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Buscan integración laboral de discapacitados

Fabio Giannetta, víctima de esclerósis, trabaja a medio tiempo para el Grupo ECSA. swissinfo.ch

La Cámara Baja del Parlamento examina este martes una medida encaminada a obligar a las empresas a contratar a personas con discapacidad para reducir el número de beneficiarios del seguro correspondiente. Una mala idea, según el dirigente de una empresa socialmente ejemplar.

La comisión preparatoria del Consejo Nacional propone introducir la obligación en Suiza, para empresas públicas y privadas que empleen 250 o más trabajadores, de contratar al menos el 1% de su plantilla entre personas con discapacidad.

Los refractarios estarían obligados a pagar una tasa equivalente a la cantidad mínima de una pensión AI durante diez años a partir del inicio de la sexta revisión de la AI, actualmente en discusión en el Parlamento.

 Una buena recompensa

 “Es una decisión política y el Parlamento tiene derecho a tomarla.  Pero desde el punto de vista empresarial es un impuesto adicional”, señala Emanuele Centonze, patrón del grupo ECSA. Sin embargo, con sus 250 empleados, incluidos dos discapacitados, su empresa cumpliría ya los requisitos de la comisión.

Durante años, ese grupo petroquímico con sede en Balerna (Tesino) emplea a  personas con discapacidad. En 2008, recibió incluso el premio Integración Handicap de la Federación del Tesino por su compromiso.

 Una opción equilibrada

“Lo hacemos porque podemos permitírnoslo, lo que no es el caso de todas las empresas porque las condiciones pueden variar de un período a otro”, comentó el jefe de la ECSA.

 “No podemos proporcionar apoyo social sin crear riqueza. Por lo tanto, es menester generar beneficios que luego puedan ser redistribuidos. Pero cuando los negocios van menos bien, hay que poder ahorrar”, señala.

Este economista reconoce que la integración de discapacitados a la ECSA “comenzó casi por accidente”, cuando un empleado que había sufrido un accidente se reintegró a la empresa. Luego se convirtió en una elección.

En algunos casos, la integración ha fracasado.  Pero puede suceder a cualquier persona con o sin discapacidad.

“Las personas con discapacidad tienen cualidades y defectos, como todo el mundo, observa Emanuele Centonze. En términos de recursos humanos, no crea ningún problema específico, son colaboradores como los demás”.

 Sí a los ejemplos, no la coerción

Al empresario le complace el hecho de que su firma haya sido reconocida como ejemplar en materia de integración y cree que esta elección fue justa. “Y mientras pueda, continuaré ”, asegura en referencia a esa práctica que forma parte de su estrategia de negocios basada, entre otras cosas, en la responsabilidad social.

“Es como pagar impuestos, participar en los gastos de guardería, adoptar  medidas de seguridad en el lugar de trabajo o crear infraestructuras respetuosas del medio ambiente”, dice.

Aconseja a los empresarios “que pueden permitírselo” integrar también a personas discapacitadas. Pero no a los otros “que podrían poner en riesgo su empresa y crear así una situación de estrés para todo el personal y, en particular para el empleado concernido”.

“Yo no lo impondría nunca a otros empresarios porque es una opción personal”, insiste Emanuele Centonze. “Contratar a alguien por obligación no tiene sentido”.  

 De la exclusión a la inclusión

Una opinión comparte este colaborador de ECSA, de 31 años, que sufre de esclerosis múltiple desde la edad de 19 años: “No creo que una cuota obligatoria es una solución”, dice Fabio Giannetta. “Uno no puede limitarse a exigir sin más la contratación de una persona en una empresa”.

La enfermedad puso coto a sus estudios y le impuso un doloroso vía crucis, marcado por períodos de parálisis, terapia y rehabilitación. Hoy en día, parece una persona gozando de salud, pero es solamente la apariencia:  ha perdido totalmente la visión de su ojo izquierdo y está físicamente débil.

 “No puede desplegar una gran energía y a mucha gente le cuesta entenderlo”, dice Fabio Giannetta. “Tal vez las cosas serían más fáciles si estuviera en una silla de ruedas. Al menos, mi discapacidad sería visible y mis límites, mejor comprendidos”.  

El joven fue contratado a tiempo parcial como contable en la sede de la ECSA, en 2007, después de un aprendizaje comercial en un centro de formación para personas con discapacidad. Sus comienzos no fueron fáciles. Tuvo que aprender nuevas tareas y adaptarse a un entorno más complejo. Luego la situación se mejoró.

“Hoy me siento bien aquí y estoy contento de formar parte de un equipo”, enfatiza. Además, su enfermedad es más aceptada por los demás, porque es mejor conocida”.

Asunto serio

A pesar del éxito de su integración, no considera que todos los pensionistas de AI pueden encontrar su lugar en el mundo del trabajo. “No todos puede tener algo que aportar y no todas las empresas tienen un empleo adecuado que ofrecer, especialmente en tiempos de crisis”, acota Fabio Giannetta. “No podemos resolver los problemas de la AI más que con un enfoque serio y no vinculante”.  

 “Se podría, por ejemplo, alentar a los empresarios ofreciéndoles una participación en los costos de la integración de personas con discapacidad en la empresa”, señala por su parte Emanuele Centonze. “Pero no debemos olvidar que en ese caso, sería nuevamente el Estado el que pagaría”.

El Seguro por Incapacidad (AI) fue introducido en 1960 con el objetivo de integrar al trabajo a las personas con discapacidad. Con los años, las tres primeras revisiones de la ley condujeron a una gama más amplia de beneficios.

La tendencia se invirtió a finales de los años 90. Las revisiones legislativas se han dirigido a un saneamiento de las cuentas. El fuerte aumento en el número de beneficiarios sumió a la AI en los números rojos.  

Las medidas de ahorro adoptadas en la cuarta y quinta revisiones, no permitieron sin embargo, restablecer el equilibrio financiero esperado. A finales de 2009, la deuda de la AI alcanzó la suma de 13, 899 mil millones de francos suizos.

Para compensar este agujero financiero, el Parlamento elaboró un plan de saneamiento  aprobado por el pueblo y los cantones el  27 de septiembre de 2009, dirigido en particular a aplicar los fuentes de financiamiento adicionales a través de un aumento del IVA para el período 2011 a 2017.

 Un plan que ha sido vinculado a una obligación al Gobierno de presentar un proyecto para una sexta revisión antes de finales de 2010.  El documento debe incluir nuevas medidas para reequilibrar las cuentas de la AI a largo plazo. El Gobierno ha desarrollado una reforma en dos etapas.

 La pelota está ahora en el campo del Parlamento que examina el primer paquete de medidas destinadas a reducir 12.500 pensiones AI en seis años.  La revisión se centra en la promoción de la rehabilitación profesional de las personas con discapacidad.  Pero en Suiza faltan casi 192.000 puestos de trabajo calificados.

Para superar este obstáculo, una mayoría de la Comisión Preparatoria del Consejo Nacional (Cámara Baja) se propone introducir una cuota mínima de puestos de trabajo reservados para personas con discapacidad en empresas públicas y privadas con al menos 250 empleados.

 La propuesta no genera unanimidad y el debate en la cámara baja, 14 de diciembre de 2010, promete ser tormentoso.  Si es aprobado, sería el turno del Consejo de Estados (Cámara Alta) de decidir.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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