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¿Tiene Bill Gates demasiada influencia en la OMS?

Bill Gates
La Fundación Bill y Melinda Gates es en la actualidad el segundo mayor donante de la Organización Mundial de la Salud. A algunos les preocupa que el magnate de Microsoft tenga demasiado poder. Keystone / Gian Ehrenzeller

La próxima asamblea de la OMS, que se celebrará en Ginebra a partir del 24 de mayo, tendrá que enfrentarse a peticiones de reforma, sobre todo en vista de la pandemia de COVID-19. En el punto de mira estará el modo en el que se financia este organismo mundial y el papel que en ello desempeña el sector privado, en especial la Fundación Bill y Melinda Gates, que ahora es su segundo mayor donante.  

Aunque los Estados miembros que donan fondos públicos gestionan la Organización Mundial de la Salud (OMS), en gran medida esta depende de los donantes privados. Uno de ellos es la Fundación Gates, que con un 10% de su presupuesto, es –con mucho– el mayor contribuyente privado de la OMS. Solo el Gobierno de los Estados Unidos paga más. Y si este país se hubiera retirado como amenazó la anterior Administración Trump, la organización se habría encontrado en una situación sin precedentes: hubiera tenido a la Fundación Gates como el principal donante.   

“Sin sus recursos, muchos objetivos de salud mundial, como la erradicación de la poliomielitis, estarían en riesgo”, afirma Lawrence Gostin, director del Instituto O’Neill de Derecho de la Salud Nacional y Mundial de la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos. Aunque alaba la “generosidad y la creatividad” de filántropos como la Fundación Gates, Gostin –que también es director del Centro Colaborador de la OMS sobre Derecho Sanitario Nacional y Mundial– muestra su preocupación por la excesiva dependencia de las donaciones privadas. “La mayor parte de la financiación que Gates ofrece a la OMS está vinculada a programas específicos de la fundación. Esto significa que la OMS por sí misma no puede establecer las prioridades sanitarias mundiales y está en deuda con un actor privado que, en gran medida, no rinde cuentas. A diferencia de los Estados, la Fundación Gates tiene poca responsabilidad democrática”.

¿Demasiada influencia?

Chris Elias, presidente de la división de Desarrollo Mundial de la Fundación Gates, admite que a lo largo de los años “a menudo ha habido preocupación y críticas relacionadas con nuestra influencia en la OMS”. “Pero creo que lo importante es darse cuenta de que la OMS tiene un programa de trabajo global que deciden sus Estados miembros. Tenemos estrategias que nuestro consejo de administración desarrolla y aprueba, y apoyamos las áreas del programa de trabajo global alineadas con nuestras estrategias. Esto nos ha convertido en el segundo mayor donante de la OMS”, ha reconocido en un reciente seminario webEnlace externo en el Centro de Salud Mundial del Instituto Universitario de Ginebra (Geneva Graduate Institute’s Global Health Centre).

Elias coincide en que esto significa que “algunas partes de la OMS reciben más apoyo que otras, porque no tenemos una estrategia para todo en salud mundial. Este es un punto débil que el órgano de gobierno de la OMS debe abordar”.

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¿Bill provoca escalofríos?

Está claro que muchas de las prioridades, como la erradicación de la polio y la inmunización en general, se solapan. No obstante, persiste la preocupación de que estos objetivos más medibles estén llevando a una financiación insuficiente de otras áreas, como el fortalecimiento de los sistemas sanitarios de los países en desarrollo.

“Es una preocupación que se ha documentado”, dice Linsey McGoey, profesora de Sociología de la Universidad de Essex (Reino Unido) que ha escrito un libro sobre los Gates y la salud pública mundial (No Such Thing as a Free Gift: The Gates Foundation and the Price of Philanthropy [Los regalos gratis no existen: la Fundación Gates y el precio de la filantropía]). McGoey explica que Gates tiene un interés ideológico en ver resultados medibles en un plazo rápido, para así demostrar que la “filantropía multimillonaria” funciona. “Creo que es porque tiene un interés personal en ver resultados rápidos, ya que esto ayuda a reforzar su propia reputación”, apunta McGoey.

Algunos funcionarios de la sanidad pública no están de acuerdo con las  prioridades de Gates, pero existe cierta reticencia a criticarlo por miedo a perder apoyos. Esta autocensura se ha extendido tanto que ha sido bautizada como “Bill Chill” [juego de palabras de difícil traducción que viene a ser algo así como el escalofrío provocado por Bill], según el The New York TimesEnlace externo.

El papel pionero de la Fundación Gates en promover la “igualdad sanitaria mundial” es ampliamente reconocido, y ha sido una pieza clave en la respuesta a la COVID-19. Ha desempeñado una función decisiva, por ejemplo, en la creación de COVAX, el fondo común de vacunas que pretende garantizar que ningún país se quede sin acceso a las vacunas contra la COVID-19. La fundación también financia GAVI (la Alianza Global para la Vacunación) y la Coalición para la Innovación en la Preparación ante las Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), que Gates ayudó a fundar y que codirigen COVAX y la OMS.

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Según el diario The New York Times, la OMS quería asumir un liderazgo más fuerte en COVAX, pero la Fundación Gates se lo impidió. “He oído eso”, reconoce Gostin. “Si es verdad, sería desolador, ya que la OMS debería encabezar el liderazgo mundial”. Pero dice que “es importante reconocer que las fundaciones como la Gates no solo aportan dinero, sino también creatividad e innovación. En general, la fundación es una poderosa fuerza para el bien”.

