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Muerte de JF Kennedy: reacción de un mundo pre Twitter

Conmoción entre la población Suiza por el asesinato de J.F. Kennedy. En la imagen: manifestación de condolencia en Berna, en 1963. RDB

Cincuenta años después del asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy, swissinfo.ch analiza la manera en que los medios suizos dieron cuenta del evento, así como la medida en que su cobertura fue influenciada por la relación entre los dos países.

“La terrible noticia -simplemente increíble- corrió como reguero de pólvora, el viernes por la tarde, también en Basilea”, escribió el Basler Nachrichten, que en 1977 se convirtió en el Basler Zeitung.

“Cientos de personas acudieron a la ciudad en busca de noticias fiables, amontonándose frente a las vitrinas de las tiendas de televisores. Los editores de periódicos fueron bombardeados con llamadas telefónicas, y el sábado por la mañana, los periódicos de fin de semana, con los primeros informes, eran arrebatados de las manos de los voceadores”.

Rara vez el público suizo había sido sacudido a tal grado por la muerte de un jefe de Estado extranjero. “Con sorprendente espontaneidad, por todas partes en la ciudad, en hogares y jardines, las banderas fueron puestas a media asta”.

Kennedy fue asesinado a las 12:30 (18:30 hora suiza) del viernes 22 de noviembre. Eso significó que casi todos los periódicos suizos tuvieron que esperar hasta la mañana siguiente para su impresión, con lo que se asentó un poco el torbellino de especulaciones e informaciones contradictorias.

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“Caminé a casa consternado y desorientado”

Este contenido fue publicado en Entonces estudiante del Instituto Universitario de Estudios Superiores Internacionales de Ginebra, Warner tenía 17 años cuando el presidente fue muerto, a los 46 años, en Dallas, el 22 de noviembre de 1963. Rememora la imagen “exótica” y “exclusiva” que tenían los estadounidenses de Suiza en aquellos tiempos, y analiza las similitudes -y diferencias- entre Kennedy…

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Uno de los pocos periódicos en poner en circulación una edición vespertinas fue el Neue Zürcher Zeitung (NZZ), en cuya edición de las 22:00 del 22 de noviembre publicó las últimas informaciones de las agencias de noticias Reuters, AFP y UPI: Kennedy había sido alcanzado por tres disparos, estaba muerto y la identidad del tirador no se conocía, “pero la policía busca a un sospechoso de más o menos 30 años de edad”.

También citó al corresponsal en Nueva York de la agencia de noticias rusa TASS, según el cual, el ataque habría sido cometido por “extremistas de derecha”.

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¡Que paren las máquinas!

Este contenido fue publicado en Kennedy fue asesinado el viernes 22 de noviembre de 1963. Según los husos horarios, en diversos países se habrá escuchado el tradicional “¡Que paren las máquinas!”, para incluir esa bomba noticiosa. Pero el hecho se produjo a las 18:30 horas de Suiza, lo que significaba que los periódicos locales tenían que esperar hasta la mañana…

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“Muy admirado”

“No se puede creer todavía la noticia de que Kennedy ha sido asesinado”, escribió el NZZ. “La vida de un hombre de Estado que llegó de una manera sin precedentes a la primera posición de su país fue interrumpida en el momento en que empezaba a tener resultados”.

De pronto se hizo evidente, continuó con entusiasmo el NZZ, hasta qué punto Kennedy se había apoderado de los corazones y las mentes de la gente.

“Su experiencia, su heroísmo durante la guerra, su campaña electoral en 1960, en la que con astucia y una energía ilimitada venció a colegas y adversarios, el nuevo estilo que llevó a la Casa Blanca, su juventud, la falta de prejuicios en la selección de sus colegas, la imagen de su esposa e hijos, su encanto mezclado con firmeza, todo ha contribuido a que todo el mundo -amigos o enemigos, estadounidenses o no- tuviera la impresión de compartir el destino de este presidente”.

En el ángulo inferior izquierdo de su primera plana, el NZZ publicó el  telegrama enviado por el presidente suizo Willy Spühler al vicepresidente Lyndon B Johnson, en el que el gabinete suizo expresaba sus condolencias por el fallecimiento de una persona “tan admirada”, y ofrecía su más sentido pésame.

