Con un contundente 92% de los votos, la ciudadanía suiza dijo “no” a una iniciativa para reemplazar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) por un gravamen a las energías no renovables. Desde 1929, cuando una propuesta para el aprovisionamiento de trigo obtuvo apenas 2.7% de votos a favor, no se había registrado un rechazo tan enfático.
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swissnfo.ch y agencias, swissinfo
La repuesta popular se produce a solamente unas semanas de que el Gobierno presente su proyecto de reforma fiscal en materia ecológica. Sin embargo, la titular de la cartera de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf descartó un impacto negativo.
En conferencia de prensa posterior a la difusión de los resultados de las votaciones de este domingo, la ministra expresó que el pueblo confía en la estrategia oficial que avanza etapa por etapa.
El proyecto del Gobierno, que será sometido en breve a consulta y sobre el cual se pronunciará la población el año próximo, se inscribe en la estrategia energética 2050 y, a decir de la ministra, deberá ser sustentable tanto para la economía como para los hogares. Amén de que el producto de los impuestos retornará a la población.
En opinión de Widmer-Schlumpf, el gran error de la iniciativa de los Verdes Liberales fue el de centrarse en la supresión del IVA, que representa una tercera parte de los ingresos de la Confederación y que es bien aceptado.
Una debacle
“Es una decepción muy grande”, comentó Tiana Angelina Moser, presidenta del grupo parlamentario de los Verdes Liberales, formación que presentó la propuesta.
La legisladora rechazó, sin embargo, que este fracaso pueda impactar los resultados de las elecciones federales a celebrarse en septiembre próximo. En su opinión, el no significó un rechazo al proyecto, pero no al partido.
La propuesta de suprimir el IVA constituía un paso muy importante y el franco fuerte no fue un aliado, consideró la diputada zuriquesa. “Estoy convencida de que eso tuvo un impacto”, subrayó para añadir que la inseguridad en la economía hacía difícil la aceptación de cambios.
Para su correligionario del cantón de Argovia, Beat Flach, el rechazo a la iniciativa no pone en tela de juicio el vuelco energético. “No hay alternativa ecológica ni económica”, escribió el diputado en su cuenta de Twitter.
La iniciativa de los Verdes Liberales proponía “un cambio demasiado radical y era inútilmente complicada”, reaccionó por su parte Adèle Thorens. Con todo, la copresidenta de los Verdes, que apoyó el texto, ratificó que la iniciativa iba en la buena dirección. “La fiscalidad ecológica terminará por convertirse en una realidad”.
Los sondeos previos a la votación habían anticipado claramente la derrota de la propuesta de los Verdes Liberales. Sin embargo, los resultados marcaron un récord histórico en cuanto al rechazo de los votantes a una iniciativa sometida a escrutinio.
Los Verdes Liberales proponían suprimir el IVA, el cual permite al Gobierno recaudar 23 mil millones de francos anuales, y es su principal fuente de ingresos, e imponer en su lugar un impuesto a energías como el carbón o el petróleo.
Los promotores de la iniciativa estaban muy conscientes del escaso entusiasmo que habían generado. “Creemos que esto (incrementar los gravámenes a las energías no renovables) debe hacerse, pero tal vez nos estamos anticipando unos 20 años”, había dicho el presidente de los verdes Liberales, Martin Bäumle.
Según sus explicaciones, la implementación de la propuesta no habría tenido un gran impacto para la industria, toda vez que, en el caso de las empresas orientadas hacia el mercado interno, no habría cambio, en virtud de la desaparición del IVA. Y en cuanto a las firmas particularmente consumidoras de energía, optarían por reducir las importaciones de energías fósiles.
Pero los argumentos no convencieron, ni siquiera al Partido Socialista, tradicionalmente proclive a los temas de interés ecológico.
Peligroso reducir ingresos estatales
“Sería peligroso privar al Estado de una fuente de ingresos tan fuerte como la del IVA, ya que se utiliza para financiar una parte de la seguridad social”, había declarado el diputado socialista Eric Nussbaumer.
Los partidos de centroderecha y de derecha consideraron por su parte que la introducción de un impuesto sobre la energía amenazarían el futuro de la plaza industrial suiza y limitaría la movilidad.
