El sistema penitenciario suizo fuera de la ley
Desde hace más de sesenta años los centros psiquiátricos de detención violan una ley del Código Penal en vigor desde 1942.
Sin embargo, un establecimiento semejante está en construcción en Solothurn y otro podría ser edificado en el cantón de Ginebra.
A finales de agosto, el gobierno ginebrino cogió por fin al toro por los cuernos. En su nueva planificación penitenciaria, prevé la ampliación del Champ-Dollon, una prisión sobrepoblada.
Ginebra pretende sobre todo crear un centro apropiado para los delincuentes con problemas psiquiátricos que según el artículo 43 1.2 del Código Penal (CP) deben ser internados en condiciones que garanticen la seguridad pública.
El artículo 43 1.1 prevé, por su parte, el tratamiento institucional en establecimientos que no requieran una seguridad máxima.
El cantón cumpliría por fin sus obligaciones en concordancia con el resto de la Suiza de expresión francesa y con el Tesino.
No hay un establecimiento adecuado
Actualmente existen dos posibilidades de encarcelación para los delincuentes con disturbios mentales.
El primero es la hospitalización en una clínica psiquiátrica, desde que su estado se estabilice y su peligrosidad haya disminuido, con frecuencia tras un periodo de confinamiento.
“Pero un hospital no tiene el propósito de encerrar”, recuerda Constantin Fransiskakis, jefe de la Oficina Penitenciaria ginebrina. La seguridad ahí no está garantizada.
Un ejemplo: a mediados del pasado mes de agosto dos prisioneros peligrosos escaparon de la Clínica Psiquiátrica ‘Belle Idée’ (Ginebra) y siguen prófugos.
En cuanto a las prisiones, que constituyen la segunda posibilidad, no tienen la responsabilidad de curar, salvo en casos de urgencia. Pero, con frecuencia, reciben a detenidos que requieren un seguimiento psiquiátrico.
En Champ Dollon, por ejemplo, se encuentran unos quince presos de ese tipo, algunos de los cuales fueron ubicados en la Pâquerette, el centro socio-terapéutico de la prisión.
“La recepción de esos detenidos pone al personal penitenciario en una situación delicada. No está formado para eso”, deplora Henri Nuoffer, secretario del Concordato de la Suiza de expresión francesa sobre la ejecución de penas y medidas.
El establecimiento penitenciario psiquiátrico que Ginebra espera construir sería pues una primicia en Suiza. Cubriría un vacío que, en opinión de algunas personas, habría incido en las sentencias pronunciadas.
Impacto en las condenas
“En los cantones que no disponen de estructuras especializadas, los propios jueces vacilan en aplicar el artículo 43 1.2”, confía Pierre Valotton, director del servicio penitenciario del cantón de Vaud, al confirmar un rumor persistente en los medios jurídicos.
¿Estaban fuera de la ley los suizos de habla francesa? “Sí -admite Pierre Valotton-, esas instituciones nunca fueron construidas después de la entrada en vigor del CP en 1942”.
Pero ese fue el caso en toda Suiza durante décadas, agrega Robert Frauchiger, secretario del Concordato de la Suiza central y occidental.
La Suiza de expresión alemana, mejor provista
En la Suiza de expresión alemana se anticipó la revisión del Código Penal que precisa esta vez explícitamente que los detenidos con problemas psiquiátricos deben ser tratados en un ambiente en el que se garantice la seguridad.
Este otoño, la reafectación del Centro de Terapia de Schache, en el cantón de Solothurn deberá permitir la recepción de unos treinta detenidos psiquiátricos peligrosos. Y 150 de aquí al 2007, si los créditos son desbloqueados.
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Esas plazas vendrán a agregarse a la decena de celdas de la clínica de Rheinau (Zu) más otra en la prisión de Regensdorf
Existen también establecimientos intermediarios (semi-abiertos) que reciben a algunos de esos detenidos, según Joe Keel, del Concordato para la suiza oriental. Particularmente el de Saint Jean au Landeron (Berna) y muy pronto el de Bitzi en el Toggenburg (San Gall), un edificio en reconstrucción actualmente.
Bloqueo de créditos
Sin embargo, a causa de la estructura necesaria, los establecimientos con sistemas de seguridad especial para las terapias cuestan caro. En Schache, de 209 plazas, 30 serán para psiquiatras, psicólogos y guardias.
Y como la construcción de tales establecimientos corresponde a los cantones, es fácil imaginar que hay dificultad para desbloquear los créditos. Aún cuando el cantón propietario ‘renta’ luego los lugares a los otros cantones concordatarios.
El problema debe ser resuelto a un nivel supracantonal. Y como las medidas recomendadas para esos criminales son progresivas –del encierro a estructuras cada vez más abiertas- es necesario poder disponer de toda una cadena terapéutica.
En la Suiza de habla francesa, se le prefiere “modulable y adaptable al grado de evolución del detenido. Es más eficaz y económico”, resume Pierre Valotton.
En la región del país de expresión alemana, hay colaboración cantonal. Pero ahí, declara Robert Frauschiger, se prefiere seguir a un detenido del principio al final de su pena en la misma institución.
Con la entrada en vigor del nuevo Código Penal, entre mediados del 2005 y del 2006, y el plazo transitorio de 10 años que les es acordado, los cantones tienen el tiempo suficiente para ponerse en regla. Pero habrán sido necesarios más de 60 años para lograrlo.
swissinfo, Anne Rubin.
(Traducción Marcela Aguila Rubín)
Hay dos posibilidades de detención para delincuentes con disturbios mentales. La primera es su hospitalización en clínicas siquiátricas. La segunda, su encierro en una cárcel común.
También existen establecimientos ‘intermedios’, es decir, con un sistema abierto, que permiten estancias temporales de los detenidos que necesitan tratamiento sicológico.
Ejemplos de ese sistema son los centros de San Jean, en Le Landeron (Berna) y Bitzi en el cantón de San Gall.
El Código Penal suizo establece que los delincuentes con disturbios mentales sean internados en establecimientos siquiátricos.
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