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“Nadie enviaría a su mejor vaca al matadero”

Micheline Calmy-Rey respalda el acuerdo establecido con la Unión Europea. pixsil/Béatrice Devènes

¿El acuerdo de libre circulación de personas entre Suiza y la Unión Europea debe ampliarse también a Bulgaria y Rumania? A esta pregunta crucial para la política europea de Suiza, la ministra de Asuntos Exteriores, Micheline Calmy-Rey, invitada por la redacción, responde afirmativamente.

La libre circulación de personas ya pasó en dos ocasiones el difícil examen del voto popular y, en sendas veces, la ciudadanía la aprobó. Como ciudadana suiza, estoy muy orgullosa de ello.

La democracia directa hizo prueba del espíritu pionero a escala europea. Actualmente, la discusión sobre la política europea está de nuevo abierta y yo la dirijo con plena conciencia con las y los ciudadanos suizos.

Se trata de decisiones importantes, como la de prolongar el acuerdo existente para más allá del año 2009 y la de unir al tratado a Bulgaria y Rumania. Tomamos en serio las dudas de las personas que critican esta ampliación. Pero confieso que sus argumentos despiertan en mí un sentimiento de algo ya vivido.

¿Eventuales consecuencias como el desempleo, el ‘dumping’ salarial o el turismo social? No debemos ya plantearnos esa pregunta. La libre circulación de personas entró en vigor hace ya casi seis años. No nos estamos lanzando a una nueva experiencia.

Los temores emitidos en ese tiempo no se cumplieron. El desempleo descendió significativamente, gracias a una buena coyuntura. Las medidas de acompañamiento adoptadas contra el descenso salarial funcionaron y son objeto de una mejoría constante. En cuanto a la seguridad social, los ciudadanos de la Unión Europea (UE) nos ayudan incluso a financiarla.

Sin inmigración masiva

Pero el mayor argumento de lo ya visto en el debate que se sigue aún actualmente, es el temor de una inmigración masiva. En 2000, teníamos miedo de los portugueses; en 2005, de los polacos y hoy, de los rumanos. No obstante, no podemos hablar actualmente de una llegada masiva de polacos y no ocurrirá de otro modo en el caso de los rumanos.

En cuanto a la cuestión de los miembros de la comunidad gitana de los roma que mendigan o provocan actos criminales, ésta no tiene nada que ver con el acuerdo de la libre circulación. En su calidad de ciudadanos rumanos o búlgaros, los roma pueden entrar a Suiza sin visado durante tres meses desde el año 2004. Si se cometen actos delictivos, actuamos con la firmeza requerida contra sus autores.

Para hacerlo, contamos con instrumentos del derecho internacional, como la cooperación policial y los acuerdos de readmisión con esos dos países.

Falta de personal cualificado

Seguimos atentamente la evolución de la situación. Pero es importante no perder de vista el interés fundamental de Suiza: el personal cualificado se ha vuelto escaso en todos los sectores.

La libre circulación de personas facilita el reclutamiento en la UE de la fuerza de trabajo necesaria aquí. Con relación a la competencia extranjera, la posición de nuestras empresas ha mejorado. Actualmente, alrededor de un millón de empleos en Suiza no estarían ocupados sin la mano de obra extranjera. Dos compañías de cinco aún tienen dificultad para encontrar personal cualificado.

Motor de crecimiento

La libre circulación de personas se ha revelado como un motor poderoso del crecimiento. Nuestro sólido desarrollo económico ayuda también a crear puestos de trabajo. Unos 150.000 empleos han surgido en los dos últimos años. Europa sufre más bien de un déficit que de un exceso de inmigración.

No pretendo que la apertura de los mercados de trabajo esté excluida de ciertos casos con consecuencias negativas. Tampoco digo que el ‘dumping’ salarial y social este completamente excluido. ¡Y estoy de acuerdo con aquellos que dicen que un solo caso es ya demasiado! Trabajamos para dar soluciones.

Pero este acuerdo ha dado resultado a fin de cuentas. Es un pilar de la competitividad económica suiza. Poner este acuerdo de nuevo en cuestión, es poner en peligro nuestro bienestar y nuestros puestos laborales.

La solución a los problemas que podrían ocurrir no puede residir, por tanto, en el rechazo o, incluso, en la puesta en peligro de la libre circulación de personas. Nadie enviaría a su mejor vaca lechera al matadero si el animal tuviera un resfrío.

Suiza decidió la vía bilateral

De nuestra decisión sobre la libre circulación dependerá también el futuro de la vía bilateral. La cláusula denominada “guillotina” une jurídicamente a todos los acuerdos de las negociaciones bilaterales de la primera etapa. Si la libre circulación se anulara, los otros acuerdos automáticamente también caducarían. Fue Suiza la que eligió la vía bilateral, no la Unión Europea.

La vía bilateral se convirtió en la etiqueta de calidad de una política de intereses típicamente suiza en Europa. En una década, erigimos tal cantidad de acuerdos que actualmente podemos colaborar estrechamente con nuestros más importantes socios europeos. Uno de tres francos ganado en Suiza se obtiene gracias a nuestras relaciones europeas.

El futuro de la elección bilateral está en nuestras manos. Quiero decir con esto que debemos asegurar el fundamento de los acuerdos que existen y que han mostrado toda su pertinencia. Lógicamente, lo primero que se necesita es prolongar la libre circulación.

Defender lo alcanzado

No estaremos de acuerdo con todas las futuras etapas de la política europea. Pero debemos absolutamente estar de acuerdo con el hecho de que no queremos retroceder en lo que ya alcanzamos. Aquellos que ponen en duda ese fundamento bilateral a nombre de intereses particulares hacen daño al país.

En el futuro, defender nuestros intereses en Europa no será ya una sinecura. Resulta más importante que demostremos nuestra unidad sobre este asunto fundamental para no retroceder al tropezar. Suiza, un país seguro de sí mismo y socio fuerte, debe ir –por el contrario- hacia delante.

Este artículo de la ministra Micheline Calmy-Rey apareció el 1° de junio en el diario ‘Sonntag’

(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

El acuerdo de libre circulación de personas con los 15 “antiguos” Estados miembros de la Unión Europea entró en vigor el 1° de junio de 2002.

En septiembre de 2005, la ciudadanía suiza aceptó en votaciones la extensión del acuerdo con los nuevos diez miembros de la Europa ampliada en mayo de 2004.

La libre circulación de personas entre Suiza y la UE está limitada hasta el 2009. La UE renueva el contrato de modo tácito. En Suiza, la prolongación está sujeta a un referéndum facultativo.

Al tiempo de que se prolongue, el acuerdo también debe extenderse a los dos nuevos Estados miembros de la UE: Rumania y Bulgaria.

La socialista de Ginebra forma parte del Consejo Federal, el Ejecutivo helvético, desde 2002. Ella dirige el Ministerio de Asuntos Exteriores. En 2007 ocupó el puesto presidencial, rotativo anualmente entre los siete miembros del gobierno colegiado helvético.

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