¿Se avecina una era de hielo entre Suiza y la UE?
Las reacciones de descontento se multiplican en la Unión Europea (UE) tras el respaldo de la ciudadanía suiza a la iniciativa ‘Contra la inmigración masiva’. Bruselas no parece, por el momento, querer utilizar mano dura.
“Claramente ese voto no dio el buen tono para el debate de las negociaciones sobre el acuerdo institucional”, declara la portavoz de la Comisión Europea, Pia Ahrenkilde.
Los embajadores de los Veintiocho estaban de acuerdo en dar su apoyo a la apertura en su cita de este jueves. ¿Cambiarán de opinión? El Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea no lo desea así, al menos, por el momento. Prefiere esperar las clarificaciones que el Gobierno de Suiza deberá hacer, el miércoles, sobre los resultados del voto del domingo pasado.
Una cosa es segura en este contexto: en el caso de que Berna anuncie en esta ocasión que no está más en la medida de firmar el protocolo que prevé la extensión del acuerdo sobre la libre circulación de personas a Croacia, a partir del 1° de julio, la UE contraatacará inmediatamente.
Mucho en juego
Por un lado, se suspenderán las conversaciones en curso sobre la integración de los suizos en los nuevos programas de investigación y de educación de la UE, que deben tener lugar mañana. Por otro lado, se bloqueará el expediente institucional. Ahora bien, la conclusión de un acuerdo en el sector es una condición previa al desarrollo de las relaciones entre Suiza y la UE. Si este tema se congela, importantes negociaciones en curso, en particular, en el sector de la electricidad, también terminarán por suspenderse.
Apenas en el inicio
“La libre circulación de personas es un valor sagrado de la UE”, subraya Pia Ahrenkilde. Al ponerlo en cuestión, los suizos obligan al club comunitario a “dimensionar las consecuencias que esto provocará sobre el conjunto de nuestras relaciones con Suiza”.
La sombra de la “cláusula guillotina” que une indisociablemente los siete acuerdos de Berna con la UE concluidos en 1999 ya se ha situado arriba del debate, aun cuando (casi) nadie evoca abiertamente el evento que podría provocar: la anulación, por parte de la Unión, del acuerdo sobre la libre circulación de personas.
“La pelota está en el campo de Suiza”, precisa la portavoz del Ejecutivo comunitario. “El Gobierno suizo debe, primero, decidir cómo va a aplicar el resultado del voto. Seguidamente, la Unión examinará las implicaciones de esas medidas en las relaciones Suiza-UE y actuará en consecuencia”, subrayó el presidente de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con Suiza, Pat the Cope Gallagher.
Contingentes, fuera de cuestión
Una cosa es segura: para la Unión, “la introducción de cuotas es algo totalmente a excluir”, subraya un experto del expediente, al anotar que la UE “aún no ha identificado el margen de maniobra del que podría disponer el Ejecutivo suizo en este asunto”.
Algunos no se hacen ilusión alguna. El resultado de la votación del domingo, “sin duda, va a imponernos la revisión del paquete de acuerdos que fue adoptado en 1999”, afirmó el ministro francés para Asuntos Europeos, Thierry Repentin, a su llegada a Bruselas, en donde participó en una reunión de jefes de la diplomacia de los Veintiocho. El acuerdo que integra a Suiza en el espacio Schengen también está amenazado.
En teoría, el Gobierno suizo dispone de un plazo de tres años para llevar el resultado de la votación al derecho nacional. “Por lo que hay tiempo”, subrayó el ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague.
“En buena compañía”
A la espera, las (malas) lenguas comienzan a hacer su aparición en el seno de la Unión. Así, el jefe de la diplomacia luxemburguesa, Jean Asselborn, criticó severamente a Christoph Blocher, uno de los principales promotores de la iniciativa aprobada hace dos días. “No se puede terminar con la libre circulación de personas cuando se tiene un acceso privilegiado al mercado interior europeo”.
“Christoph Blocher tal vez tiene mucho dinero, pero su mirada es corta”, se mofó Asselborn y añadió: “Aquellos que le aplaudieron son (el holandés) Geert Wilders y (la francesa) Marine Le Pen”, entre otros.
“Está en buena compañía” en el seno del club de los populistas europeos, entre los que Jean Asselborn no incluyó al exministro francés de derecha, François Fillon. Y justo este fue quien juzgó “perfectamente natural” que Suiza quiera adaptar la apertura de sus fronteras a los trabajadores extranjeros a su capacidad de integrarlos. Según el francés, la UE debería retomar este modelo.
Traducción del francés: Patricia Islas
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