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Los ‘sin papeles’ siguen llegando

"Nadie es ilegal", empuñan los simpatizantes del colectivo. Keystone Archive

El movimiento recibe día a día nuevos integrantes, símbolo de que la inmigración clandestina no cesa en toda Suiza.

Pese al mensaje inamovible del gobierno de “no a la legalización colectiva” ciertos avances existen, opina el colectivo, a dos años de lucha.

“El movimiento de los ‘sin papeles’ de Friburgo sigue sus actividades, claro que hay un poco de entusiasmo de menos y nos damos cuenta que somos menos fuertes ante las autoridades”, indica Sandra Modica, quien trabaja de cerca con el colectivo de Friburgo, donde inicio la lucha.

La causa se ha expandido a doce cantones helvéticos y desde su surgimiento, hace dos años, se observan ciertos cambios en la forma de mirar a los ‘sin papeles’ en Suiza.

Entre los logros se encuentra la obligación de las aseguradoras de abrir pólizas de cobertura médica para los indocumentados que así lo soliciten (y que cuenten con el dinero para pagar las mensualidades de entre 250 y 300 francos al mes).

Educación y salud

En la práctica, no todas las aseguradoras están aceptando este compromiso, denuncia Modica, representante del Centro de Contacto Suiza-Inmigrantes (CCSI). Sin embargo, “todos los seguros tendrán que respetar esta obligación”, subraya.

Otro beneficio visible es el acceso a la escuela básica obligatoria, sin el riesgo de denuncias.

“El problema es para la escuela postobligatoria, para el aprendizaje”, comenta Modica, al advertir que es otra de las luchas del movimiento.

Único camino: demandas individuales

La opción de una solución colectiva, reclamo principal del colectivo, ha debido ser cambiada por la estrategia de solicitudes de regularización caso por caso.

Es decir, el colectivo apoya casos aislados en los que el indocumentado se encuentra con posibilidades de obtener la estadía legal por considerar que posee pruebas que pueden demostrar su integración socioeconómica.

Pero de un promedio de 10 casos que pueden ser considerados por el colectivo como viables para la regularización, no más de 2 obtienen el visto bueno de las autoridades judiciales cantonales. Y aún después de ese juicio, falta la aprobación federal.

“Debe comprobarse que la persona se ha integrado en Suiza, bajo la definición del tiempo de estancia, el conocimiento del idioma local, demostrar que se posee un empleo y que su familia se encuentra integrada satisfactoriamente”, explica Maja Minder, del colectivo bernés de los ‘sin papeles’.

“Son hechos que no se pueden medir, algo que permite un gran espacio de juego para la decisión”, indica.

El caso latinoamericano

En el colectivo de los ‘sin papeles’ de Friburgo y Berna participan mayoritariamente hombres, de origen albanés, macedonio o kurdo, con una estancia en Suiza de entre 9 a 17 años aproximadamente.

“Después aparecen los latinoamericanos, de Chile, Ecuador y algunos colombianos”, explica Modica sobre el caso Friburgués, mientras que en Berna, Minder no reporta miembros latinoamericanos.

“Los chilenos son todos aquellos que han venido después de la dictadura militar y volvieron a su país con la idea de reconstruir un Chile democrático y encontraron más problemas de lo que pensaban”, apunta la representante de Friburgo.

Este grupo vivió en Suiza incluso hasta 15 años, entre los años de 1973 a 1988 y regresa de nuevo, pero ya sin permiso de estancia.

Los ecuatorianos (que requieren visa para entrar a Suiza) llegan con el deseo de mejorar su calidad de vida y aparecieron en la esfera migratoria no hace más de 8 años.

Incluso, en el cantón de Vaud, los ecuatorianos ilegales son tan numerosos que tienen su propia representación en el movimiento.

A la sombra de la explotación

“Cuando la gente viene aquí ya sabe quienes somos, los ‘sin papeles’ no toman riesgos, saben que nosotros los respetamos y ayudamos”, advierte Sandra Modica.

“Se dirigen a nosotros con la recomendación de un intermediario en el que confían”, agrega Maja Minder.

En cuanto a los problemas por los que acuden al colectivo se destacan el temor a ser descubierto, la falta de una vivienda, de un trabajo digno y por supuesto, la explotación. Violaciones, todas, de la Carta de los Derechos Humanos.

“Seguimos porque el problema sigue”, reclama Sandra Modica, quien, junto con Maja Minder, son dos mujeres suizas comprometidas con los ‘sin papeles’ y con la tarea ininterrumpida de buscar soluciones para los casos más apremiantes.

swissinfo, Patricia Islas Züttel

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