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Con Durban II, la lucha contra el racismo es posible

La conferencia de Ginebra, una pequeña victoria en la lucha contra el racismo. Reuters

Pese a un clima nocivo, la conferencia antirracista de la ONU permitió reafirmar un consenso internacional. Su declaración final permitirá a la sociedad civil pedir cuentas a los Estados que la adoptaron, aun cuando se soslayaron diversas formas de discriminación.

Todo parecía concurrir para un estrepitoso fracaso. La adopción por aclamación el martes (21.04) de la declaración final de la Conferencia de examen de Durban que se termina este viernes constituye pues un pequeño milagro.

A pesar del contexto que dominó, los preparativos de una conferencia atenazada entre las propuestas a menudo liberticidas de algunos regímenes dictatoriales y las amenazas de boicoteo de los países occidentales, esta declaración demuestra que siempre es posible obtener un consenso internacional sobre un tema sensible. Es la opinión de Yves Lador, un asesor ginebrino especialista en derechos humanos.

Y el laborioso trabajo de negociación sobre cada palabra y cada párrafo de la declaración al rasero de los intereses políticos y geoestratégicos de los Estados y grupos regionales, no desembocó en un texto incoherente y privado de esencia.

Movilización europea

“Esta declaración no es un gran documento. Pero es un buen texto que al menos no ratifica ningún retroceso sobre los derechos humanos”, constata por su parte Adrien-Claude Zoller. Para explicarlo, el director del Instituto de Ginebra para los Derechos Humanos destaca la fuerte movilización de los países europeos, incluida Suiza: “Esta vez, los europeos minoritarios pusieron todo y lucharon con energía.”

Human Rights Watch, la ONG internacional más implicada en la conferencia y sus preparativos, va en el mismo sentido.

“El antagonismo entre los países occidentales y los países musulmanes, reforzado desde 2001 en detrimento de las minorías musulmanes, fue superado”. Este documento comunica un mensaje de unidad y tolerancia. Demuestra el aislamiento del presidente iraní”, destaca Juliette Rivero, directora de la oficina ginebrina de Human Rights Watch, en referencia a la propaganda incendiaria de Mahmoud Ahmadineyad durante la apertura de la conferencia (20.04).

Un documento sólido

“Este texto es un documento sólido desde el punto de vista de la lucha antirracista. Debería recibir el apoyo de los países que boicotearon la conferencia”, estima Juliette Rivero.


“La declaración coloca la libertad de expresión en el centro del combate antirracista. Denuncia claramente el antisemitismo. Invita a los Estados a respetar los derechos humanos en las medidas que adoptan respecto a los emigrantes y las personas sin papeles. Un tema aún tabú en 2001 en Durban”, precisa.

Y eso no es todo. “Invita a los Gobiernos a luchar con mayor fuerza contra los grupos de extrema derecha. Hay también un exhorto a favorecer la integración de los jóvenes salidos de la emigración. Se consagran varios apartados a la protección de las mujeres y de los empleados domésticos, cuyos derechos se violan con frecuencia”, destaca.

Compromiso oficial

Ciertamente, la declaración de Durban II no es vinculante. Pero al adoptarla, los Gobiernos se comprometen a aplicarla a escala nacional. “Las ONG podrán pedir cuentas a los Estados para que respeten sus compromisos”, afirma Juliette Rivero.

Adrien-Claude Zoller destaca, por su parte, el fortalecimiento del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, uno de los instrumentos que permitirá verificar los compromisos de los Estados.

Incluso la ausencia en la declaración del proyecto de Observatorio del Racismo se revela positiva. Argelia quería que las directrices de este observatorio fueran fijadas por el Consejo de los Derechos Humanos, una instancia de la ONU donde los regímenes autoritarios logran a menudo imponer sus puntos de vista.

Para obtener el consenso, este proyecto no figura en la declaración. “El Comisionado de los Derechos Humanos que lleva este proyecto podrá crearlo con toda independencia, lo que prometió hacer”, destaca Adrien-Claude Zoller.

