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“Chile no estaba preparado para un tsunami”

Las casas palafitos en pleno proceso de construcción en Dichato. Este balneario típico quedó destruído en un 80%. Gentileza MINVU

El arquitecto chileno-suizo, Sergio Baeriswyl, ha recibido el Premio Nacional de Urbanismo en reconocimiento a su rol en el plan de reconstrucción del litoral de la Región del Biobío, la más afectada por el terremoto y el tsunami del 27 de febrero de 2010.

Sergio Baeriswyl, doctor en Urbanismo por la Universidad de Kalsruhe (Alemania), ha dedicado gran parte de su carrera al desarrollo del Gran Concepción (VIII Región del Biobío). Tras el terremoto y el tsunami que afectaron el centro sur de Chile, el gobierno regional le encomendó diseñar y coordinar el plan de recuperación urbana de 18 localidades costeras que quedaron total o parcialmente destruidas.

“El maremoto destruyó de manera profunda el capital social de la región. Sus ciudades no volverán a ser lo que eran, pero tienen la posibilidad de ser mejores”, dice.

swissinfo.ch: ¿Cuál fue el impacto del terremoto y del tsunami del 27 de febrero (27/F) en esta región?

Sergio Baeriswyl: El terremoto de 2010 está dentro de los 5 movimientos telúricos más grandes en la historia del mundo, con consecuencias devastadoras para el centro sur del país, como sabemos. Pero el mayor daño fue en el borde costero, por el tsunami de grandes magnitudes que vino después y que destruyó varias ciudades, especialmente en la región del Maule y del Biobío. En esta última fue más devastador aún, porque es una región cuyo litoral está densamente poblado y que basa gran parte de su economía en el sistema portuario, costero.  Por lo tanto, tuvieron que enfrentar la reconstrucción desde esa doble perspectiva; el terremoto y el maremoto. Este evento de la naturaleza afectó no sólo la infraestructura urbana, sino también el patrimonio cultural, urbano y familiar, la fuente de trabajo de muchas personas y el capital social de la región, es decir, la sociedad se hizo más pobre en estos lugares.

Descendiente de colonos suizos, nació en Punta Arenas en 1960. Estudió Arquitectura en la Universidad Católica de Valparaíso y se doctoró en Urbanismo en la Universidad de Karlsruhe, Alemania, donde fue becado por el gobierno alemán.

Entre 1994 y 2005  fue asesor urbanista de la Municipalidad de Concepción y participó en la elaboración de su Plan Regulador Comunal.

Desde 1994 se ha desempeñado como profesor de Urbanismo y Planificación en la Universidad del Biobío, de la cual es director desde 2009.

En 2008 recibió el premio Alfredo Johnson del Colegio de Arquitectos de Chile.

Actualmente es coordinador general del Observatorio Metropolitano, cuya finalidad es medir la calidad de vida urbana de las comunas del Área Metropolitana de Concepción.

swissinfo.ch: Es decir, las consecuencias del tsunami fueron mucho mayores…

S.B.: En Chile existe cierta tradición en las políticas constructivas que permiten enfrentar sismos de manera medianamente aceptable. Pero las ciudades no estaban preparadas para un tsunami.  Solo en el Biobío hubo alrededor de 2.600 personas afectadas, 18 localidades urbanas destruidas y 11.600 edificaciones parcial o totalmente derrumbadas. La extensión del daño de un tsunami es mucho más profunda, porque destruye todas las edificaciones, la estructura pública, colegios, servicios de salud, instalaciones de bomberos, carabineros, que son las que habitualmente ayudan al proceso de recuperación. El nivel de devastación fue tal que necesariamente ameritaba reconstruir ciudades completas. No solo había que levantar casas, sino implementar un nuevo modelo de planificación que permitiera que, ante eventuales nuevos maremotos, estas ciudades puedan resistir de mejor forma.  Reconstruir, pero con la máxima seguridad.

swissinfo.ch: ¿Qué aspectos consideraron a la hora de planificar la reconstrucción?

