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Perfil bajo de Suiza sobre el genocidio armenio

Suiza acogió a centenares de refugiados armenios, incluidos muchos menores, a finales del Siglo XIX. Keystone

Diversas delegaciones de alto nivel participan en Ereván en la conmemoración del genocidio armenio. Berna envía solamente a su embajador en Armenia, tras impedir la instalación, cerca de la ONU, en Ginebra, de un monumento en memoria de las víctimas, una actitud que causa consternación entre la comunidad armenia de Suiza.

“Los armenios de Suiza están profundamente conmocionados e indignado por el comportamiento del Consejo Federal (Gobierno). Reprueban esta capitulación ante el chantaje que el Estado turco ejerce abiertamente sobre nuestras instituciones”.

Publicado dos días antes de la conmemoración del genocidio armenio, que comenzará este viernes (24.04), el comunicadoEnlace externo alude en primer lugar a la ausencia de un miembro del Consejo Federal en las ceremonias organizadas en Ereván, capital de Armenia, en las que participan, entre otros, los presidentes Vladimir Putin y François Hollande.

El gobierno suizo será representado por su embajador en Ereván. Contrariamente, una delegación de diez diputados encabezados por Dominique de Buman y Ueli Leuenberger – copresidentes del Grupo Parlamentario Suiza-Armenia – representará al pueblo suizo. Una iniciativa bien acogida por la diáspora armenia.

Suiza, mediadora entre Ereván y Ankara

Interrogado por swissinfo.ch sobre este punto, el Ministerio suizo de Exteriores (DFAE) refiere al comunicadoEnlace externo en el que anuncia esa representación: “El Consejo Federal se atiene a su práctica tradicional que consiste en participar con reserva en las conmemoraciones de acontecimientos históricos internacionales”.

Un argumento que refutan los armenios de Suiza al recordar que Didier Burkhalter participó el 27 de enero 2014, como presidente de la Confederación, en la conmemoración de la liberación del campo de concentración de  Auschwitz. “Proclamó que nadie tiene derecho de negar ningún genocidio”, subraya el comunicado.

En su discursoEnlace externo, Didier Burkhalter declaró expresamente: “Negar la amplitud, incluso la realidad misma del Holocausto, de los otros crímenes cometidos por los nazis y de otros genocidios, es todavía a veces una realidad.  Es deber de todas y todos rechazar tal actitud y contrarrestarla recordando los hechos, la realidad histórica y las atrocidades del Holocausto”.

Por su parte, el DFAE evoca su compromiso con la normalización de las relaciones entre Turquía y Armenia: “Los Protocolos de Zúrich, firmados entre los dos países en 2009, contemplan, entre otros, la creación de una comisión mixta de historiadores independientes encargados de realizar la lectura de estos acontecimientos trágicos”.

Causa armenia y neutralidad activa

En 1896, y en respuesta la represión contra los armenios, la población suiza pide la intervención de su Gobierno en una carta que recoge 454 291 firmas entre una población de tres millones de habitantes.

He aquí un extracto de la petición, que plantea los términos de la neutralidad activa que la diplomacia suiza desarrollará luego, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial:

“El pueblo suizo tiembla de indignación y de horror con las historias de los incendios, saqueos y masacres, que desde hace dos años devastan y ensangrientan al Imperio Turco (…) Los suizos practican, por tradición, una política de neutralidad. No lo olvidamos. Pero si se han prohibido tomar partido en los conflictos de pueblo a pueblo, no por ello han abdicado a los derechos de conciencia ni renunciado a servir a la causa de la justicia y de la humanidad”.

El Consejo Federal ratifica igualmente “su condena de los acontecimientos trágicos de 1915, que condujeron a la muerte de un gran número de armenios, entre varios cientos de miles y 1,5 millones de personas, según las fuentes”.

Las fuentes en cuestión son, por un lado, las del Gobierno turco que habla de una guerra civil, aunada a una hambruna, en la que perdieron la vida entre 300 mil y 500 mil armenios y otros tantos turcos.

Por otra parte, una gran mayoría de historiadores establecieron que se produjo un genocidio, que las masacres y deportaciones fueron fríamente planificadas por las autoridades de la Turquía otomana causando la muerte de un millón y medio de cristianos, principalmente armenios.

Las comunidades armenias fueron tachadas de traidoras al servicio de los aliados durante la Gran Guerra, mientras que el Imperio Otomano se había puesto del lado de Alemania y el Imperio Austro-Húngaro.

Múltiples evidencias de genocidio

“Las evidencias del genocidio se remontan al genocidio mismo con un gran número de documentos, testimonios de sobrevivientes, documentos diplomáticos no solamente de los países aliados durante la Primera Guerra Mundial, sino también de aquellos que apoyaron a Turquía en esa época, como Alemania y Austria-Hungría”, revela Vicken Cheterian, profesor en la Universidad Webster, en Ginebra, cuyo libro más reciente aborda precisamente ese tema.

Agrega que “es lamentable que después de 100 años, no podamos tener la valentía de calificar esos acontecimientos de genocidio”. Entonces, se pregunta, “¿para qué sirven las cátedras de Historia?”

