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Un Foro con fondo de pesimismo

Impresionante dispositivo de seguridad en el Foro de Davos de este año. Keystone

Este jueves comienza en Davos el Foro Económico Mundial, en medio de manifestaciones, estrictas medidas de seguridad y un frenesí mediático.

Este año hay, empero, serias dudas de que los líderes políticos y económicos puedan cambiar algo en este mundo.

“Se podría decir que hay dos grupos de personas que se hacen ilusiones sobre el encuentro de Davos”, estima Beat Kappeler, editorialista de la prensa suiza.

Según él, “uno de los grupos está compuesto por empresarios y directores que piensan que pueden estimular cambios en el mundo. El segundo, por grupos opositores que les creen”.

Por su parte, Paola Ghillani, directora de Max Havelaar -la fundación para un comercio más justo- señala que las decisiones concretas en la cumbre son raras.

“Tal vez sea porque nosotros esperamos acciones concretas, pero en realidad, los participantes una vez terminado el Foro se van y se olvidan de las buenas resoluciones adoptadas”.

Ambiente pesimista

El fundador del WEF, Klaus Schwab, admite que un sentimiento de incertidumbre planea sobre la reunión de este año. Recientemente declaró a un diario suizo que nunca había visto a los patrones del mundo entero tan pesimistas acerca del futuro.

Algunos observadores explican este clima de pesimismo por el hecho de que numerosos directores de empresas enfrentan problemas sobre los cuales poco o nada pueden hacer.

Entre ellos, se menciona la guerra contra el terrorismo, y se culpa a los movimientos anti globalización, dos situaciones que continúan causando estragos sobre los objetivos económicos que se persiguen.

Ninguno de esos problemas involucran necesariamente a los delegados, por el hecho de que el Foro de Davos se fijó siempre objetivos elevados, estiman los análisis de prensa favorables al WEF.

Deslizamiento hacia la política

Desde su llegada a Davos, en 1971, el Foro ha pasado de las preocupaciones puramente económicas a temas cada vez más políticos. El WEF permitió a sus enemigos jurados reunirse en un ambiente amistoso, gracias a la parte informal de la cumbre.

Uno de los más bellos logros -del cual el WEF se siente orgulloso- fue el histórico encuentro en 1994 entre Yasser Arafat y Shimon Peres. Un encuentro que se recuerda por haber abierto la vía a los acuerdos de paz de Oslo.

Poco después, Nelson Mandela, recientemente liberado de la cárcel donde pasó 20 años detenido, utilizó Davos para convencer a los industriales sudafricanos de que un gobierno negro no nacionalizaría a diestra y siniestra.

Después, en 1987, tuvo lugar el discurso del jefe de la diplomacia alemana de entonces, Hans Dietrich Genscher, que exhortó a los países occidentales a que dieran su oportunidad al líder soviético Mijael Gorbachov. Este hecho fue considerado por algunos historiadores como la primera etapa para el fin de la guerra fría.

Agenda bien nutrida

Este año, los organizadores esperan llamar la atención sobre dos cuestiones de actualidad contingente, como la división entre el mundo islámico y el occidental, y la crisis nuclear en la península coreana.

A ello se agrega el tema central de este año, la idea de la confianza, en particular del público en sus instituciones, que nunca ha sido tan baja.

Pero para la directora de la Fundación Max Havelaar, Paola Ghillani, una parte de la debilidad del Foro proviene del hecho de que muchos participantes se toman demasiado en serio: “No son dioses”, dice. “Si fuera el caso no tendríamos todos estos problemas”.

Demasiados politiqueros

Algunos observadores se preguntan si la preponderancia que han tomado los políticos y la política en el Foro no es algo que ha ido demasiado lejos.

“Durante las primeras ediciones del Foro, explica Beat Kappeler usted podía encontrar un director en un bar para conversar. Ahora, con todas las medidas de seguridad, es cada vez más difícil.”

A pesar de las críticas, la edición del 2003 logró atraer a los grandes de este mundo. Entre ellos el Secretario de Estado norteamericano Collin Powelll, miles empresarios y cerca de 250 líderes políticos. Sin contar a los medios de prensa y los opositores autorizados a intervenir.

Davos, en su calidad de reunión de personas que cuentan en este mundo, continúa siendo la mejor ocasión para crear contactos, un espacio para debates, ser vistos y tal vez, incluso para hacer un poco de ski.

swissinfo Jacob Greber
(Traducción Alberto Dufey)

– 13 milllones de francos cuesta la seguridad del WEF.
– 250 dirigentes políticos participan.
– Más de mil empresarios presentes.

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