la Fundación Brandenberger por su aporte a la formación de docentes.
“Lingua Cusco” enseña castellano a extranjeros; depende de la asociación “Pukllasunchis”.

“Pukllasunchis” dispone de buena infraestructura, desde inicial hasta secundaria. Allí, los niños con minusvalías son integrados con los otros niños.
Tiene talleres de cerámica, carpintería, electricidad y medicina natural. Produce y vende aceites esenciales, pomadas, muebles y material didáctico. Además posee una huerta para el autoconsumo.
Cuenta con el respaldo de la fundacion “Pukllasunchis”. Los ninos pagan una matricula escolar compatible con las posibilides economicas de los padres de familia.

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