S.B.: En estas localidades costeras no se podía reconstruir por la vía tradicional de asignar subsidios para nuevas casas, como sí se pudo hacer en algunas ciudades mediterráneas.  Primero había que hacer un estudio para determinar su nivel de riesgo, hacer simulaciones numéricas para ver cómo se comportarían ante un evento futuro. Luego diseñar medidas de seguridad, como defensas costeras, bosques de mitigación  o lo que se ha llamado viviendas resilientes, edificaciones capaces de recuperarse más rápido después de un evento adverso. Asimismo, se determinó relocalizar instalaciones como colegios, carabineros, bomberos y establecimientos de salud, para que  -en caso de nuevas emergencias-  no se vieran tan afectadas y pudieran funcionar.

Sergio Baeriswyl, con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, y el ministro de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Pérez Gentileza MINVU

swissinfo.ch: ¿Cómo fue diseñar un plan de reconstrucción para 18 localidades distintas entre sí?

S.B.: Efectivamente, cada una tenía realidades muy diversas en lo cultural, social, económico y estructural. Por eso  tuvimos que trabajar con la comunidad y con los equipos técnicos, para ver cuáles eran las medidas más factibles de aplicar y, en ciertos casos, tomar decisiones que no gustaron a todos, como expropiar el lugar donde algunos vivían, para construir defensas costeras y a ellos trasladarlos a sitios más seguros. Eso no ocurrió con todos, eso sí. Por ejemplo, los pescadores no pueden vivir alejados del mar por razones laborales y culturales. Para ellos desarrollamos viviendas resilientes, lo que algunos llaman palafitos;  edificaciones muy reforzadas, construidas sobre la línea de inundación, para que puedan seguir viviendo allí y desarrollando sus actividades. Estas viviendas pueden resistir mejor eventos futuros de tsunami, lo que no significa que no se verán afectadas, pero sí serán más fáciles de reconstruir que las que tenían antes del 27/F.

swissinfo.ch: ¿Estaba el país preparado para un siniestro como éste?

S.B.: Chile desarrolló una cultura para los terremotos, pero no para los tsunamis, y es entendible porque estos eventos ocurren cada 150 años. En el pasado, las autoridades siempre pensaron que bastaba con reconstruir, total la frecuencia de los maremotos era muy espaciada. Pero hoy se ha constatado que las costas chilenas son vulnerables, no solo a los tsunamis cercanos, sino también a los de campo lejano, como los que ocurren en Asia. Tanto es así que en marzo de 2011, cuando se produjo el tsunami en Japón, hubo también un maremoto (menor) en las costas chilenas, es decir, solo un año después. Hoy, afortunadamente, las autoridades están entendiendo que adoptar medidas de mitigación es una obligación para nuestro país.

swissinfo.ch: Cuatro años después, ¿cómo evalúa el proceso de reconstrucción en esta zona?

S.B.: Todo indica que este proceso va a concluir con éxito en el transcurso de este año. La mayoría de la viviendas afectadas en el borde costero están reconstruidas o en fase de reconstrucción. Lo que va a demorar mucho más tiempo – porque no es fácil- es que todas las localidades cuenten con las medidas de mitigación necesarias. Los proyectos ya están hechos, pero para que se implementen probablemente van a pasar varios años. Lo mismo para que se reubiquen todos los colegios y servicios de salud.

Se trata de un reconocimiento que otorga bienalmente el Gobierno de Chile a los profesionales que destacan en este ámbito.

Este año, Sergio Baeriswyl lo recibió de manos del ministro de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Pérez. Es primera vez que se entrega el galardón a un profesional de región

swissinfo.ch: ¿Qué desafíos están pendientes?

S.B.: Muchos, especialmente  el de implementar una política pública a escala nacional. Todas las ciudades chilenas del borde costero debieran tener este concepto de resiliencia, y eso implica cambios profundos respecto de cómo están organizadas hoy en día. En el norte, por ejemplo, muchas localidades costeras han recibido una preparación desde el punto de vista de la emergencia; se hacen simulaciones, ejercicios de evacuación, hay señalética de seguridad, se han determinado los puntos vulnerables. Si bien eso permite salvar vidas y evacuar oportunamente, ante un eventual maremoto, esas ciudades van a quedar muy afectadas, lo que provoca daños en la economía, en los servicios, emergencias sanitarias y otras consecuencias muy severas que se podrían evitar si estuvieran preparadas desde el punto urbano. Tienen que ser estrategias a largo plazo, y esas están pendientes aún.

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