Nazismo: los judíos suizos de cara al pasado
Después de que lo hiciera la Suiza oficial, los judíos del país analizan su actitud política durante el nazismo.
Buscan determinar si la Federación Suiza de las Comunidades Israelitas colaboró demasiado estrechamente con las autoridades antisemitas de entonces.
El historiador Stefan Mächler aclara esta problemática en una obra aparecida en alemán bajo el título de ‘Hilfe und Ohnmacht’ (Ayuda e Impotencia).
Su libro fue presentado el miércoles (04.05) en el marco de la Centésima Asamblea de la Federación Suiza de Comunidades Israelitas (FSCI), organismo que ordenó la elaboración del estudio.
Contra la «sobrepoblación extranjera»
La comunidad israelita suiza, que cuenta con unos 18.000 miembros, debió hacerse cargo de los refugiados judíos, un trabajo enorme que le impusieron las autoridades, compromiso fuera de lo común que enfrentó con ayuda procedente de Estados Unidos. En algunos momentos logró socorrer a un número de judíos superior a aquel que había en Suiza.
La dirección de la FSCI consideró entonces que era indispensable una cooperación estrecha con las autoridades suizas para cumplir con la tarea encomendada. De ahí que la Policía Federal para los Extranjeros, dirigida por Heinrich Rothmund, se convirtiera en su principal asociado.
La FSCI apoyó desde entonces la lucha contra la «sobrepoblación extranjera» hasta el punto de cerrar los ojos ante la orientación a veces antisemita de esa política. Los responsables del organismo llegaron incluso a adoptar estereotipos como aquel de una imagen que presentaba a los judíos como un «cuerpo extraño dentro de su propio pueblo».
De esa manera, la dirección de la FSCI guardó silencio ante las medidas
antijudías decretadas por las autoridades suizas, pero también en torno a los excesos nazis. Intervino solamente, y con timidez, contra el sello «J» (Judío) introducido en 1938 y el cierre de las fronteras a los refugiados judíos en 1942.
Implicación paradójica
Stefan Mäachler habla del concurso de diversos factores: impotencia, antisemitismo amenazante e interiorizado y dependencia de las autoridades.
La Federación se implicó –paradójicamente, con la intención de defender a los judíos- en una política antisemita y finalmente mortal para muchas personas.
Para el autor del estudio la colaboración con las autoridades fue una necesidad. Sin embargo, la FSCI habría podido utilizar de mejor manera el margen de maniobra que le quedaba.
Esta actitud, de la que ya se había hablado en años pasados, no fue particular de los judíos suizos. Las comunidades judías de Francia, Bélgica y de los Países Bajos se comportaron de manera análoga durante las persecuciones nazis.
Malos recuerdos
Esta centésima asamblea de la FSCI permitió igualmente establecer un balance en torno al racismo y el antisemitismo. Diez años después de su introducción, la ley antirracista ha avanzado, destaca Georg Kreis, presidente de la Comisión Federal contra el Racismo.
El gobierno condena con firmeza a los racistas y sus cómplices, subraya.
Advierte, sin embargo, que en el seno de la sociedad hay un creciente desgarramiento. «El aumento de las tensones en la sociedad nunca es bueno para las minorías, en particular para los judíos».
En Suiza los judíos son considerados como ciudadanos con todos sus derechos, subraya por su parte Alfred Donath, presidente de la FSCI. Empero, el incendio criminal contra una sinagoga en Lugano (Tesino) despertó malos recuerdos. Aparentemente se trató de un acto aislado perpetrado por una sola persona.
Con todo, el presidente de la FSCI manifiesta su sorpresa por el hecho de que las autoridades del cantón descartaran móviles antisemitas.
La comunidad judía ha sido siempre una especie de termómetro, concluye Alfred Donath. «Cuando los judíos están amenazados, todos nuestros valores morales están en peligro o lo estarán muy pronto».
swissinfo y agencias
Suiza acogió a cerca de 300.000 refugiados durante al II Guerra Mundial.
Sin embargo, rechazó a 20.000, principalmente judíos.
En 1939 había unos 5.000 judíos en Suiza.
Al final de 1943 el total era de 22.000.
En los años 90, organizaciones judías estadounidenses iniciaron una demanda legal contra bancos suizos que no habían restituido haberes de víctimas del nazismo.
Los bancos entregaron más de mil millones de francos a los sobrevivientes en el marco de un acuerdo global.
Este asunto obligó al país a analizar su comportamiento en relación con el III Reich.
El trabajo histórico correspondiente fue confiado a una comisión independiente de expertos, la Comisión Bergier, que entregó las conclusiones de su trabajo en el 2001.
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