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Nervios a flor de piel en los hospitales

Las urgencias hospitalarias no dan abasto a la demanda. Keystone Archive

El sistema de salud suizo es caro. Los hospitales públicos sufren una sobrecarga de trabajo y los servicios de urgencias no dan abasto.

Y no se vislumbra una mejora de la situación, dado el creciente envejecimiento de la población y los recortes financieros.

Los índices de ocupación de camas hospitalarias son máximos; las listas de espera para algunas operaciones cada vez más largas; y los servicios de urgencias no dan abasto a la demanda.

Esta situación se acentúa en los meses de verano, cuando muchas familias salen de vacaciones y dejan a sus padres o abuelos ancianos en un centro hospitalario.

“Hay muchos pacientes que no deberían estar en urgencias”, señala Sascha Pfaender, asistente en medicina interna en el Hospital Universitario de Ginebra (HUG).

En el 2001, en los 364 hospitales suizos se trataron a 1,39 millones de pacientes por un coste total de 14.600 millones de francos, según la Oficina Federal de Estadística (OFE).

Pacientes más exigentes

Hay cada vez más gente que prefiere recurrir a los servicios urgencias en lugar de pedir cita al médico de cabecera y tener que esperar unos días.

De hecho, en el Hospital Universitario de Berna el número de personas tratadas en urgencias ha aumentado un 3% en los últimos dos años.

Desde que el seguro de enfermedad es obligatorio (1996), los suizos ejercen con rigor su derecho a una asistencia médica, y aún más desde que las primas de los seguros se han disparado.

A ello se suma que la población está mejor informada sobre las patologías y exige exámenes costosos como puede ser un escáner, explica Sascha Pfaender.

“Y además, les tranquiliza ser examinados por un asistente y el jefe de una clínica. Pero la explosión de costes en el sector es el reflejo de un malestar social global”, agrega.

Dos factores cruciales son el creciente envejecimiento de la población y que cada vez hay más gente que vive sola, subraya Cornelia Erne. Más de la mitad de las viviendas de Zúrich hay familias unipersonales, según la responsable adjunta del servicio de urgencias del Hospital Universitario de esa ciudad.

Pacientes en los pasillos

“Siempre hubo pacientes esperando en los pasillos”, afirma el cardiólogo Marco Bettoni.Pero el antiguo médico asistente en el HUG, que hoy tiene su propia consulta, reconoce que la situación se ha agravado debido a los sucesivos recortes de personal.

“La gente trabaja permanentemente bajo presión y ha agotado todas las reservas”. Los médicos asistentes trabajan entre 70 y 80 horas semanales, a veces en turnos de 36 horas consecutivas.

En el 2001, el Gobierno se percató de que esas condiciones de trabajo repercuten en la calidad de la atención al paciente.

Por ello el año pasado el Parlamento decidió limitar la jornada laboral de los médicos asistentes a 50 horas semanales. La medida entrará en vigor en el 2005.

La mayoría de los cantones ya ha reducido la jornada laboral mediante Convenios colectivos de Trabajo (CCT). Pero muchos hospitales no los respetan, porque no saben cómo hacer frente a los costes adicionales generados por los recortes de los horarios de trabajo.

Y como el trabajo administrativo del médico no va a disminuir, tendrá que sacar tiempo de las horas que dedica a los pacientes, una vez que entre en vigor la jornada de 50 horas semanales, señala Christophe Gapany, asistente en el hospital infantil de Lausana.

Una situación insegura

Todo parece indicar que las colas de espera en los hospitales no van a disminuir próximamente. Y menos aún si se tiene en cuenta que, tras la introducción de una especie de ‘numerus clausus’ en las facultades de medicina, también habrá menos médicos asistentes.

Una solución es reclutar personal médico en el extranjero. Pero aún así el HUG, por ejemplo, tiene problemas para cubrir las vacantes. Y en todos los hospitales falta personal médico en los quirófanos.

Esta situación resulta paradójica en un país que tiene una gran densidad de médicos por habitante y hasta una de las más elevadas del mundo.

El diputado y médico Yves Guisan critica abiertamente la pasividad por parte de las autoridades frente a una penuria médica más que programada.

“Vamos hacia una racionalización camuflada”, afirma. Los pacientes, desanimados por las largas colas de espera y una acogida lamentable, terminarán por limitarse ellos mismos.

O bien optarán por contraer un seguro complementario que cubra la asistencia en una clínica privada. Este es el primer paso hacia un sistema de asistencia médica de dos velocidades.

swissinfo, Anne Rubin y Philippe Kropf
(Traducción: Belén Couceiro)

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