Sin embargo, la posición del Consejo Federal es cercana a la de otros gobiernos occidentales que no utilizan específicamente el término genocidio. Diversos países, entre ellos Austria, también estarán representados por un embajador en Ereván.

Todavía no hay monumento en Ginebra

Pero si los armenios de Suiza están tan molestos con el Consejo Federal y el DFAE, en particular, es por su intervención en contra de la instalación de un monumento cerca del Palacio de las Naciones, la sede europea de las Naciones Unidas. La obra de arte rinde homenaje a las víctimas del genocidio armenio y a la solidaridad que les han expresado los ginebrinos y los suizos durante más de un siglo.

‘Las Reverberaciones de la Memoria’, monumento dedicado a las víctimas del genocidio contra el pueblo armenio. ville-ge.ch

Denominada ‘Las Reverberaciones de la Memoria’, la obra representa las lágrimas que caen de reverberos. Diez años después de su lanzamiento, el proyecto todavía busca un lugar en Ginebra. Un impasse que persiste tras el posicionamiento de Didier Burkhalter, el 8 de diciembre, a solicitud del gobierno del cantón de Ginebra.

En su respuesta por escrito a swissinfo.ch, la DFAE subraya:

“En su carta, el Sr. Burkhalter hizo hincapié en la importancia de la Ginebra  internacional para Suiza y en la necesidad de preservar un ambiente tranquilo e imparcial que permita a las organizaciones internacionales cumplir con sus obligaciones en las mejores condiciones posibles. En este contexto, permitir colocar en las inmediaciones del Palacio de las Naciones un monumento como el de Reverberaciones de la Memoria, que genera serias inquietudes en el seno de la comunidad diplomática, debilitaría la posición de la Ginebra internacional en un contexto de creciente competencia entre ciudades anfitrionas”.

Para el coordinador del proyecto del monumento, Stefan Kristensen, esa intervención está de más. “En el fondo, Didier Burkhalter muestra la misma prudencia que sus predecesores. Pero actuar hasta ese punto, nunca se había visto”.

Genocidio de ayer, masacre de hoy

Vicken Cheterian va más allá al decir que Turquía ha ejercido presión, de una u otra manera, sobre Suiza: “Es absurdo permitir que Turquía intervenga en los asuntos internos de Suiza. Fue un gran error abordar el tema. Sabemos que Turquía hace mucho ruido al respecto. Pero si uno es firme, Turquía no tiene más remedio que aceptar las cosas”.

“En 2003, la cámara baja del Parlamento suizo reconoció el genocidio armenio. Ankara reaccionó airadamente y llamó a su embajador. Pero Turquía pidió tres años más tarde a Suiza mediar entre Ankara y Ereván”.

La Embajada de Turquía en Berna declinó responder a las preguntas de swissinfo.ch.

Para Cheterian, “Suiza ambiciona una política basada en los derechos humanos, la resolución pacífica de los conflictos. Si no se respeta lo que se proclama, esa política solamente puede ser calificada de hipócrita. Cuando conviene, se habla de los derechos humanos. Cuando cuesta algo, nadie tiene el valor de asumir nuestros valores”.

En su opinión, el tema del genocidio armenio no tiene nada de académico: “La negación del genocidio armenio ha contaminado la cultura política de Oriente Medio, pero también del resto del mundo, que por mucho tiempo ha cerrado los ojos ante ese hecho después del Tratado de Lausana de 1923”.

Para el investigador, “hay una continuidad entre los acontecimientos de 1915 y las actuales masacres por parte de los yihadistas, que siguen considerando a las comunidades cristianas de Oriente como extranjeras, incluso si estaban allí antes de la llegada de los turcos de Asia Central y antes de la aparición del Islam”.

Lazos históricos entre Suiza y armenios

A mediados del siglo XIX, cerca de dos millones de armenios viven en el Imperio Otomano y medio millón en el Cáucaso ruso. El despertar de los nacionalismos en una Europa revuelta encuentra un amplio eco en ese pueblo cristiano privado de libertad desde 1375.

En 1887, un grupo de estudiantes armenios en Ginebra funda el Partido Social Demócrata Hentchak, que preconiza la lucha de liberación nacional. Es seguido en 1890 por la Federación Revolucionaria Dachnaktsoutioun, que elige Ginebra como centro de sus actividades en el extranjero.

Estas formaciones organizan revueltas locales en Turquía provocando una represión generalizada. Por millares, los armenios son masacrados, lo que levanta una gran emoción en toda Europa, incluyendo en Suiza.

Después del genocidio contra los armenios, que comenzó en 1915, Suiza recibe a centenares de sobrevivientes en “hogares”, dirigidos por el pastor Anthony Krafft-Bonnard en Begnins y Ginebra.

Antes de la Sociedad de Naciones (SDN), los ministros Gustave Ador y Giuseppe Motta defienden la causa de ese “pueblo mártir” y recomiendan la creación de un hogar nacional armenio.

Mientras que el Tratado de Sèvres, del 10 de agosto de 1920, reconoce las fronteras armenias trazadas por el presidente estadounidense Wilson, el Tratado de Lausana del 24 de julio de 1923, sobre la paz en Oriente Medio, ni siquiera menciona su existencia.

Fuente: Diccionario Histórico de SuizaEnlace externo

Traducido del francés por Marcela Águila Rubín

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