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“En nuestro país no hay guetos”

Para Thomas Kessler, la integración para por la igualdad de oportunidades. pictrurebale

¿Puede ser Suiza escenario de disturbios juveniles como los actuales en Francia? Probablemente no, gracias al trabajo de integración, sostiene el experto Thomas Kessler.

El artífice del modelo de integración de Basilea que abre la vía hacia la igualdad de oportunidades pasa por la integración y no la confrontación.

swissinfo: En Suiza se observa con preocupación los disturbios que vive Francia. ¿Podría llegar a producirse algo análogo en nuestro país?

Thomas Kessler: En absoluto. La composición de la población extranjera en Suiza es muy diferente a la de Francia u otros países con un pasado colonial. En Suiza la colonia extranjera abarca diferentes nacionalidades. No tememos situaciones de gueto análogas a las que existen en las periferias francesas.

swissinfo: ¿Antes de estallar la revuelta, pensó usted que podría ocurrir algo semejante?

T.K.: Yo estaba en París. Al visitar estos barrios me percaté de que estaba a punto de estallar una revuelta. Y esto lo sabían también las autoridades francesas. La presencia policial se había reforzado mucho hace tres semanas.

swissinfo: Ocurrió en París, pero la situación en Mulhouse, cerca de Basilea, también es muy tensa…

T.K.: Aunque es una ciudad pequeña, en Mulhouse observamos también una división de la sociedad en dos partes: los barrios urbanos y los periféricos con los guetos que se han formado en torno a los inmuebles baratos destinados a los inmigrantes africanos.

El quid de la cuestión es la división de la sociedad en dos categorías. Una realidad que observamos también en las ciudades de provincia, que son pequeñas, pero donde la división tiene las características que en París.

En Suiza la situación es diferente. Desde su creación este Estado ha sido un país multicultural. En Suiza es fácil identificar los problemas. En los años 80 llegaron inmigrantes de la región balcánica y Turquía. También aquí hay lagunas en la integración de estos extranjeros. Pero trabajamos para colmarlas.

swissinfo: Hace un tiempo usted dijo que un error en las políticas de integración e igualdad de oportunidades son “bombas sociales”…

T.K.: Sí, también Suiza ha cometido errores en la política de extranjería, sobre todo en los años 80 y al inicio de los 90. No había igualdad de oportunidades, se confiaba en el principio de rotación, como la contratación de trabajadores temporeros.

Suiza funciona sólo sobre la base del modelo de igualdad de oportunidades. No se puede dar el lujo de subdividir a la población en vencedores y perdedores. Sería su derrota.

swissinfo: El modelo de integración de Basilea es para muchos un ejemplo. ¿Qué lo distingue de otros?

T.K.: Este modelo es extenso y abarca incluso el desarrollo urbanístico. Queremos influir positivamente en la estructura de la población mezclando los segmentos sociales. De esta manera se evita una división en barrios ricos y barrios pobres.

Se trata de revalorar los viejos barrios populares comprando inmuebles a bajo precio, rehabilitarlos a precios moderados y volverlos a vender. Se ha demostrado que este es el camino justo, que no cuesta un céntimo porque los edificios son rentables. De esta manera, en estos barrios las capas sociales más débiles conviven junto a la clase media.

swissinfo: ¿Qué otras medidas de integración tiene Basilea?

T.K.: Seguimos la vía del fomento individual. Informamos a las personas de las características de nuestro país, pero también de lo que esperamos de los inmigrantes.

Además, ofrecemos cursos de alemán, fomentamos la integración social, la formación y la creación de una red de contacto.

No esperamos a que se presenten los problemas. En el pasado las autoridades se contentaban con pagar por la enfermedad, el desempleo, la delincuencia. Todos síntomas, en resumen, de una fallida política de integración.

swissinfo: ¿Es una política rentable?

T.K.: La estrategia es clara. La aplicación funciona según los criterios y principios empresariales.

Sin embargo, los barrios aún no están tan diversificados como quisiéramos. Y la igualdad de oportunidades todavía no es un hecho para todas las nacionalidades.

swissinfo: En resumen: al igual que en Francia, también en Suiza existen sociedades paralelas: hay turcos, albaneses, negros…

T.K.: Suiza se define desde un punto de vista político solamente a través de la historia y las instituciones comunes. Desde el inicio hemos sido un país multicultural, compuesto únicamente de minorías.

No hay una lengua o una religión suiza. Por ello nosotros nos definimos a través de las reglas comunes, las leyes y la democracia. En se marco todas las minorías gozan de una gran libertad en nuestro país.

swissinfo: No obstante, tampoco en Suiza hay tolerancia hacia los islámicos que predican el odio.

T.K.: Y no debe haberla, porque los predicadores del odio van en contra de nuestros valores fundamentales y la Constitución. Suiza, siendo un país de minorías, se ha fijado reglas muy estrictas, basadas en el respeto, la protección de las minorías y el equilibrio de los intereses.

En este sistema, el odio, las provocaciones, los sentimientos de superioridad y la instigación a la desigualdad constituyen un ataque frontal a nuestra identidad y a nuestra Constitución. Y está totalmente descartado que lo toleremos. Estas personas deben ser llevadas inmediatamente ante un juez.

Entrevista swissinfo: Etienne Strebel
(Traducción del alemán: Belén Couceiro)

Desde 1998, Thomas Kessler es delegado para las cuestiones de inmigración e integración del gobierno municipal de Basilea y dirige la oficina cantonal de integración, ‘Integration Basel’.

El punto fuerte del modelo de integración basilense radica en el principio de igualdad de oportunidades. Este comprende también la reciprocidad de derechos y deberes para todos los integrantes de la sociedad.

Basilea es importante también por su vasta política social. En la lucha contra las desigualdades sociales, para definir los grupos prioritarios prevalecen los criterios socioeconómicos y no el origen étnico.

Muchas tensiones y problemas se deben a la falta de conocimientos y a una comunicación insuficiente. Por ello Basilea quiere colmar las lagunas informativas y superar los prejuicios de todo tipo.

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