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“Que se acabe la violencia”

William de Guatemala y Ferney de Colombia (derecha) en uno de los talleres. swissinfo.ch

Es el deseo del colombiano Ferney Quintanilla, ejemplo de tenacidad a sus trece años. En Suiza, comparte con otros 180 niños de unos quince países la experiencia del campamento Jugar por la paz.

La Aldea Pestalozzi, en Morgen, es sede del encuentro.

“Mi vida en Colombia es algo fuerte, pero bien… Me toca trabajar y está lejos el colegio”, nos dice Ferney, quien vive con su familia en el municipio colombiano de San Vicente de Chucurí.

Su día comienza a las 4 de la mañana, pues debe caminar tres horas para llegar a la escuela. Y de vuelta a casa, a hacer tareas y a ayudar en el campo. “Como mi mamá sembró palma, me toca limpiarla y abonarla”.

La familia Quintanilla dejó la plantación de coca para dedicarse al cultivo de la palma, como muchos campesinos que apenas pueden cubrir sus necesidades básicas en una de las regiones de Colombia donde a la paz le cuesta llegar.

Pese al panorama conflictivo que impera en su zona, Ferney subraya: “Es muy rico Colombia, un país muy bonito, como también este país (Suiza)”.

– ¿No te importa caminar tres horas para llegar a la escuela?

– No, lo importante es estudiar, aprender.

– Además eres un chico emprendedor, que invita a los demás al deporte y al estudio. ¿Cómo los motivas? ¿Qué les dices?

– Que para poder ser alguien en la vida tienes que estudiar, hacer el esfuerzo.

Ferney juega al fútbol: “Siempre que tengo tiempo libre, cojo un balón y a jugar. En el colegio también juego.”

Junto con Alexis (15 años), Ericsson (15 años) y Jairo (16 años), es uno de los cuatro jóvenes campesinos que representan a Colombia en el campamento internacional Play for Peace, realizado en la Aldea Pestalozzi.

Les une su espíritu emprendedor, su interés por el estudio y su participación en el proyecto Fútbol por la Paz, impulsado por la corporación Desarrollo y Paz, de Magdalena Medio (Colombia) y con la asesoría técnica de Con-texto Urbano, una asociación que defiende la vía del juego para la solución pacífica de conflictos.

Fútbol para la vida

“La idea es, a través del proyecto, educar a los niños en temas como convivencia, construcción de la paz, resolución de conflictos, valores, derechos humanos”, comenta Jairo Aguilar, representante de la delegación juvenil colombiana, quien sirve de traductor a la hora de convivir con los otros participantes del campamento Jugar por la Paz.

“Nosotros encontramos muchos valores en el fútbol, pero también reconocemos que es conflictivo como la vida diaria. El logro de nosotros debe estar en conseguir que los jóvenes puedan traducir todos los valores que tiene el fútbol en la vida diaria”, explica.

Juegan al fútbol bajo tres reglas: la primera, sin arbitro. La idea es que ellos aprendan a resolver sus problemas sin que haya un adulto que medie por ninguno de ellos.

La segunda regla tiene que ver con el reconocimiento del papel de las mujeres. Todos los equipos son mixtos. Tiene que haber un mínimo de dos mujeres jugando en el equipo.

Y una tercera regla refuerza las dos anteriores: el primer gol de cada tiempo y de cada partido tiene que ser anotado por una mujer para que los tantos de los hombres tengan validez.

“Si no es así los goles de los hombres no tienen valor. Todo esto se suma en un puntaje que nosotros denominamos soles. Tú puedes ganar el partido 3-0, pero quien determina realmente el puntaje que ganas es la cantidad de valores que hayas cumplido, que hayas respetado durante el juego.”

En Suiza, entre bádminton, relevos y otros juegos

Mientras swisssinfo los acompaña, los cuatro chicos colombianos juegan con jóvenes de Estados Unidos, Serbia y Suiza en un taller destinado a apender a confiar en el otro. Uno de los jugadores se deja caer a ciegas en medio de un círculo de compañeros que lo sostienen para impedir que termine en el suelo.

Después del juego comentan en inglés con los coordinadores de Right to Play -la organización canadiense encargada del programa-, lo que les aportó el juego, cómo se sintieron al dejarse caer confiando plenamente en que los otros les protegerían.

Jairo Aguilar les traduce al español, sin perder la sonrisa en un ambiente de cordialidad, mientras pasan a otro ejercicio.

“Para nosotros era importante reconocer el trabajo de algunos niños”, nos comenta sobre la elección para el viaje a Suiza de Ferney, Alexis, Ericsson y Jairo.

“Estos chicos son líderes en sus equipos, en sus comunidades y en el colegio”, afirma.

-¿Líderes con 13 y 16 años?

-Incluso puedes encontrar líderes más jóvenes.

Cada uno es digno de admirar, reitera Aguilar.

Sobre Ferney, agrega que él se encarga de organizar todos los eventos deportivos en su escuela y en su comunidad.

“Se reúne con todo el grupo de hijos de los campesinos de la zona, se encarga de contactarnos para conseguir los uniformes, los balones, para que les colaboremos con el transporte en las zonas más apartadas para que los niños puedan llegar al sitio donde van a disputar los campeonatos.”

– Si eso hacen a esa edad, ¡qué no harán después!

– Esa es la esperanza que tenemos, que cuando sean más grandes piensen en un país diferente y en la interacción con los demás, sin la necesidad de la violencia.

Lo cierto es que al preguntar a Ferney que desea para su país y para su familia en el futuro, responde:

“Que en Colombia se acabe la violencia y que algún día podamos vivir bien… que la escuela quede cerca.”

swissinfo, Patricia Islas Züttel

2005 es el Año Internacional del Deporte

El campamento Play for Peace es patrocinado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) con 500.000 francos suizos.

La Cadena de la Solidaridad asume los gastos de transporte (200.000).

La Fundación Pestalozzi se encarga de los gastos operativos por otros 200.000.

Adolf Ogi, consejero especial de la ONU para el Deporte como herramienta del desarrollo y la paz, visitó Colombia en febrero de 2005. En Medellín visitó proyectos de Fútbol para la Paz.

El campamento Play for Peace se lleva a cabo del 13 al 27 de agosto de 2005.

La sede del encuentro es la Aldea Pestalozzi, en Trogen, (cantón Appenzell Rhodes-
Exteriores)

180 niños participan, de:
Estados Unidos,
Israel,
los territorios ocupados de Palestina,
Etiopía,
Sudáfrica,
Holanda,
Alemania,
Serbia y Montenegro,
El Salvador,
Guatemala,
Honduras,
Colombia,
Indonesia,
Sri Lanka,
Brasil y
Suiza.

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