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El director de teatro Milo Rau, un revolucionario afable

Milo Rau al lado de un cuadro/foto de Lenin
Milo Rau posa durante el ensayo general de su obra ‘Lenin’ en el teatro Schaubühne de Berlín, octubre de 2017. Jörg Carstensen/Keystone

Milo Rau es probablemente el director de teatro suizo más conocido del mundo. ¿A qué debe su éxito? Le entrevistamos justo antes de la representación de la obra ‘Guillermo Tell’ en el teatro Schauspielhaus de Zúrich.

“Puedes llamarme por la mañana”, me dijo por correo electrónico. Milo Rau, el famoso director de teatro, escritor y cineasta, ensaya actualmente su versión de ‘Guillermo Tell’ basado en la obra de Friedrich Schiller en el teatro Schauspielhaus de Zúrich.

Rau es director del NTGent (Teatro Holandés de Gante), en la parte flamenca de Bélgica. Al mismo tiempo, escribe columnas y libros, enseña en escuelas de arte y dirige películas. Su múltiple faceta profesional le ha llevado a viajar por todo el mundo, a lugares como el norte de Irak, Siria, Grecia, Italia, Brasil… Y también a su antigua patria, Suiza. Tiene dos hijos y su trabajo apenas le deja tiempo libre. ¿Pero y una entrevista espontánea? Por supuesto, respondió.

Cuando le llamé al día siguiente, contestó a mi llamada aunque se encontraba en pleno ensayo. “Eh, estamos en una escena con el hacha, ¡te llamo luego!” Pi, pi, pi. Media hora después, el teléfono sonó. No existe director que llame durante los ensayos. Excepto Milo Rau. Y comenzó a contarnos.

Milo Rau con el sombrero de Gessler durante un ensayo
Milo Rau sostiene el sombrero de Gessler en un ensayo de Schiffbau. Schauspielhaus Zürich/Philip Frowein

No hay un solo Guillermo Tell

No hay un solo personaje de Guillermo Tell, hay muchos. Se trata de la noción de libertad que representa esta figura. Por ejemplo, la libertad de la artista suiza-judía Miriam Cahn, que ya no quería que sus cuadros se expusieran en el Kunsthaus (Museo de arte) de Zúrich tras el debate sobre la colección Bührle. Este “Tell” tratará temas de actualidad. Y como suele ocurrir en el teatro de Milo Rau, el público compartirá el centro de atención con los actores.

A Milo Rau no le interesa que Tell sea un personaje revolucionario que establezca la justicia para todos. Es, más bien, un reformista que primero salva su propio pellejo.

Las películas que documentan su trabajo internacional son muy importantes para él. De hecho, me envió un enlace a su última película, ‘El nuevo evangelio’, que se estrenó en el Festival de Venecia en septiembre de 2020. Estuvo en cartelera en un centenar de cines y ahora está disponible en las plataformas de streamingEnlace externo. A menudo el suizo ha hecho películas a partir de proyectos teatrales, aunque no fue así con este proyecto, ya que esta historia de crucifixión contemporánea fue concebida como una película desde el principio.

En este caso, los protagonistas son trabajadores agrícolas africanos indocumentados. La película representa la historia de la Pasión de Cristo en un contexto actual. Un Jesús negro lidera una revuelta en las plantaciones del sur de Italia y muere por nuestros pecados.

Escena de crucifixión de la película El nuevo evangelio
¿Qué predicaría Jesús hoy? ¿Quiénes serían sus apóstoles? La película de Milo Rau ‘El nuevo evangelio’ es un manifiesto de solidaridad con los más pobres, una insurrección cinematográfica por un mundo más justo y humano. Vinca Film

Un impacto duradero

El objetivo del arte de Rau es todo menos modesto: cambiar vidas. No tanto las del público, sino las de los actores, ya que a muchos de los trabajadores agrícolas indocumentados que actuaban en la película se les concedió después un permiso de residencia. “Es una película, pero que tiene un impacto en la vida de los que participan en ella. El objetivo no es simplemente llamar la atención a corto plazo con una acción”, explica Milo Rau.

Pero el mayor atractivo sigue siendo el propio Rau: 45 años, nacido en Berna, que estudió sociología en París y que, siendo aún muy joven, se endeudó para un proyecto cinematográfico sobre los revolucionarios de Chiapas, en el sur de México. En Berlín se relacionó “por casualidad” con un grupo de estudiantes de arte dramático y pronto comenzó a dirigir. Rau considera que el medio y la forma de arte que elige no son tan importantes. “Siempre se lo digo a los estudiantes de la escuela de arte”.

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En su arte, Rau busca la fricción con la realidad. Si estos contrastes no son lo suficientemente duros, los intensifica. La película tiene una banda sonora de Mozart, que tiene un efecto kitsch y a la vez obsceno, ya que el tono de la música clásica europea choca, de lleno, con las duras realidades de las imágenes. Quizás sueña con una revolución, o al menos con un impacto más allá del arte.

El arte de hacer que la gente se sienta importante

Rau habla con todo el mundo, todo el tiempo. Hablar es su principal habilidad. En su película conversó con la gente que trabajaba en el campo. Ha hablado también con personas de la etnia de los autores del genocidio ruandés y con las familias de las víctimas, para representar ambas partes en ‘Hate Radio’. Fue a raíz de esta obra en 2011 cuando se le consideró como un miembro destacado de la comunidad internacional de directores de teatro.

Milo Rau tiene el don de hacer que todos los que le rodean en sus proyectos sientan que son imprescindibles para resolver todas las preguntas que se plantea. El suizo sabe captar a las personas con intenso deseo de diálogo. Milo Rau es un revolucionario afable.

¿Teatro documental?

Cuando Rau se hizo famoso, los críticos hablaban de un renacimiento de las formas documentales en el teatro. En Die letzten Tage der Ceausescus (‘Los últimos días de Ceausescus’) recrea el fusilamiento del dictador rumano; Hate Radio reproduce extractos de programas de radio que incitaron al genocidio en Ruanda.

Le pregunto a Rau si lo que hace sigue siendo teatro documental. “El teatro documental de los años 60 en Alemania era un contradiscurso público, porque el pasado nazi apenas se mencionaba en los medios de comunicación. Eso ya no es algo que tengamos que hacer en el teatro, y en ese sentido la función del trabajo documental puro ha quedado obsoleta en el Occidente liberal”.

Charla tras el ensayo
Milo Rau se rodea de personas que tengan un intenso deseo de diálogo. Schauspielhaus Zürich/Philip Frowein

Pero, ¿no sigue teniendo su producción Tell un carácter documental, sobre todo cuando quiere ilustrar tantos temas de actualidad con personajes auténticos? Lo piensa por un momento. “Cito a Schiller como un documento que saco de la estantería. Este drama tiene un carácter documental”.

El corazón del arte de Rau está estimulado por un impulso progresista. Quiere exponer las cosas, observarlas en lugar de limitarse a narrarlas, para mostrar que las cosas se pueden cambiar.

¿Pondrá pronto en escena la primera obra judicial de la historia del teatro alemán, ‘La jarra rota’, de Heinrich von Kleist (1808), que aún forma parte del repertorio de la Schauspielhaus? Cuenta la historia de un juez de pueblo corrupto que es condenado en un juicio que él mismo preside. ¿Quién podría interpretar al personaje? No hay tiempo para más preguntas. Oigo a Rau volver al escenario y gritar “¿Qué tal, chicos?” en su peculiar inglés con acento suizo. Bip, bip, bip. Ha colgado.

Traducido del francés por Carla Wolff

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