“Suiza se comporta de manera ejemplar con respecto al Protocolo de Kioto, que plantea una reducción de las emisiones de CO2. No podemos ir más lejos que los otros países mediante la introducción de un impuesto sobre la energía que debilitaría nuestra economía sin tener un efecto significativo sobre el clima”, había precisado el diputado Albert Rösti, de la Unión Democrática del Centro (UDC/derecha conservadora).
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Una revolución fiscal para lograr el giro energético
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Subir los precios de los combustibles y los carburantes para reducir el consumo de energías fósiles. Es lo que proponen los Verdes Liberales en una iniciativa que quiere sustituir el IVA por un impuesto energético. Casi todos los demás partidos se oponen al proyecto.
Cambio climático, contaminación atmosférica, efectos dañinos para la salud y el medio ambiente: las energías fósiles – petróleo, gas, carbón – causan graves problemas, con los que cargarán las futuras generaciones. En Suiza, el debate sobre el giro energético comenzó hace treinta años. Sin embargo, el 66% del abastecimiento energético del país aún proviene de fuentes fósiles, mientras las nuevas energías renovables – sol, viento, biogás – representan apenas el 2%.
En 2011, tras el accidente nuclear de Fukushima, el Gobierno decidió elaborar una nueva Estrategia Energética 2050, que prevé mejorar la eficiencia energética y desarrollar las fuentes renovables para prescindir progresivamente de la energía atómica y reducir el consumo de fuentes fósiles. Este paquete de medidas – que se ha sometido al Parlamento – constituye un paso en la buena dirección, pero su aplicación avanza a paso de tortuga, a juicio de los Verdes Liberales (VL).
Con la iniciativa Reemplazar el IVA por un impuesto sobre la energía, el partido de centro propone una revolución del sistema fiscal para acelerar el giro energético. Según el texto, el impuesto sobre el valor añadido (IVA) deberá sustituirse en el plazo de cinco años por un gravamen sobre la producción y la importación de energías no renovables. Este nuevo gravamen llevará a un fuerte encarecimiento de los carburantes y los combustibles fósiles, por lo que favorecerá el ahorro energético y aumentará la competitividad de las energías limpias.
Iniciativa de los Verdes Liberales
En texto estipula que se suprima el impuesto sobre el valor añadido (IVA) el plazo de 5 años. En su lugar, se aplicará un gravamen sobre la producción o la importación de energías no renovables.
La recaudación de este impuesto deberá corresponder inicialmente a los ingresos del IVA durante el quinquenio precedente a su supresión. Luego, los ingresos se calcularán para que correspondan a un porcentaje fijo del Producto Interior Bruto.
Para evitar distorsiones de la competitividad internacional, la ley puede contemplar excepciones para los sectores industriales que consumen mucha energía e introducir un impuesto sobre la energía gris, que pesaría principalmente sobre las importaciones.
El 5% de los impuestos recaudados se utilizarían para reducir las primas del seguro médico de las clases con ingresos bajos u otras medidas de desgravación en su favor.
IVA, un impuesto equivocado
“En el marco de la nueva estrategia energética se discuten miles de propuestas de decretos, impuestos, subvenciones. Con nuestra iniciativa podemos resolver de un solo golpe todos estos problemas. Un impuesto energético reduciría, además, la menor carga administra respecto al IVA que pesa no solo sobre el Estado, sino también sobre más de 300 000 empresas”, explica Martin Bäumle.
Según el presidente de los VL, el nuevo gravamen permitirá, entre otras cosas, reducir más rápido la dependencia energética del extranjero. Cada año, Suiza gasta más de 13 000 millones de francos para comprar petróleo y gas que provienen en gran parte de países inestables. El fomento de las energías renovables, en cambio, dará un empujoncito a la industria helvética de las energías limpias (cleantech) y generará un valor agregado, así como miles de puestos de trabajo en el país.
“El IVA es un impuesto concebido de modo erróneo. Afecta al valor añadido que han creado nuestras empresas. Y afecta a la innovación, o sea, justo uno de los puntos fuertes de nuestra economía. Es mucho más sensato introducir en su lugar un impuesto que grave las energías no renovables importadas de regiones lejanas”, subraya Bäumle.