Numerosas frustraciones

Sin embargo, la declaración adoptada en Ginebra contiene grandes lagunas. Diversas comunidades de víctimas de discriminaciones permanecen al margen. Como los intocables en la India y en Japón -aun cuando el sistema de castas ha sido abolido oficialmente- o los homosexuales.

“Al igual que la difamación de las religiones, el tema de los homosexuales va a seguir siendo sido utilizado por algunos regímenes autoritarios con problemas de legitimidad para fustigar a los países occidentales y sus costumbres juzgadas decadentes”, destaca Yves Lador.

Al rechazar el tema de las reparaciones para los países expoliados por la esclavitud y la colonización, los países occidentales siguen, por su parte, alimentando una frustración que se reflejará en el Consejo de los Derechos Humanos o en otros organismos internacionales.

Lo mismo para el conflicto israelo-palestino, sobre el cual la ausencia de un documento final fue reclamada el jueves (23.04) por una decena de ONG árabes.

Señales de apertura

Así pues, la comunidad internacional mantiene grandes líneas de fractura. Pero como lo subraya David Sylvan, los primeros pasos del presidente Barack Obama, sus gestos de apertura a todos los niveles, van en el sentido de una distensión internacional.

“El presidente estadounidense parece determinado a obtener un reglamento de paz en el Oriente Cercano de aquí a 4 años con la creación de un Estado palestino viable”, destaca este profesor del Instituto de Estudios Superiores Internacionales y del Desarrollo.

Ausente de la conferencia antirracista de Ginebra, Estados Unidos también presentará su candidatura esta primavera para entrar al Consejo de los Derechos Humanos, lo que permitirá reequilibrar las relaciones de fuerza que lo dominan.

swissinfo, Frédéric Burnand, Ginebra
(Traducción: Marcela Águila Rubín)

Dante Martinelli, jefe de la delegación suiza en la Conferencia de la ONU contra el Racismo considera que:

Ginebra confirmó su capacidad de organizar encuentros, incluso difíciles.

El discurso del presidente iraní, Mahmoud Ahmadinayed incluyó “declaraciones condenables” pero fue sólo un “elemento aislado”.

Es lamentable que no se haya logrado la creación de un Observatorio del Racismo.

Balance.Al margen de la conferencia, la Comisión Federal contra el Racismo extrajo un balance de la situación en Suiza:

Discriminación. Suiza no tiene un programa de acción nacional. Su derecho civil no implica la prohibición general de la discriminación.

Víctimas. La oferta de servicios de consulta para las víctimas del racismo es muy limitada y carece de un apoyo financiero oficial.

Sanciones. La justicia no sanciona con suficiencia las manifestaciones racistas en política y los rechazos de acceso a establecimientos públicos.

Estado. La administración federal no ha integrado suficientemente la lucha contra el racismo.

Lucha. Los puntos positivos son la creación de un servicio de lucha contra el racismo en el Ministerio suizo del Interior, la mención de la prohibición de discriminación en las nuevas constituciones cantonales y las medidas destinadas a sensibilizar a los policías.

Esfuerzos. La Comisión celebra también los esfuerzos emprendidos para dar seguimiento al fenómeno, las formaciones propuestas en el sector de la salud y el concordato escolar bautizado HarmoS.

Inaceptable. Las Naciones Unidas anunciaron la prohibición de acceso a la Conferencia de Durban II a tres organizaciones no gubernamentales cuyo comportamiento fue considerado “perturbador e inaceptable”.

Perturbar. La medida afecta a la Unión de Estudiantes Judíos de Francia (UEJF), que condujo “esfuerzos orquestados para perturbar la conferencia”.

Coexist. La ONG francesa Coexist (22 militantes registrados para la conferencia), asociada a la UEJF en la lucha contra el racismo y el antisemitismo, tampoco pudo ingresar al Palacio de las Naciones durante la conferencia.

Negacionista. La organización iraní negacionista Neda Institute for Political and Scientific Research tampoco recibió acreditación.

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