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Cómo gestiona el voto postal el país que más veces vota

voting box
Keystone / Gian Ehrenzeller

Suiza, un país en el que los ciudadanos votan cuatro veces al año, tiene una larga tradición en el voto  por correo.  ¿Cómo ha funcionado este sistema durante la pandemia?

Casi siempre por costumbre, al cubrir votaciones como la celebrada recientemente, los periodistas suelen escribir frases como: “El domingo los votantes suizos decidirán el destino de x” o “Los ciudadanos acudirán a las urnas este fin de semana para votar por y”.

Pero esto es un poco engañoso. Cerca del 90% de las papeletas las depositan los ciudadanos por correo antes del día oficial de la votación. Por lo tanto, ya las papeletas con el voto personal ya están en las oficinas de correos y centros municipales de todo el país, esperando solo a ser contados ese domingo de participación en las urnas.

La víspera del último referéndum nacional celebrado en Suiza podía verse a Jürg Billwiller,  funcionario encargado de la votación en Oberwinterthur, cerca de Zúrich, reuniendo a sus colaboradores en el centro de recuento de votos: unas 30 personas harán el  recuento, sentados en mesas de dos en dos, en la sala de reuniones de la iglesia protestante.

Es un poco exagerado, pero obligatorio. Los contadores, voluntarios pagados, alternan entre hojear documentos y ver a sus socios hojear documentos. Se necesitan cuatro ojos sobre cada papeleta para esmerar la precisión y prevenir el fraude. Algunos charlan, otros usan audífonos, todos llevan mascarillas.

A media tarde, han terminado de verificar uno de los dos elementos del sistema de voto suizo por correo: las “tarjetas de votante” que deben acompañar a cada papeleta, firmada como prueba de identidad. Luego comienzan con las propias papeletas, que contienen los votos sobre cinco cuestiones nacionales y dos cantonales. Las sacan de los sobres, las inspeccionan y las clasifican.

¡Pero sin contar!, dice Billwiller.

Todavía es sábado: el recuento real debe esperar un poco. Por ahora, eliminan las que no sirven (ilegibles, improperios, en blanco) y colocan las buenas (las marcadas solo con “Sí” o “No”) en pilas. El cómputo se hará mañana, tanto a mano como mediante una máquina contadora de billetes.

En el suelo se ponen unas cajas de plástico resistentes, con montones de documentos apilados de cien en cien. Se hace una pausa de 10 minutos y luego se vuelve al trabajo. Todo está muy ordenado.

¿Cuántas votaciones ha supervisado Billwiller aquí a lo largo de los años? Muchas, dice, muchas, no se acuerda…

Él y su equipo son uno más de los miles de engranajes del sistema que hace posible en todo el país que los “domingos de votaciones” -los 4 momentos más destacados del año, uno por trimestre, de la democracia directa en Suiza- se desarrollen sin problemas. El 27 de septiembre fue particularmente ajetreado, con cinco temas en la papeleta de votación, porque los que deberían haberse votado en mayo se pospusieron debido a la crisis del coronavirus.

Sin embargo, los preparativos y la ordenación de los documentos hacen que las cosas vayan rápidas: al mediodía, cuando cierran las urnas, empiezan a gotear inmediatamente los resultados. Luego, a pesar de las distintas votaciones nacionales, regionales y locales de cada papeleta (en Oberwinterthur también hubo una exclusivamente para los feligreses protestantes), los resultados se confirman en unas pocas horas.

Un procedimiento regulado

Todo el proceso comienza unos cuatro meses antes, explica Stephan Ziegler, jefe de votaciones y elecciones de Zúrich, el cantón suizo con mayor población. Cada uno de los 26 cantones, responsables de organizar la logística de la votación, recibe de las autoridades federales la lista de las cuestiones nacionales que irán en la papeleta y comienza a preparar folletos informativos para sus ciudadanos. Cuando faltan ocho semanas, los municipios empiezan a imprimir las papeletas de conformidad con el registro electoral; estas llegan por correo tres o cuatro semanas antes del día de la votación, junto con los folletos. Los ciudadanos pueden enviarlos por correo hasta poco antes de la votación del domingo.

“Es un proceso muy regulado”, dice Ziegler. “No hay condiciones previas para votar por correo,  simplemente (la papeleta) llega a tu casa”.

El voto por correo se introdujo por primera vez a fines de la década de 1970 con objeto de impulsar la baja participación, y fue incluido en la legislación electoral suiza en 1994. Para 2006, los 26 cantones habían puesto en funcionamiento sistemas de gestión del voto por correo.

“Funciona bien, por lo que no hay mucho debate al respecto”, dice Uwe Serdült, politólogo de la Universidad de Zúrich. Los cantones han comunicado que cerca del 90% de los ciudadanos vota ahora por correo, y algunos han dado cifras de hasta el 97% (Aargau, 2017). Hubo debates sobre seguridad en los primeros años del voto por correo, dice Serdült, como ahora los hay en torno al voto electrónico. Pero a lo largo de los años se ha ido aceptando, en gran parte debido al alto nivel de confianza que hay en Suiza “respecto al Estado y al sistema postal”.

El objetivo de aumentar la participación también se ha logrado, al menos un poco. Un estudio de 2007 estimaba un aumento de alrededor del 4,1% tras la introducción del voto por correo, además de una participación media del 43% entre 1970 y 2005. Pero la participación general sigue siendo baja, y no se puede atribuir por completo a la molestia de acudir a un centro electoral en una mañana de invierno. Los expertos creen que más bien se debe a la alta frecuencia y a la complejidad de las votaciones suizas.