Turbulencias económicas
La iniciativa no cuenta con el aval del Gobierno, que recomienda al pueblo que la rechace. El Ejecutivo está convencido de que no se podrá reducir el consumo energético y las emisiones de CO2 sin aumentar los precios de las energías fósiles. Para compensar los ingresos del IVA, estimados en cerca de 23 000 millones de francos al año, los gravámenes sobre los carburantes y los combustibles de origen fósil deberían fijarse a un nivel demasiado alto: la gasolina, por ejemplo, aumentaría al menos 3 francos el litro.
Así, el nuevo sistema fiscal penalizaría los hogares con ingresos bajos y restaría competitividad internacional a las empresas suizas. Para evitar distorsiones de competitividad, la iniciativa contempla excepciones para los sectores industriales que más energía consumen. Según el Gobierno, sin embargo, el impuesto energético amenaza con provocar “turbulencias económicas” a corto y medio plazo.
El Consejo Federal se niega a suprimir el IVA, que constituye la principal fuente fiscal del Estado (35%) y garantiza unos ingresos estables. Para fomentar el giro energético, el Gobierno prevé introducir a partir de 2012 un sistema de incentivos que prevé un gravamen sobre las energías fósiles cuya recaudación se distribuirá a los hogares y las empresas. Este proyecto, aunque aún incierto, provocará seguramente luchas encarnecidas entre los grupos parlamentarios.
Impuestos energéticos
En Suiza ya se han aplicado gravámenes para alcanzar los objetivos en materia de política climática y energética.
La Confederación cobra un impuestos CO2 sobre la producción y la importación de combustibles fósiles. Un tercio de la recaudación se destina a financiar un programa de ahorro energético y el resto se distribuye a la población.
Desde hace muchos años se habla de introducir un impuesto análogo sobre los carburantes de origen fósil. Una propuesta que hasta ahora ha rechazado el Parlamento, donde la derecha tiene mayoría.
También se gravan los costes de transporte de la energía eléctrica para costear el suministro de electricidad producida a partir de fuentes renovables, el tráfico pesado, así como los aceites minerales.
Financiación no duradera
La iniciativa de los VL ha cosechado algún que otro apoyo de sus ‘primos’ de izquierda, el Partido Ecologista (Verdes), promotores de una propuesta análoga que fracasó rotundamente (77%) en las urnas en 2001. Según los otros partidos, el gravamen energético representa una solución inviable. Considera arriesgado que la fuente de ingresos de un Estado dependa de una fuente – las energías fósiles – que se pretende reducir gradualmente.
Según la derecha y el centro, el impuesto energético constituye, además, una amenaza para el futuro de la plaza industrial y un obstáculo a la movilidad. “Suiza va muy avanzada en lo que se refiere a las medidas para reducir las emisiones de CO2 que prevé el Protocolo de Kioto. No podemos ir aún más lejos que los demás países con nuevos impuestos energéticos. Solo debilitarían nuestra economía y apenas tendrían efectos sobre el clima”, sostiene Albert Rösti, diputado de la Unión Democrática de Centro (UDC, derecha conservadora).
La izquierda defiende el IVA por razones de índoles social, entre otras. “El encarecimiento de las energías fósiles es indispensable para lograr un giro energético y medioambiental, pero debe hacerse en el marco de un sistema de incentivos. Sería peligroso privar al Estado de una fuente fiscal sólida como el IVA, que sirve para financiar parte de la seguridad social”, sostiene Eric Nussbaumer, diputado socialista.
Penalizar el despilfarro
“Ha llegado el momento de actuar, pero tal vez vayamos 20 años por delante de los demás partidos”, afirma Martin Bäumle en respuesta a las críticas. “No cabe duda de que un gravamen sobre la energía puede garantizar una financiación duradera al Estado: si se reduce el consumo de carburantes y combustibles fósiles, bastará con aumentar la tasa impositiva. Y si dentro de 100 años desaparecieran las energías fósiles, no sería un problema gravar las demás fuentes, que también dañan el medioambiente, aunque en menor medida. Siempre necesitaremos energía”.
“Además, nuestra iniciativa no tendrá repercusiones negativas para las empresas y los hogares, ya que el aumento de los precios de los carburantes y los combustibles se compensará con la supresión del IVA. Solo se penalizará a quienes consumen mucha energía de origen fósil”.
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