El periódico informaba que el ministro suizo de Exteriores haría una visita de condolencias a la embajada de EE UU en Berna el sábado y que en la capital suiza, las banderas de las embajadas y de diversos edificios públicos ondeaban a media asta.

Recordemos que Suiza representaba los intereses de Estados Unidos en Cuba desde enero de 1961.

Aunque Kennedy nunca visitó Suiza como presidente -lo más cerca que estuvo fue en Frankfurt en junio de 1963 (el viaje durante el cual pronunció su famosa frase Ich bin ein Berliner (Soy un berlinés)- su muerte fue resentida a través de todo el país y de todas las generaciones.

John Fitzgerald Kennedy, el 35º presidente de Estados Unidos, fue asesinado a las 12:30 (18:30 hora suiza) el viernes 22 de noviembre de 1963, en Dealey Plaza, Dallas, Texas. Tenía 46 años.

Kennedy fue tiroteado mientras viajaba en un vehículo presidencial con su esposa Jacqueline, el gobernador de Texas, John Connally, y la esposa de éste, Nellie. Kennedy fue declarado muerto a las 13:00.

Tras 10 meses de investigación entre 1963 y 1964, la Comisión Warren concluyó que Kennedy fue asesinado por Lee Harvey Oswald, quien habría actuado solo, lo mismo que Jack Ruby al dar muerte a Oswald, antes de que pudiera ser juzgado.

Aunque tales conclusiones recibieron el apoyo inicial de una mayoría de la opinión pública, las encuestas efectuadas entre 1966 y 2003 revelaron que el 80% de la ciudadanía sospechaba que hubo un complot.

En contraste con las conclusiones de la Comisión Warren, el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre Asesinatos determinó  en 1978 que Kennedy fue probablemente asesinado como resultado de una conspiración.

Hasta la fecha, no hay consenso sobre quién pudo haber estado involucrado en tal conspiración. Aquellos a menudo mencionados incluyen a Ruby, el crimen organizado (la mafia), la CIA, el FBI, el Servicio Secreto, la KGB, grupos o individuos de derecha, el presidente Lyndon Johnson, cubanos pro o anti Castro, militares y/o  grupos industriales aliados con los militares.

“Carga inimaginable”

En el tabloide Blick, en circulación desde cinco años antes, el coeditor Claus Wilhelm escribió un artículo de opinión de media página sobre la muerte del hombre “depositario de las esperanzas del mundo”.

“Cientos de millones de corazones están transidos de conmoción y  dolor. Kennedy ha muerto. El Occidente fue brutalmente privado de su máximo líder. Kennedy ha muerto. El hombre que repelió los misiles soviéticos de Cuba está muerto”.

Wilhelm describió la primera de las dos veces que vio Kennedy, de pie, a tres metros de distancia, en el aeropuerto de Viena en 1961. “Miré directamente a sus ojos gris acero. Este joven irradiaba una sola cosa: responsabilidad”.

En cuanto al futuro, Wilhelm decía que la única certeza era que la “carga inimaginable” de la presidencia recaería ahora “en las amplias espaldas texanas” de Lyndon B. Johnson.

“Johnson es un viejo zorro. Un político profesional. Pero, ¿presidente? Es difícil de imaginar”.

Perspectiva histórica

La Tribune de Genève señalaba que la decisión del gabinete suizo de enviar al ministro de Relaciones Exteriores a los servicios funerarios en Washington obedecía a que el Gobierno “sintió que la reacción de tristeza en el público era bastante excepcional y concluyó correctamente que nuestro país quería ser asociado, en cierta forma, al homenaje a Kennedy”.

Normalmente, apuntó, los ministros no viajan a este tipo de eventos, “una medida de precaución para mantener a Suiza a distancia de la turbulencia de la política mundial”.

Era la primera vez que un funcionario suizo de tan alto rango representaba al país en un funeral. “Esto solamente es posible y deseado por el público suizo, porque justamente, el hombre delante de cuyos restos nos inclinamos encarnaba un ideal de paz, y que este hecho es evidente, incluso para los países que tienen una ideología política diferente”.

La Tribune de Genève concluía con algo de perspectiva histórica. “El funeral de Kennedy, como el de Eduardo VII (rey británico fallecido en 1910), es sin duda uno de los eventos que pasarán a la historia. Si  Suiza no estuviera presente, habría que explicar su ausencia. Es mucho mejor que estemos ahí, en la persona del ministro Wahlen, porque la tristeza en Suiza es sincera”.