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Pero para aquellos que, como Billwiller, todavía disfrutan de la experiencia de emitir su voto en persona -o para aquellos que se olvidan de votar por correo- sigue existiendo la opción de ir a un centro electoral el día de la votación, y no es probable que esta opción desaparezca pronto.

Votar en una pandemia

Pero esta vez, la pandemia del coronavirus hizo que algunos lugares se empeñaran más de lo normal en impulsar el voto por correo. En Berna, unas vallas publicitarias distribuidas por toda la ciudad mostraban una paloma llevando una papeleta y animando a los ciudadanos a “¡mantenerse sanos y votar por correo!”. Además, con cada papeleta se envió un prospecto alentando el voto por correo.

Parece que el intento de la capital suiza ha funcionado. Las autoridades de esta ciudad anunciaron esta semana un salto en los votos por correo del 87,7% en febrero (la anterior votación nacional) al 93,3%.

En otras partes del país se han registrado aumentos marginales en los votos emitidos por correo entre esta votación y las anteriores: del 90% al 92,6% en el cantón de Zúrich, del 93% al 93,5% en Tesino, y de poco menos del 95% a poco menos del 96% en Basilea-Ciudad.

La participación total el 27 de septiembre aumentó de manera considerable. Con casi un 60%, fue una de las mayores participaciones de las últimas décadas.

En Oberwinterthur, el número de votos por correo aumentó en un 1,5%, hasta poco más del 90%. Pero los principales efectos de la pandemia estuvieron más bien en las nuevas condiciones laborales. Normalmente, Billwiller habría tenido el doble de trabajadores. Tampoco tendrían que sentarse tan separados ni llevar mascarillas. Y normalmente habría colaboradores de todas las edades, dice.

Mira a su alrededor: este año todos son jóvenes. No podían exponerse a emplear a personas con un riesgo alto de complicaciones por Covid-19.

Problemas con el correo

Por supuesto, el sistema de votación por correo, como la propia democracia suiza, no siempre es perfecto. Aproximadamente 30 000 de los 780 000 ciudadanos suizos que viven en el extranjero no recibieron o no pudieron remitir a tiempo sus papeletas por correo en esta última votación debido al impacto de la pandemia en los servicios postales. Esto ha enojado a mucha gente, sobre todo porque una de las cinco cuestiones de votación nacional, la compra de nuevos aviones de combate, se decidió por menos de 9.000 votos.

En opinión de Jézael Fritsche, portavoz de la Organización de Suizos en el Extranjero, el voto por correo está “cada vez más anticuado”. Como los suizos en el extranjero se mueven bastante y, además, otros sistemas postales pueden ser menos fiables que el suizo, los ciudadanos expatriados se quejan a menudo de que no reciben a tiempo la documentación electoral para poder para votar. Esto equivale a una “discriminación de facto” cuando se trata de ejercer sus derechos políticos, afirma Fritsche.

Por lo tanto, ella y su organización continuarán presionando por la opción del voto electrónico, que en este momento está fuera de perspectiva debido a los fallos de seguridad en los intentos realizados anteriormente para desarrollar un sistema nacional de voto electrónico.

Pero en comparación con los problemas con el voto postal en otras partes del mundo, los habidos  en Suiza con las papeletas enviadas por correo son “de alcance muy limitado”, asegura Serdült, de la Universidad de Zúrich.

El fraude es raro, pero ocurre. El año pasado, la policía interrogó a un empleado de la oficina electoral de Ginebra por ser sospechoso de haber destruido algunas papeletas y agregar otras. En Berna, 300 votos de las elecciones locales de 2016 fueron declarados nulos después de que los investigadores descubrieran que todos tenían la misma letra.

Otro posible problema es el “voto familiar”. ¿Es frecuente que un miembro de una familia recoja las papeletas y las rellene por todos ellos? ¿O que alguien, sin el secreto de las urnas en el que apoyarse, se vea obligado a votar de cierta manera?

“En la tradición política suiza asumimos que esto (votación familiar) no ocurre, aunque probablemente sí”, dice Serdült. “Pero es un no-problema, es decir, algo desconocido”.

Los sellos son otro problema menor pero persistente. Mientras algunos cantones envían el material de votación presellado, otros obligan a que cada votante pague por sí mismo el franqueo de remisión. ¿Afecta esto a la participación? Las pruebas no son claras, aunque Berna, que hace que los votantes compren sus propios sellos, ha planteado recientemente la cuestión en su asamblea municipal.

Sin embargo, estas preocupaciones no existen en Oberwinterthur. En el cantón de Zúrich el franqueo se paga por adelantado, no se ha sabido de casos de fraude en la última década y Billwiller está contento de cómo van las cosas. El sábado por la tarde llegaron cerca de 7 000 papeletas, lo que significa una participación que ya supera el 50% en su ámbito de recuento para cerca de 14 000 ciudadanos. Los votos nulos son poco comunes, aunque de vez en cuando se le pide que haga un juicio de legibilidad sobre un voto.

¿Cuál es el mayor problema que puede surgir? Billwiller piensa por un momento pero parece no encontrar una respuesta. Entonces llega un compañero, sosteniendo una papeleta enviada por correo con una expresión de desconcierto. Es de las elecciones locales anteriores, que se celebraron en verano. ¿Tanta democracia confunde?

Traducción del inglés: José M. Wolff


José Manuel Wolff

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