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Derechos humanos: el gran desapego de Suiza

Los afiches de la UDC rozan la provocación. swissinfo.ch

La diplomacia helvética promueve desde hace muchos años los tratados internacionales en la materia, una práctica atacada incluso en Suiza.

El ministro de Justicia acaba de criticarla durante la fiesta nacional, y varias iniciativas amenazan con demandarlo en caso de ser aceptadas por los ciudadanos.

“Los derechos humanos, digan lo que digan los teseos y otros trabajadores sociales, tienen límites”.

Esta afirmación, muy discutible, aparecida recientemente en una crónica sobre la delincuencia en el dominical ‘Le Matin Dimanche’, ilustra ejemplarmente qué hay detrás de una serie de declaraciones y propuestas de ley.

En un discurso pronunciado el día de la Fiesta Nacional de Suiza (y que no comprometía al gobierno colegiado), el ministro de Justicia Christoph Blocher declaró que el derecho internacional entorpece la democracia helvética y sus derechos populares, como la iniciativa y el referéndum

Su afirmación es totalmente coherente con la línea de su partido, la Unión Democrática del Centro (UDC, derecha nacionalista), que no cesa de lanzar y respaldar iniciativas que, de ser aprobadas y aplicadas, podrían violar la Carta de Naciones Unidas en materia de derechos humanos o el Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Riesgo de violación

Ya ocurre con la iniciativa a favor de la reclusión de por vida para los delincuentes más peligrosos que el Parlamento no consigue traducir en ley y también ocurrirá con los textos que proponen que la concesión de la nacionalidad suiza pase por el veredicto de las urnas; la iniciativa que prohíbe la construcción de alminares; y la que pretende expulsar a los extranjeros delincuentes, iniciativa lanzada el 1 de agosto.

La nueva ley de asilo y extranjería, que aprobaron en septiembre pasado los suizos, también puede transgredir algunos tratados, dependiendo de cómo se aplique.

El continuo endurecimiento de la legislación es consecuencia del miedo que suscitan en algunos políticos y en una parte de la población suiza los extranjeros y a una supuesta agravación de la delincuencia, tema que la prensa nacional ha abordado hasta la saciedad.

Creciente alejamiento

Esta evolución no preocupa únicamente a los partidos de izquierda. “Suiza es un país que destaca por sus elevados estándares en materia de respeto de los derechos humanos. En ningún lugar de Europa hay una ley de asilo y extranjería como la suiza, contra la que he luchado y que sigo considerando nefasta”, sentencia Claude Ruey, diputado del Partido Liberal en el Parlamento suizo.

El parlamentario observa un creciente alejamiento entre el compromiso internacional de Suiza a favor de los derechos humanos y las medidas cada vez más restrictivas hacia algunas minorías que se adoptan en el país.

“Tenemos que permanecer en alerta. Suiza es depositaria de los Convenios de Ginebra, y ésta es a su vez sede del Consejo de Derechos Humanos, así que debemos dar ejemplo, cosa que no ocurre en este momento”, insiste Claude Ruey. En su opinión, los diplomáticos del resto del mundo se han percatado de esta evolución.

Balaustrada necesaria

También juristas, como Walter Kälin, profesor de Derecho Constitucional y Derecho Internacional de la Universidad de Berna, manifiestan su opinión.

Este renombrado experto no niega el carácter restrictivo del derecho internacional hacia algunos derechos populares. Pero recuerda que aquí se trata de una balaustrada. “La democracia tiene, en efecto, límites. No se puede vota a favor o en contra de un genocidio o sobre la instauración de un régimen de apartheid”, subraya Walter Kälin.

“Siempre hay una tensión entre la voluntad de la mayoría y los derechos e intereses legítimos de las minorías. Por esa razón Suiza no sólo es una democracia, sino también un Estado de derecho.”

“El derecho internacional limita por tanto la voluntad de la mayoría, pero lo hace para proteger a las minorías y a los individuos, según las circunstancias, a cada uno de nosotros”, prosigue.

“Y es con base en una decisión soberana que un país como Suiza y su Parlamento se adhieren a un tratado internacional. Además, la mayoría de esos textos son sometidos a un referéndum popular”, concluye Walter Kälin.

swissinfo, Frédéric Burnand

La primacía del derecho internacional sobre el derecho suizo se impuso a mediados del siglo XIX (coincidiendo con el nacimiento de la Suiza moderna).

Después de que Suiza adoptara un tratado internacional que iba en contra de una ley nacional, el Tribunal Federal (garante de la Constitución) emitió un veredicto a favor del tratado.

Descartando algunas excepciones en los años 30, jamás se cuestionó este principio, salvo en un caso vinculado a la Lex Koller (limitación de compra de propiedades por extranjeros).

Desde el punto de vista jurídico, Suiza tiene la posibilidad de salirse de la Convención Europea de Derechos Humanos. Hasta el momento sólo Grecia dio ese paso durante la dictadura de los coroneles. El país volvió a adherirse al recuperar la democracia.

Además, Suiza siempre estaría ligada al pacto sobre derechos civiles y políticos de Naciones Unidas. Un convenio del que un país miembro no puede salirse. Corea del Norte intentó sustraerse antes de aceptar que esa opción era imposible.

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