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La contaminación traspasa las fronteras nacionales

La reducción de masa glaciar del Chacaltaya, a 30 km de La Paz, es preocupante. Keystone

La Evaluación de Ecosistemas del Milenio, que analizó los peligros que conllevan para el ser humano los cambios en los ecosistemas, no tuvo mayor eco en Suiza, que "por estar tan concentrada en sí misma, no mira más allá de sus fronteras".

La crítica vino de dos científicos suizos que participaron en este amplio estudio de la ONU.

La Evaluación de Ecosistemas del Milenio (EM) advierte de que la actividad humana está ejerciendo tal presión sobre las funciones naturales de la tierra que ya no puede asegurarse si los ecosistemas del planeta podrán sustentar a las generaciones futuras.

Los científicos Bruno Messerli y Christian Körner formularon sus puntos de vista sobre la EM en ‘El estado de los ecosistemas y su importancia en la lucha contra la pobreza’, uno de los 33 talleres del Congreso ‘Naturaleza 06’, que se realizó recientemente en Basilea.

Messerli, científico de gran trayectoria en la investigación ambiental, criticó la indiferencia suiza ante la EM y el hecho de que los países ricos no asuman su responsabilidad por los daños que causan a los ecosistemas.

Con argumentos sencillos pero contundentes, Messerli explicó por qué los países ricos, los mayores contaminadores del planeta, tendrían que responder por los daños que causan al planeta y cuyas consecuencias pagan con creces, sobre todo, los países pobres.

CO2: desde Europa hasta Barbados

Bruno Messerli describió, por ejemplo, cómo el dióxido de carbono (CO2) generado en Europa atraviesa el Atlántico y alcanza a las Islas Barbados. O cómo hongos de la zona del Sahel (el cinturón que atraviesa el continente africano desde el Atlántico hasta el Mar Rojo), llegan hasta el Caribe.
La contaminación no conoce fronteras y, en este sentido, el peor ejemplo es el CO2. “Esta sustancia se produce, sobre todo, en los países industrializados y de aquí se propaga a todo el mundo. Realmente estos países son los responsables del cambio climático, del calentamiento global y del cambio en las precipitaciones”, indicó el científico.
Estos problemas, continuó, son todavía más graves en los países en desarrollo. “Un cambio en la frecuencia de las precipitaciones, más o menos lluvias, es absolutamente central para el futuro de las zonas tropicales y subtropicales”.

El que daña debe pagar, también a escala global

En consecuencia, los países industrializados deberían asumir una responsabilidad por lo que ocurre en otras latitudes, según Messerli, ex rector y profesor emérito de la Universidad de Berna.
“Me pregunto si nuestra organización mundial no es lo suficientemente fuerte y si no tiene medios legales como para aplicar ciertos principios para que quienes sufren más directamente por la destrucción de los ecosistemas sean indemnizados por el causante de tales problemas”.
A escala nacional tenemos leyes que castigan al causante de daños ambientales, que lo obligan a pagar a los afectados, pero a escala global esas leyes brillan por su ausencia y hay problemas que cada vez cobran mayor importancia, que ya no pueden ser resueltos más dentro de las fronteras nacionales, expresó.

El aporte debe ser también financiero

Preguntado por las razones de la indiferencia suiza ante el EM, Messerli dijo a swissinfo: “En los últimos años, la población suiza ha estado totalmente ocupada de sí misma, de los problemas dentro de sus fronteras, y ha ignorado los procesos globales”.

Además, agregó, tenemos partidos políticos que dirigen su trabajo únicamente a la integridad nacional y constantemente nos desvían de cuestiones fundamentales de las que Suiza, a largo plazo, también tendrá que ocuparse: el desarrollo sostenible y el cambio climático.

En el planeta hay tantos problemas ambientales que no acaban cuando alcanzan nuestra frontera, sino que llegan a nosotros y por eso creo que Suiza debe tomar cartas en el asunto y aportar a la solución de los problemas mundiales, sea científica o políticamente, también financieramente, apuntó Messerli.

El suelo se pierde sólo una vez

Christian Körner, profesor del Instituto de Botánica de la Universidad de Basilea, se concentró en dos aspectos de la EM: la biodiversidad y las montañas. “A escala mundial, la biodiversidad se ha perdido sobre todo por el uso de la tierra”, señaló a swissinfo.

“En la discusión sobre la destrucción de los ecosistemas se habla muy poco de la influencia del campesino de las montañas sobre su entorno más próximo, donde la protección del suelo y del espacio vital tiene influencia global”.

En las pendientes, precisó, no se puede destruir la vegetación porque el suelo que se pierde una vez no se recupera jamás. “Y la vegetación que mejor protege al suelo es la más diversa. El bosque es el mejor protector del suelo”.

Los suelos con grandes pendientes sólo se pueden mantener a largo plazo si tienen una cobertura de plantas muy compacta, insistió este científico de origen austríaco, que trabaja en Suiza desde hace 17 años y ha investigado, entre otros países, en Venezuela.

Naturaleza intacta: un capital invalorable

Según Körner, en la protección de la naturaleza se debe recalcar el valor agregado. “Por ejemplo, tomar medidas contra la erosión en las pendientes es contribuir a que las montañas sean utilizables a largo plazo, lo que es una ventaja para la zona”.

Pero evitar la erosión es también generar agua de mejor calidad, más limpia, y reducir los riesgos para quienes viven abajo, que en caso de lluvias intensas se libran de avalanchas, dijo.

Estos son valores agregados para los usuarios de las zonas bajas, que probablemente estarían dispuestos a compensar financieramente a los campesinos de arriba por su contribución, indicó Körner, quien recordó que el 25% de la superficie terrestre son montañas y que la mitad de la humanidad vive directa o indirectamente del agua que de allí proviene.

En el taller también participaron Markus Giger y Karl Herweg del Centro para el Desarrollo y el Medio Ambiente (CDE) de la Universidad de Berna. Ellos demandaron mayor transparencia de la política y las instituciones, tecnologías apropiadas y cambios en el comportamiento para frenar la destrucción de los ecosistemas.

Asimismo advirtieron de que la población aumenta, los recursos disminuyen, se incrementa la inestabilidad y las consecuencias las pagarán los países más pobres y las futuras generaciones. “La brecha crece y seguirá creciendo si no tomamos medidas inmediatas a escala local, regional y global”.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro, Basilea

De los 1.360 científicos líderes de todo el mundo que participaron en la elaboración de la EM, 19 son suizos.

La preparación de la EM tomó cuatro años y sus resultados se dieron a conocer el año pasado.

Bruno Messerli también investigó el cambio climático en los Andes de la región de Atacama.

Christian Körner estudió en Venezuela prácticas agrícolas que causan erosión.

La EM fue diseñada para que los encargados de tomar decisiones cuenten con información científica sobre los vínculos entre el cambio de los ecosistemas y el bienestar humano.

Se concentra en determinar cómo afectan los cambios en los ecosistemas al bienestar humano y qué respuestas pueden adoptarse a escala local, nacional y global para mejorar el manejo de los ecosistemas y, con ello, contribuir al bienestar humano y disminuir la pobreza.

Las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Convención de Lucha contra la Desertificación, la Convención de Ramsar sobre Humedales y la Convención sobre Especies Migratorias han solicitado a la EM información científica para implementar estos tratados.

La EM también apunta a las necesidades del sector privado, la sociedad civil y los pueblos indígenas. Mantiene estrecha coordinación con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y la Evaluación Global de Aguas Internacionales.

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