Nueva tentativa para limitar la población extranjera en Suiza
En Suiza viven actualmente 1,3 millones de extranjeros. Representan el 19,3 por ciento de la población total. La iniciativa "para una reglamentación de la inmigración", que se vota el 24 de septiembre, propone limitar esa proporción al 18 por ciento.
Es la séptima vez que los helvetas están llamados a pronunciarse sobre una iniciativa que quiere fijar en la Constitución un tope máximo de población extranjera.
La primera se remonta a 1922, las otras seis a la década de los años setenta como respuesta a la llegada a Suiza, coincidiendo con un periodo de expansión económica sin precedentes, de una oleada de mano de obra extranjera, cuyo número llegó a duplicarse entre 1969 y 1970. Pero todas las iniciativas anteriores fracasaron en las urnas.
La iniciativa “para una reglamentación de la inmigración” quiere limitar al 18 por ciento la población extranjera. Para ello propone modificar el sistema de censo vigente.
En un futuro los investigadores o cuadros, los artistas y estudiantes extranjeros no entrarían en el censo de la población extranjera con residencia permanente en Suiza. Sí habría que incluir, en cambio, a los solicitantes de asilo, refugiados reconocidos como tales y todos aquellos que residen más de doce meses en Suiza.
Asimismo los promotores de la iniciativa quieren limitar la inmigración de mano de obra no cualificada y la de personas que no sean originarias de un país miembro de la Unión Europea o la EFTA (integrada por Suiza, Islandia, Noruega y Liechtenstein).
La cifra del 18 por ciento corresponde al porcentaje de población extranjera que registraba Suiza en el momento de lanzarse la iniciativa (1993). En los últimos años la proporción de extranjeros ha superado el 19 por ciento. Para reducirla no habrá que expulsar a nadie. Las partidas voluntarias serán suficientes para alcanzar el límite del 18 por ciento, señala el comité promotor de la iniciativa.
Quienes respaldan estas propuestas hacen hincapié en que ningún país europeo, a excepción de Luxemburgo, tiene una proporción de población extrajera tan elevada como Suiza lo que algunos conciben como una amenaza para la identidad helvética.
La iniciativa cuenta con el respaldo de las pequeñas formaciones políticas de ultraderecha, Demócratas Suizos y Partido de la Libertad. La Unión Democrática del Centro (UDC) es el único de los cuatro partidos gubernamentales que la apoya abiertamente, aunque no hay unanimidad en el seno del partido.
Si la base de la UDC recomienda la aprobación de la propuesta, varias secciones cantonales del partido (las de Berna y Grisones) y también algunos dirigentes como Christoph Blocher, líder de la sección zuriquesa, la rechazan.
Los adversarios la califican de “xenófoba y antiextranjera”. Sostienen que el porcentaje de población extranjera sería inferior al 10 por ciento, si Suiza conociera una política de naturalización menos rígida. Una cuarta parte de los 1,3 millones de extranjeros residentes nació en Suiza y más de medio millón cumple los requisitos para obtener el pasaporte helvético, señalan.
Para el Gobierno Federal limitar la población extranjera debilitaría el centro financiero helvético, comprometería la tradición humanitaria de Suiza y peligraría los acuerdos bilaterales con la Unión Europea, especialmente el relativo a la libre circulación de personas.
Los problemas de convivencia no se solucionan con cuotas, sino mediante una política coherente de integración. Fijar cuotas incrementaría el trabajo negro y la inmigración ilegal, son otros argumentos contra la iniciativa. Finalmente, sus adversarios recuerdan que la población extranjera ha contribuido de forma significativa al desarrollo y bienestar de Suiza.
Belén Couceiro
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