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Al rescate de menores en la Amazonía

Los niños del albergue colaboran en la producción de sus alimentos. Mazuko

Albergue fundado hace 18 años por un sacerdote suizo, refugio contra la explotación y el maltrato de menores en la Amazonía peruana.

La Asociación Huarayo dirige el proyecto destinado también a dar abrigo a los escolares, con el sólo apoyo de Terre des Hommes Suiza.

“Hay organizaciones en las zonas de reserva que cuentan con financiamientos de muchos millones de dólares para proteger monos, loros, tortugas, pero, como parte de la preservación del entorno, no se ve al niño. Se desdibuja la infancia”, lamenta Oscar Guadalupe.

“Vivimos en una sociedad muy ciega para ver a la infancia como valor, como futuro. ¡Es una triste realidad!”, enfatiza el responsable de la Asociación Huarayo, en entrevista con swissinfo.

Mazuko es una población situada en tierra inhóspita, alejada, en el departamento de Madre de Dios, en el sur de la Amazonía peruana. Para llegar hasta ella desde Cuzco se requieren el uso de avionetas o, por tierra, tres días de camino. “Y eso, si hace buen tiempo”.

En ese lugar, donde la Naturaleza se mostró pródiga, la ambición sentó sus reales y junto a la devastación campean toda suerte de inequidades: la afluencia de buscadores de oro y otras riquezas ha generado un comercio impune de menores destinados al trabajo en las minas y a la prostitución.

Mucho oro, mucha explotación

El departamento cuenta con 6.000 habitantes, pero se estima que hay una población flotante de 10.000 personas y en las zonas y temporadas de extracción del metal, hasta 20.000.

“Eso hace que haya demanda de servicios de licor, de bares y ¿cómo se promociona un bar?, por el número de chicas, de menores de edad que venden licor, lo que viene acompañado de tráfico para prostitución”, asienta nuestro interlocutor.

Precisa que se trata de una red informal de comercio humano. “No es como las mafias organizadas. Ahí cualquiera puede hacerlo. Un camionero ofrece trabajo a una menor, entrega a la chica a alguien que necesita y cobra en oro o en dinero”.

Y es que Madre de Dios está rodeado de departamentos altoandinos de mucha pobreza, habitados por unos tres millones de personas. “Entonces, es muy fácil atraer a los jóvenes a la selva con la promesa de un buen trabajo. Los captan en lugares públicos, en las plazas”.

Y mucha corrupción

Todo ello, bajo el telón de fondo de la indiferencia general de las autoridades. “Que si llegan a mostrar interés, en algunos casos es sólo para recibir un poco de oro y no hacer más nada”.

Ese es el contexto en el que labora la Asociación Huarayo, una entidad que desde hace diez años se hizo cargo del albergue infantil conocido como ‘La Casa de los Chicos’ y que fue fundado hace 18, por el sacerdote suizo Javier Arbez.

Oscar Guadalupe y su esposa, Ana Hurtado, responsables de la organización peruana, viajaron a Ginebra para hacer una presentación, en la sede de Terre de Hommes Suiza, de su proyecto ‘Educación y Defensa de los Derechos de los Niños en Mazuko’.

Explicaron que la estrategia tiene dos ejes, uno el albergue, destinado originalmente a recibir a los chicos que asisten a la escuela, y otro, la Defensoría de los Derechos de los Niños, que a su vez dio lugar a la creación de la asociaciación Amazonía, Defensa y Desarollo.

El albergue

La ahora Casa de los Chicos fue creada con el objetivo de ofrecer a los jóvenes de entre 12 y 19 años que asistían a la escuela de Mazuko, la única en muchos kilómetros a la redonda, techo y sustento.

“Tenemos alrededor de 30 niños por año. Algunos de ellos han llegado a hacer estudios universitarios”, comenta feliz Oscar Guadalupe, quien junto con su esposa y su equipo (6 adultos en total), hicieron también del albergue una chacra ecológica.

Eso significa que los huéspedes todos participan en tareas de producción de alimentos para su autoconsumo y cuyos excedentes venden en el mercado local. “Somos los únicos que tenemos productos ‘bio'”, enfatiza medio en broma el director del hogar.

“Para nosotros, el objetivo es capitalizar el capital humano de las comunidades, para su propio desarrollo. Es un tema muy importante. Con jóvenes que ven el desarrollo con opciones más técnicas, ya no se devasta tanto el campo. Son chicos formados con responsabilidad ecológica”, subraya a swissinfo.

La defensoría

La ley peruana, explica Oscar Guadalupe, indica que todos los departamentos tienen que tener una defensoría para los derechos de los niños. Sin embargo, eso no se da porque, al mismo tiempo, las autoridades ven en ello un gasto y no una inversión para el futuro.

Empero, en diversas partes del país, y principalmente en la región que nos ocupa, la violación de los derechos de los menores es una práctica constante. Es por ello que el proyecto dirigido por nuestro interlocutor y su esposa incluye también un mecanismo para la defensa de los chicos.

“El 50% de los casos que atendemos en la defensoría tiene que ver con el abandono, moral o material, de los padres o de alguno de ellos; el resto con tráfico, explotación laboral y sexual, y con violencia”.

Lamenta ese desinterés de las autoridades y subraya que un niño que ha sido víctima de esas vejaciones, repetirá la conducta al llegar a la edad adulta, “y no se romperá nunca el ciclo del abandono, la explotación y la violencia”.

Cada año, la defensoría de Mazuko atiende alrededor de mil casos, amén de que ha logrado la instalación de una red de 18 defensorías con otras poblaciones e inclusive con organizaciones de Bolivia y de Brasil.

El albergue da cabida también a los niños víctimas de todo ese tipo de agresiones y a los menores que la propia defensoría logra “rescatar”. “Hay meses en los que tenemos hasta cincuenta chicos”, puntualiza Oscar Guadalupe, pero los recursos son pocos y mucha la necesidad.

Para su financiamiento, el albergue cuenta sólo con el apoyo de Terre des Hommes, las autoridades del país “no miran a la selva” y las organizaciones extranjeras “no miran a los niños”. Realmente, ¡una triste realidad!

swissinfo, Marcela Águila Rubín, Ginebra

La población de Mazuko se sitúa en la ceja de Selva, en el distrito de Inambari, departamento de Madre de Dios, a 180 km de Puerto Maldonado (capital del departamento).

La zona es conocida por la actividad aurífera y la extracción de madera tropical.

En Mazuko conviven los pocos nativos de la región con la mayoría de emigrantes de la Sierra que llegan para lavar oro o explotar la madera tropical.

Aunque nacidos en la zona, adultos y jóvenes, en su mayoría de habla quechua, conservan la esperanza de emigrar a las grandes ciudades o de volver a sus comunidades de origen tras ahorrar un poco de dinero.

El albergue de Mazuko está dirigido por Oscar Guadalupe y su esposa Ana Hurtado. Cuenta con el apoyo de Terre des Hommes Suiza y recibe un promedio anual de 30 niños que van a la escuela de la localidad, amén de los chicos cuyos derechos han sido violentados o que están en riesgo.

Los niños están organizados en una asamblea, lo que les permite desarrollar su autonomía y responsabilidad.

la Defensoría de los niños y adolescentes es una institución que defiende los derechos de la infancia en respuesta a la explotación laboral y sexual, tráfico y abandono de niños.

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