Defensa de las patentes

McGoey no necesariamente está de acuerdo. Cita la defensa que Gates ha hecho de las patentes y su actual resistencia a suspender la protección de las patentes de las vacunas COVID-19.  

Existe una propuesta ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), que han presentado Sudáfrica e India, para se suspenda la aplicación de las patentes de las vacunas COVID-19, lo cual podría ayudar a impulsar la producción mundial de vacunas y su suministro a los países más pobres. La OMS tiene ante sí una propuesta, en la misma línea, más blanda. Pero las empresas, junto con algunos países como Suiza y Estados Unidos, se resisten. “Ciertamente, Tedros, el director de la OMS, se ha manifestado a favor de la exención de patentes”, manifiesta McGoey. “Pero en esto no ha conseguido convencer al Sr. Gates. Entonces, ¿a quién escucha el Sr. Gates? Ni al jefe de la OMS ni al de la OMC, y su propia autoridad no es algo en lo que, como comunidad mundial, queramos confiar, dado su propio interés en defender un sistema de patentes sobre el que se ha construido su fortuna”.

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McGoey considera que la estrategia de Gates no está motivada tanto por el dinero como por su creencia de que el mercado es el que mejor sabe que debe haber estrechas relaciones entre las farmacéuticas, las empresas con ánimo de lucro y los distintos proveedores de servicios sanitarios. “Ideológicamente está totalmente comprometido con la creencia de que la comunidad empresarial es un actor superior cuando se trata de conseguir cosas –dice–. A menudo, la comunidad empresarial alcanza logros, pero estos tienen efectos adversos cuando se trata de la accesibilidad de los medicamentos, cuando se trata de la fijación de precios o cuando se trata del incentivo para, a veces, minar la salud de las personas si eso conduce a una rentabilidad económica. Así que, como he argumentado muchas veces, el Sr. Gates no se da cuenta de que existe un conflicto entre el lucro privado y la salud pública, y se empeña en actuar como si ese conflicto no existiera”.

Cuenta que esto ya estaba claro con los fármacos antirretrovirales para el VIH, pero que la COVID-19 lo ha “iluminado”. “Ese conflicto puede verse en la forma en que las farmacéuticas que tienen derechos exclusivos para fabricar las vacunas se niegan a permitir la suspensión de las patentes. Si no hubiera conflicto entre el lucro privado y la salud mundial, simplemente relajarían las suspensiones o las permitirían. Y no lo están haciendo”.

Fragilidad financiera

Pero, en primer lugar, ¿por qué la OMS depende tanto de la financiación de Gates? “No tiene más remedio que depender de la financiación de Gates y de otros. Las cuotas obligatorias de los Estados prácticamente no han aumentado en años, y estas cuotas son totalmente desproporcionadas con el mandato general de la OMS”, dice Gostin.  

El organismo de sanidad mundial reconoce el problema y dice que está intentando hacer algo a este respecto. “En términos de financiación, el mayor reto al que se enfrenta la OMS es la falta de suficiente financiación sostenible”, ha respondido por escrito. “Esto hace que la OMS dependa excesivamente de sus principales donantes –de todo tipo– y la falta de flexibilidad de la mayor parte de la financiación de la OMS obstaculiza la capacidad de la organización para cumplir su mandato. Reconociendo este desafío sistémico, los Estados miembros de la OMS han establecido un grupo de trabajoEnlace externo para examinar estas cuestiones vitales y hacer recomendaciones al Consejo Ejecutivo de la OMS a principios de 2022”.

“El hecho de que la Organización Mundial de la Salud reciba de sus Estados miembros en torno al 23% de la financiación y tenga, por tanto, que recibir tres cuartas partes de aportes voluntarios es una enorme debilidad”, dijo Elias, de la Fundación Gates, durante el seminario web del Instituto Universitario de Ginebra (Geneva Graduate Institute’s Global Health Centre). “He asistido a la Asamblea Mundial de la Salud la mayoría de los años y cada año los Estados miembros dan a la OMS más mandato, más cosas que hacer y, sin embargo, el presupuesto ha permanecido fijo durante los últimos 20 años. No es así como deberíamos gestionar la arquitectura sanitaria mundial. Lo ideal sería que los Estados miembros financiaran la OMS y que esta no necesitara los recursos de la Fundación Bill y Melinda Gates”.

Mientras la OMS se prepara para su asamblea anual en mayo, Gostin cuenta que le gustaría ver dos cosas: un aumento importante de las contribuciones obligatorias de los Estados a la OMS, que no están vinculadas; y una presión internacional sobre las fundaciones privadas para que destinen una mayor parte de sus fondos a contribuciones no sujetas a la OMS, “en lugar de exigir a la agencia que realice tareas dirigidas por los líderes de las fundaciones”.

Elias también deja caer la responsabilidad en la propia OMS. “De la noche a la mañana no van a poder cuadruplicar sus contribuciones asignadas, pero creo que tienen que pensar en una vía hacia una financiación de la organización más segura, un incremento progresivo en el tiempo de las contribuciones asignadas. Si esta pandemia no demuestra la vulnerabilidad de no contar con eso, no sé qué lo hará”. 

McGoey afirma que los Estados miembros tienen el dinero y necesitan dar un paso adelante. “Tienen dinero disponible que podría destinarse a garantizar que sus futuros presupuestos nacionales se reduzcan de verdad, al no tener que gastar tanto en hacer frente a las consecuencias de una pandemia de COVID. Las futuras pandemias no van a desaparecer. Por lo que a las naciones les interesa aumentar su aporte a la OMS y financiar ese actor importante, realmente valioso, no perfecto, pero hoy en día ciertamente esencial”.

Traducción del inglés: Lupe Calvo

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