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Diamantes ensangrentados

El proceso de Kimberley busca sancionar el comercio ilícito de diamantes. Keystone Archive

Suiza y una treintena de países se reúnen en Interlaken para reforzar las medidas de control del tráfico de diamantes con el que se financian las guerras.

Se prevé un sistema internacional de certificación de garantía de las piedras preciosas.

Los diamantes, como el dinero, son el nervio de la guerra, sobre todo en países como Angola, Congo, Sierra Leona y Liberia.

El comercio con esas piedras preciosas ‘sucias’ y a veces ‘ensangrentadas’ lleva ya cierto tiempo en el punto de mira de la ONU. El Consejo de Seguridad ha tratado de detenerlo con embargos.

En mayo del 2000, los principales países afectados por la producción y el comercio de diamantes decidieron crear un sistema de certificación internacional, bautizado como ‘proceso de Kimberley’, según la ciudad sudafricana célebre por sus yacimientos de diamantes.

Tras varias reuniones, desde Botswana hasta Ottawa pasando por Moscú, ese ‘proceso’ llega a Interlaken, donde este lunes se celebra una asamblea plenaria y este martes (05.11.) una conferencia ministerial, para fijar una agenda concreta.

“Queremos un comercio limpio”

¿Cuál es la motivación de Suiza en ese proceso? “En primer lugar, una motivación humanitaria”, explica Luzius Wasescha, delegado del Gobierno para los acuerdos comerciales.

“Pero también la voluntad de establecer sanciones contra los actores de ese comercio ilícito. Queremos un comercio limpio, pero queremos también un mercado de diamantes limpios que funcione.”

El diplomático relativiza, sin embargo, la importancia del tema para Suiza: “Hasta hace poco éramos el tercer mercado europeo de diamantes. Entretanto, nos hemos convertido en un actor marginal.”

¿Será eficaz el proceso de Kimberley? Luzius Wasescha no tiene dudas sobre ello, siempre y cuando todas las partes implicadas respeten las reglas del juego. “Además, las ONG se encargarán de incluir en la lista negra a quienes traten de evadir ese sistema”, agrega.

ONG: “sí, pero…”

Las organizaciones no gubernamentales estiman que se trata de una iniciativa positiva, porque “cerrará un vacío en la legislación internacional”, afirma Danièle Gosteli, de la sección suiza de Amnistía Internacional.

El tráfico de ‘diamantes sucios’ ha servido para comprar armamento por valor de entre 300 y 500 millones de dólares. Esos recursos naturales han contribuido a agravar las guerras internas en los países productores cobrándose así cientos de miles de víctimas inocentes.

La satisfacción de las ONG no es total, ya que para ellas las medidas anunciadas no son vinculantes, sino que su aplicación depende de la buena voluntad: su eficacia es limitada al no existir una instancia de control digna de ese nombre.

Danièle Gosteli se manifiesta preocupada, por ejemplo, del doble lenguaje que utiliza la República Democrática del Congo: Kinshasa apoya el proceso de Kimberley, pero viola con toda impunidad los derechos humanos en Mbuji-Mayi, centro de la industria congoleña del diamante.

Orfebres y joyeros

Amnistía Internacional confirma haber entablado contacto con unos 400 joyeros, orfebres y otros fabricantes de diamantes en Suiza para informarles de los pormenores del Proceso de Kimberley.

Aunque sus reacciones son favorables, algunos joyeros estiman que la introducción de una certificación modificará sus contactos habituales, basados más en una relación de confianza que en procedimientos administrativos.

Queda esperar que este martes por la tarde (05.11.), la ministra sudafricana de Minerales y Energía, Phumzile Mlambo-Ngcuka, y el titular suizo de Economía, Pascal Couchepin, puedan anunciar la fecha de entrada en vigor del proceso de Kimberley.

Bernard Weissbrodt

En el 2001, la producción mundial de diamantes superaba los 100 mil carates, equivalentes a más de 11 mil millones de dólares.

Se estima que los diamantes sucios, que se utilizan para financiar brutales guerras, representan entre el 2 y el 4% del comercio mundial.

El Proceso de Kimberley reagrupa a 35 países, representantes de la industria de los diamantes y ONG.

En el futuro, los envíos de diamantes brutos irán acompañados de un certificado de origen que atestigüe que no contienen ‘piedras sucias’.

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