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Suiza registra los primeros certificados de Kyoto

Instalaciones para producir biogas en Honduras. klimarappen.ch

Con el apoyo a un proyecto de producción de biogas en Honduras, Suiza ha adquirido hasta ahora 12.500 certificados para reducir su cuota de emisiones de gases con efecto invernadero.

Las organizaciones ecologistas critican este mecanismo. El comercio de emisiones en el extranjero obstaculiza la reducción de CO2 en el propio país, sostienen.

El de Honduras es un Proyecto con Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL) en pequeña escala, con el que se espera evitar la producción de 175.000 toneladas de dióxido de carbono (CO2) hasta 2012.

Se llama Eecopalcasa y produce biogas a partir de aguas residuales de la elaboración de aceite de palma. El biogas se incorpora a la propia red de producción de energía.

Gas y energía a partir de aguas residuales

De los dos estanques de aguas residuales emanan anualmente 3 millones de metros cúbicos de biogas que generan de 5,5 gigawatios/hora al año. La instalación funciona desde septiembre del 2006.

El fabricante asume el mantenimiento de las instalaciones los 3 primeros años, indica Renato Marioni, jefe de Proyectos en el Extranjero de la Fundación Centavo para el Clima.

El proyecto, distinguido con el sello ‘Gold Standard’ del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), “satisface altos estándares de calidad, mejora las condiciones ecológicas en la región y es absolutamente aplicable”, aclara.

El 20% de Eecopalcasa pertenece a Palmas Centroamericanas S.A. y el 80% a los 450 agricultores de palma. “Esta estructura garantiza la sostenibilidad porque los campesinos están vinculados directamente y se interesan en el éxito del proyecto”.

Lo positivo del proyecto para Greenpeace

Alexander Hauri, encargado de la sección Clima y Energía de Greenpeace, reconoce que este proyecto frena las emisiones contaminantes, en concreto de metano y CO2.

La Fundación invierte 620.000 dólares en el proyecto, señala Marioni. “Con la venta del aceite de palma y el ingreso adicional de los certificados, Eecopalcasa asegura su financiamiento. Es un proyecto rentable”.

Sobre el precio de cada certificado, el directivo de la fundación solamente precisa que se trata de un precio fijo, acordado con Eecopalcasa, y que “está por encima del promedio”.

La fundación ha concertado proyectos en Brasil, Chile, Ecuador, Colombia, Perú y planea otros en Latinoamérica. Además, tiene proyectos en marcha en China, India y Malasia. Hasta hoy ha firmado contratos por 7,7 millones de toneladas de CO2.

Lo negativo: dentro de Suiza aumentan las emisiones

Con la compra de certificados en el extranjero, la fundación Centavo para el Clima “le ha puesto el anzuelo a un proyecto modelo entre la gran cantidad de proyectos de MDL”, apunta Alexander Hauri.

La reducción en el extranjero contribuye a proteger el medioambiente global, pero no a reducir las emisiones dentro de las fronteras suizas, según Greenpeace.

“Esto lleva al efecto absurdo de que en Suiza las emisiones de CO2 del tráfico vial aumentan masivamente (casi 10% desde 1990)”.

Según Hauri, el centavo para el clima no sirve para reducir los peligrosos gases de invernadero en Suiza, donde se necesita un impuesto CO2 a la gasolina y al diesel que el Gobierno debe introducir cuanto antes.

“Protección ambiental es más barata en el extranjero”

La Fundación Centavo para el Clima, que transferirá gratuitamente estos certificados a la Confederación, se defiende: un acuerdo con el Ministerio del Medioambiente ha establecido que debemos reducir hasta el 2012 por lo menos 1 millón de toneladas de CO2 dentro de Suiza y máximo 8 millones de toneladas en el extranjero.

Dos tercios de los ingresos de la fundación se emplearán en Suiza y un tercio en el extranjero, continúa Marioni. “Las medidas de protección del ambiente son más baratas en el extranjero; con menor inversión, allá se puede lograr mucho más”.

La fundación alcanzará su objetivo de generar menos CO2 (2,5 millones de toneladas) en Suiza, según Marioni.

Cada año se mide cuánto han bajado las emisiones y en el extranjero se presta especial atención a que los proyectos, además de reducir CO2, tengan un beneficio ecológico adicional.

Ante la rápida industrialización de los países en desarrollo, en los próximos años se necesita amplia transferencia de tecnología limpia, subraya Stefan Denzler, responsable del departamento de Promoción del Comercio de la Secretaria de Estado de Economía.

La comunidad internacional ha logrado un instrumento innovador, como los mecanismos flexibles del Protocolo de Kyoto, que Suiza deberá aplicar más intensamente.

Aprovechar estos mecanismos permite proteger el ambiente, allí donde los costos son menores, y reducir la pobreza a través de la creación de ingresos y empleos, concluye Denzler.

swissinfo, Rosa Amelia Fierro

Es un acuerdo internacional firmado en 1997 para reducir emisiones de gases que causan el efecto de invernadero.

Para cumplirlo se establecieron las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero en cada país y el comercio de emisiones.

Un Certificado de Kyoto equivale a la reducción de una tonelada de CO2.

Los precios de cada certificado aún no están estipulados. El mercado europeo los determina de acuerdo a la oferta y a la demanda, por lo que cambian constantemente.

Como en la bolsa, la cotización depende de muchos factores y es muy inestable. Por ejemplo, en abril 2006 una información hizo bajar en dos tercios los precios que oscilaban en 30 euros.

Hasta el 2012, Suiza debe reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 8% frente a los niveles de 1990. Más del 80% de estas emisiones corresponden a CO2.

Por ello Suiza se ha propuesto una meta especial de reducción de este gas: hasta el 2010, debe bajar en 10%, es decir, cuatro millones de toneladas.
La Fundación Centavo para el Clima es una medida voluntaria de la economía suiza para “una protección del clima más efectiva”.

Se ha comprometido ante la Confederación a reducir nueve millones de toneladas de CO2 (entre el 2008 y el 2012), de las cuales, por lo menos un millón de toneladas dentro de Suiza.

La fundación es financiada mediante el impuesto de 1,5 centavos de franco por litro a la gasolina y el diesel importados.

En diciembre 2007, la fundación abrió una cuenta de certificados de Kioto que es transmitida a un registro nacional de emisiones.

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