Nanotecnologías: ‘Small talk Suiza-EEUU’
Una delegación de científicos y empresarios suizos visita Estados Unidos para exponer el reconocido saber helvético en la nanotecnología.
Suiza está muy adelantada en la investigación de lo más diminuto de la materia, de las ciencias nanotecnológicas, pero aún no sabe transferir el alcance de sus logros.
“Contamos con una gran tradición de creatividad científica, pero aún tenemos dificultades para transformar nuestras proezas de laboratorio en productos que se vendan”, constata Charles Kleiber, Secretario de Estado de la Ciencia de Suiza.
El alto funcionario preside la delegación que durante siete días (7 al 14 del presente mes) ofrecerá charlas sobre la transferencia de nanotecnologías. Después de visitar el prestigioso MIT (Massachussets Institue of Technology), de Boston, se dirigirá a Chicago y San José, California.
“Suiza sigue algo rezagada en la gestión de sus transferencias de tecnologías, pero no es un asunto de la nanotecnología en sí, sino de la cultura”, confirma Christian Simm, de la Oficina suiza de la ciencia y la tecnología en San Francisco.
La próxima revolución
Con las nanotecnologías o nanociencias se diseña los productos concebidos en la escala del nanómetro, es decir, de una millonésima de milímetro. Pero es mucho más que la simple miniaturización surgida de los sistemas existentes.
Dado que se desciende al mundo de lo infinitamente minúsculo, las propiedades ópticas, magnéticas y mecánicas de la materia pueden cambiar radicalmente.
“Las nanociencias son portadoras del futuro. Muchos consideran que se trata de uno de los ámbitos en el que se llevará a cabo la próxima revolución tecnológica”, explica Christian Simm.
Sería una revolución capaz de abarcar todas las ramas de la ciencia, desde la medicina hasta la informática.
En la vanguardia
Suiza está muy avanzada en esos campos. Cada año asigna 30 millones de francos a la investigación de la nanotecnología, cifra que proporcionalmente a su población de algo más de 7 millones de habitantes, hace que -según un estudio publicado el año pasado -, sea el país que más invierte en ese terreno.
No es casual que el primer microscopio con efecto de túnel fuera construido, hace 20 años, en los laboratorios de IBM en Zúrich. Ese instrumento revolucionario – que valió a sus creadores el Premio Nóbel de Física -, permitió ver por primera vez los átomos, concretando así un sueño hasta entonces inaccesible, porque se trata de los ‘adoquines’ infinitamente minúsculos de la materia.
Historias exitosas
Más allá de la genialidad que poseen, los científicos suizos tienen mucho que aprender de sus colegas estadounidenses. Al menos en ciertos terrenos que no están necesariamente relacionados con la ciencia.
“Las escuelas superiores estadounidenses han dado prueba de su gran flexibilidad y espíritu empresarial que aún carecen las nuestras”, recalca Charles Kleiber.
Sin embargo, las cosas evolucionan. De ahí que el Centro suizo de electrónica y microtecnología (CSEM) de Neuchatel, en la Suiza de habla francesa, oriente sus trabajos en función de las necesidades del mercado. Tal estrategia ha permitido, en los últimos seis años, dar origen a seis nuevas empresas creadas alrededor de productos nacidos en el laboratorio de Neuchatel.
“Ya tenemos ‘algunas historias exitosas’ semejantes a la del CSEM. Son modelos para investigadores jóvenes, cada vez más interesados en montar sus propios ‘start-ups’, con el fin de tender un puente entre el mundo de la ciencia y el de la industria”, concluye Charles Kleiber.
El recorrido de la delegación de científicos y empresarios suizos por Estados Unidos es visto como un paso en la dirección adecuada.
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