Población: 5.700.000 (2012: 8.000.000). Promedio de vida: 70,3 años para los hombres, 75,2 años para las mujeres (2012: 80,5/84,7).

Enero: El lago de Zúrich se congela. Solamente había ocurrido otra vez en el Siglo XX, en 1929.

Febrero 17: Emisión del primer programa de televisión en romanche (las transmisiones regulares suizas en alemán habían comenzado en 1953; en francés, en 1954, y en italiano, en 1958) .

Marzo: Todos los hoteles de Zermatt cierran luego de un brote de fiebre tifoidea. Cuatro personas mueren y 400 casos más son  diagnosticados. Algunos periódicos británicos describen a Suiza como “subdesarrollada respecto a la higiene”.

Abril 29: Firma de un acuerdo entre Suiza, Alemania, Francia, Luxemburgo y los Países Bajos para limpiar el Rin. La contaminación en el lago de Ginebra (no conectado al Rin) da lugar a una prohibición de baño en varias playas suizas.

Mayo 6: Suiza se une al Consejo de Europa.

Mayo 26: En el primero de tres referendos nacionales, el 62% de los votantes rechaza dotar al ejército con armas nucleares. Los dos otros tienen lugar el 8 de diciembre y versan sobre los planes financieros del gobierno y las becas y subsidios educativos. Ambos son aprobados por amplio margen.

Junio 20: La línea Moscú-Washington es autorizada en Ginebra por representantes de la Unión Soviética y Estados Unidos. Se representa en la ficción como un teléfono rojo, la línea en realidad consistía en un teletipo en cada una de las dos naciones.

Junio 22: Construcción de la primera mezquita en Suiza.

Septiembre 4: Primera catástrofe aérea en Suiza: El vueloSR306 de Swissair, que volaba de Zúrich a Roma vía Ginebra, se estrella cerca Dürrenäsch, cantón de Argovia, poco después de despegar. Las 80 personas a bordo pierden la vida.

“Crimen insensato”

Para el Tages-Anzeiger de Zúrich, Kennedy fue víctima de un  “alevoso asesinato” y un “crimen insensato”.

“Como un grito indignado, la mala noticia se difundió el viernes por la noche. ¿Por qué este asesinato? ¿Con qué objeto? No hay una respuesta. Este crimen no tiene sentido. Sacudida, escandalizada y confusa, la gente de todo el mundo está de luto junto a los estadounidenses, que han perdido a su joven jefe de Estado”, escribió en un editorial de primera plana, en la edición del sábado.

“Quien quiera que sea el asesino, y cualquiera que sea su motivación – si resulta ser un fanático racista (Kennedy apoyó la integración racial y los derechos civiles) o un seguidor de Fidel Castro (la crisis de los misiles de Cuba había tenido lugar un año antes)-, con esta atrocidad no ayudó a nadie”.

El periódico consideró que era demasiado pronto para sopesar las consecuencias políticas. “Las cabezas y los corazones están todavía destrozados por la tragedia de ayer. El alcance de la simpatía refleja lo mucho que Kennedy significaba para sus compatriotas y para incontables millones de personas más allá de las fronteras de Estados Unidos”, escribió.

“Para muchos de los que le lloran hoy, encarnaba, con su juventud y forma de pensar, una luz de esperanza en un futuro mejor. Su muerte proyecta una sombra tenebrosa sobre esas expectativas”.

¿Qué hubiera pasado si?

En una pieza de escritura creativa digna de Aldous Huxley y C.S .Lewis, quienes murieron en el mismo día que Kennedy, la Gazzetta Ticinese preguntó en un llamativo titular de primera plana el 28 de noviembre: “¿Cuáles hubieran sido las consecuencias si se hubiera tratado de De Gaulle?”, en alusión a la cobertura informativa francesa.

Al referirse al evento, cinco días después, la American Swiss Gazette, -semanario que circuló en Nueva York de 1868 a 1973- , relegó el asesinato de Kennedy a unas pocas líneas en la parte inferior de la primera página, sin fotos.

Su principal titular indicaba: “Posición de Suiza en el conflicto de la integración europea”. Cuanto más cambia…

Traducción, Marcela Águila Rubín

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