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Hace 50 años un suizo descubrió el interferón

La producción del interferón en un laboratorio de Roche (RDB)

El microbiólogo Jean Lindenmann detectó esta sustancia en marzo de 1957 en un laboratorio en Inglaterra. Hoy día el interferón se utiliza sobre todo contra la hepatitis C y la esclerosis múltiple.

Se trata de un componente natural del sistema inmune. Su fabricación se produjo 20 años después de su descubrimiento, convirtiéndose en un exitoso medicamento.

Al principio el interferón era sólo una idea. “Así denominamos a esta sustancia en el argot de laboratorio antes de descubrirla” dice hoy Jean Lindenmann, el microbiólogo suizo que lo descubrió en Londres.

Esta sustancia se prescribe actualmente contra enfermedades virales, la esclerosis múltiple y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo fueron necesarias una serie de pruebas infecciosas virales hasta que el especialista helvético y su colega neozelandés Alick Isaacs lograron encontrarla.

El interferón es una proteína producida naturalmente por el sistema inmunitario como respuesta a agentes externos, tales como virus, bacterias, parásitos y células cancerígenas. El interferón pertenece a la clase de las glicoproteínas como las citocinas.
El interferón tiene diversas armas a su disposición.
En los seres humanos hay tres tipos principales de interferón:
El primer tipo está compuesto por el 14 diferentes isoformas del interferón alpha, e isoformas individuales beta, omega, epsilon y kappa.
El segundo tipo consiste en el interferón gamma.
Recientemente se ha descubierto una tercera clase de inteferon, el lambda, con 3 isoformas diferentes.


Muchos expertos consideraron que el descubrimiento era digno del Premio Nobel, pero ese reconocimiento nunca llegó.

La investigación viral se desarrolló sorprendentemente tras la Segunda Guerra Mundial. Gracias a la utilización de antibióticos fue finalmente posible cultivar células animales en la cápsula de Petri sin que fuesen destruidas por las ubicuas bacterias. Esto simplificó enormemente el estudio de los virus.

Así pudo observarse que este tipo de culturas celulares pueden -tras ser infectadas intencionalmente-, soportar horas más tarde una segunda infección sin secuelas y sin anticuerpos de por medio. Esta misteriosa reacción de defensa, llamada interferencia viral, despertó la fantasía y la ambición de los investigadores en todo el mundo.

Sustancia mensajera de la defensa corporal

Lindenmann e Isaacs supusieron que las células animales producían un anticuerpo tras el ataque viral que de alguna manera volvía inofensivos a los virus posteriores.

Derivando de la palabra interferencia, la sustancia fue bautizada con el nombre de interferón. En ese momento sólo faltaba descubrirla.

Los especialistas infectaron células de gallinas con virus gripales debilitados. Tras un periodo de incubación suficientemente prolongado separaron los virus y las células. El resto del efluvio fue utilizado en un nuevo intento infeccioso, esta vez, con peligrosos virus vivos de influenza. Los resultados: los virus fueron anulados.

Segundo hecho pionero con sello helvético

Inicialmente, la existencia del interferón pudo comprobarse sólo de forma indirecta, gracias a su reacción contra los virus. Finalmente, los investigadores encontraron la sustancia: una proteína.

El interferón es, en principio, un tejido hormonal que las células atacadas producen en cantidades muy reducidas y que señala el ataque viral a las células vecinas e inmunes. De allí se desprende una cadena de reacciones que concluyen en la formación de sustancias de defensa viral.

El descubrimiento provocó una intensa investigación que llevaría al descubrimiento posterior de muchas células mensajeras del sistema inmunológico, entre ellas, la interleuquina, los factores de necrosis tumoral, la citoquina, la limfoquina, etc. Y si se carece de uno de estos componentes se pueden producir enfermedades de autoinmunidad, alergias e inmunodeficiencias.

¿Arma en la guerra contra el cáncer?

“En realidad pensamos entonces que pronto obtendríamos un potente medicamento contra diversas enfermedades”, recuerda Lindenmann en conversación con swissinfo.

No obstante, las expectativas no pudieron ser cumplidas tan pronto. “No oconsegíamos aislar la interferona en cantidades puras suficientes.”

A finales de la década de los años 70 se abrió una nueva puerta, esta vez ante la mirada de Lindenmann, a la sazón profesor del Instituto de Microbiología de la Universidad de Zúrich.

Entre tanto se habían encontrado pruebas de que el interferón podría ayudar contra el cáncer. Un remedio milagroso llegaba a pedir de boca en tiempos en los que el presidente estadounidense, Richard Nixon, proclamaba la guerra contra el cáncer.

Cambio paradigmático

En 1979 Charles Weissmann, del Instituto de Biología Molecular de la Universidad de Zúrich, fue el primero en producir tecnogenéticamente el interferón humano y de esta manera pudo obtenerlo en cantidades suficientemente grandes.

El interferón también provocó un cambio paradigmático en el desarrollo de los medicamentos. Por primera vez se buscó una sustancia sin un fin determinado.

Y también por primera vez la investigación genéticomolecular pura fue el origen del conocimiento, la investigación tecnogenética y la posibilidad técnica para su aprovechamiento. Fue sólo entonces cuando el remedio encontró su camino en el terreno de la aplicación.

Las expectativas de que el interferón fuese el remedio milagroso contra el cáncer no pudieron ser cumplidas, no obstante se aplica en miles de millones de casos en la medicina humana.

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