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Bello lugar, pero futuro incierto

A la espera de una nueva vida. Urs Maurer

A Suiza llegan cada año alrededor de 200 extranjeros menores de edad para solicitar asilo político. Estos jóvenes ingresan solos, sin sus padres, al territorio helvético.

Los demandantes menores de 18 años encuentran cobijo temporal en el Centro de Acogida de Lilienberg, en la comuna de Affoltern am Albis, en Zúrich.

A primera vista parece que se encuentran muy bien; pero todos están conscientes de que ese agradable local es apenas el primer paso en su intento para cumplir su sueño de iniciar una nueva vida.

“Por el momento el centro está ocupado por encima de su capacidad normal”, indica Claude Hoch, encargado del Centro de Lilienberg.

Hoch y sus 15 colaboradores cumplen un mandato del cantón de Zúrich para ocuparse de 70 solicitantes menores de 18 años. “Tenemos ahora exactamente a 89 menores de edad en este albergue. Nuestra responsabilidad es darles alojamiento y respaldo. Como son aún menores de edad acuden aquí también a cursos escolares”.

Los chicos viven en un edificio que en otros tiempos fungió como sanatorio, en unidades habitacionales provistas con cocinetas. Los salones de clase también se encuentran allí.

En un apartado del mismo edificio se encuentran las oficinas de los pedagogos sociales, los maestros y el responsable del Centro.

“Hacemos nuestro trabajo, atendemos a nuestros clientes”, explica Hoch. “El destino de estos chicos no lo podemos llevar a cuestas”. ¿Por qué lo dice? “Con frecuencia la opinión pública nos identifica con ellos y considera que somos responsables de lo que les depare”.

Buena vida

No se respira un ambiente de apatía. Hay vida en esa residencia. Justo en una clase hay jóvenes bailando. En otros salones, los alumnos están sentados en sus pupitres. Un juego electrónico de ‘playstation’ y una mesa de billar complementan los objetos de entretenimiento.

Uno de los maestros estudia Ciencias Políticas en Zúrich y, como varios de sus alumnos, es de piel oscura. ¿Una ventaja? “No”, subraya, “al contrario. Para muchos en mi clase resulto ser un traidor por vivir entre los blancos, y sobre todo, porque vivo justo como ellos”. La mayoría de ellos rechaza una vida así.

“Ellos buscan un bienestar material, un teléfono móvil, un auto, y los hombres, una novia rubia”, dice el maestro.

Futuro sin garantía

“No podemos ofrecer ni prometer a esos jóvenes un futuro aquí, en Suiza”, aduce Claude Hoch. Pese a su juventud se encuentran envueltos ya en un procedimiento para obtener asilo en Suiza. Pocos de ellos lo conseguirán.

“Pero, a pesar de ello, podemos mostrarles un futuro. Les damos las herramientas para ello”. Al menos así tienen la posibilidad de mejorar sus oportunidades en la vida, sin importar dónde se encuentren en el futuro.

En esa línea, la escuela del Centro de Lilienberg intenta mostrar a estos solicitantes de asilo que los frutos de la sociedad no se pueden cosechar sin aceptar antes un orden de vida adecuado.

“Para ello se requiere de una sociedad que funcione y una democracia como la que tenemos en Suiza”, puntualiza Hoch.

Y se requiere cumplir con dos condiciones clave: una sociedad sin corrupción y sin un jefe de la tribu que decida sobre todo y sobre todos. “Justo de este modo ven la mayoría de estos chicos el mundo del que provienen. No conocen otra cosa. La colaboración constructiva les resulta desconocida a la mayoría de ellos”.

Historias posibles

Cada uno de los jóvenes tiene su propia historia de vida. Sobre todo, las universidades se interesan por ellas. “El tema les parece interesante; pero la pregunta es ¿qué tipo de historias escucharán y que conseguirán con ello? Y sobre todo: ¿aceptaremos la verdad?”.

Claude Hoch indica que se pueden escuchar todo tipo de historias posibles. En ese sentido, la migración, la esperanza de recibir asilo o el sueño de una vida mejor se transforman en un campo vasto y las historias se adaptan a la meta establecida. “De ello se encargan los diferentes actores, incluidos los más brutales e inhumanos”.

Pero Hoch y sus colaboradores no se ocupan de esas narraciones sobre el origen de los jóvenes a los que atienden. “Queremos obtener resultados positivos de la estancia de estos chicos, lo que resulta más provechoso e imparcial”.

Y justo al terminar su frase, se escuchan las voces de los estudiantes al término de las clases. Una mirada a uno de los salones deja en claro lo estudiado en las últimas dos horas: En la pared cuelgan mapas pintados por los alumnos con el título ‘Lagos y ríos de Suiza’.

swissinfo, Urs Maurer
(Traducción del alemán: Patricia Islas Züttel)

El gobierno calcula que este año 2008 recibirá unas 15.000 solicitudes de asilo.

En los pasados 8 años hubo en promedio 17.500 solicitudes anuales.

Todos los cantones suizos tienen la obligación de recibir a los solicitantes de asilo en una proporción calculada sobre la base de su número de habitantes.

El número de menores de edad no acompañados varía cada año. De acuerdo a la Oficina Federal de Migración, en 2007 fueron 219, lo que representó ese año el 2% del total.

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