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Kosovo, un cantón suizo

Un ejemplo curioso de los estrechos lazos entre Suiza y Kosovo: un viejo autobús de los Correos suizos en el centro de Pristina. swissinfo.ch

Entre Suiza y Kosovo existe un nexo particular. El país balcánico es una de las prioridades de la política exterior del país alpino, en el que además vive una décima parte de la población total.

Ueli Leuenberger, político y fundador de la Universidad Popular Albanesa de Ginebra, es un conocedor de la antigua provincia serbia. Entrevista.

El 17 de febrero de 2008 Kosovo declaró su independencia de Serbia. Su nuevo estatus fue inmediatamente reconocido por los Estados Unidos y algunos países europeos, entre los cuales figura también Suiza, donde viven entre 170.000 y 190.000 kosovares. Se trata de la segunda comunidad más populosa de expatriados kosovares después de la de Alemania.

swissinfo: Usted ha fundado la Universidad Popular Albanesa (UPA) de Ginebra y es coautor de un libro sobre los kosovares en Suiza. ¿De dónde nace este interés en esa región de los Balcanes?

Ueli Leuenberger: Desde finales de los años sesenta estoy luchando por los derechos de los inmigrantes y contra las iniciativas xenófobas. Empecé a interesarme por la región balcánica diez años más tarde gracias a un encuentro con algunos trabajadores kosovares. En 1990, el Centro Social-Protestante de Ginebra me contrató como asesor social y jurídico para los inmigrantes de los Balcanes: ahora, sus problemas forman parte de mi actividad profesional.

Una etapa muy importante fue la fundación en el año 1996 de la UPA; con el tiempo se ha convertido en un lugar de encuentros e intercambios entre los albaneses de Ginebra y los ciudadanos ginebrinos. El proyecto ha recibido el apoyo político y financiero de la municipalidad y del cantón de Ginebra. Las autoridades federales, en cambio, han tratado a los kosovares con frecuencia con cierta hostilidad.

swissinfo: ¿Qué quiere decir con “hostilidad”? El 10% de la población de Kosovo reside en Suiza y la Confederación fue uno de los primeros estados del mundo que han reconocido la independencia del Kosovo…

U. L.: La historia que vincula Suiza con la antigua Yugoslavia, y en particular al Kosovo, ha sido dolorosa. El acuerdo bilateral de 1965 entre Berna y Belgrado ha posibilitado la afluencia de numerosos trabajadores yugoslavos, sobre todo kosovares, macedonios, serbios y bosníacos. La mano de obra italiana no era suficiente para satisfacer las necesidades del mercado laboral suizo.

En 1991, sin embargo, Berna cambió de repente su política de inmigración e introdujo el “modelo de los tres círculos”, con lo que se excluyó de hecho a la antigua Yugoslavia de los países donde se reclutaba la mano de obra extranjera. La consecuencia fue que decenas de miles de asalariados yugoslavos, que enviaban hasta mil francos por mes a su patria, perdieron el derecho a trabajar en Suiza.

A continuación hubo una fuerte reticencia ante la acogida de refugiados y desertores que huían de las guerras sucias que estallaron en la región. A ellos se les negó de vivir en las regiones suizas donde ya estaban residiendo sus parientes. Algunos se encontraban en Ginebra, mientras su tío o primo vivía en San Gall o Lugano.

Sólo después de que acabaran las guerras civiles de Yugoslavia, fue cuando Suiza empezó de nuevo a interesarse por los Balcanes. Fue entonces cuando asignó fondos para la reconstrucción. Berna comprendió que existían lazos muy estrechos con esta región que progresivamente se había convertido en una especie de Hinterland social, económico y político. El Kosovo se parece a un “cantón suizo”.

swissinfo: ¿Cómo ha cambiado en el tiempo la percepción de los inmigrantes kosovares en Suiza?

U. L.: Los primeros trabajadores fueron considerados como “buenos yugos” y se apreciaba mucho su contribución. No tenían problemas y no los crearon tampoco.

A raíz de las restricciones aplicadas por Milosevic, empezaron a arribar cada vez más refugiados a finales de los años 80. Las familias se volvieron a unir y por primera vez entraron en las escuelas públicas los niños de inmigrantes albaneses. La gente se preguntaba: ¿pero de quiénes son estos niños?; ¿de dónde vienen?. Mientras tanto, la mafia albanesa se ha apoderado del trafico de drogas.

En la sociedad aparecieron por tanto personas “problemáticas”: jóvenes sin trabajo eran asiduos de la calle, traficantes de droga, niños y madres que no hablaban la lengua del lugar.

Por su parte, Berna asumió una actitud disuasiva en la confrontación con los inmigrantes. En mi opinión ha sido un error grave: alejados de sus amigos y parientes, los últimos inmigrantes que llegaron no han podido beneficiarse del apoyo familiar de los “viejos” inmigrantes.

Privados del derecho de trabajar, de la solidaridad y del control social de sus respectivas familias, algunos jóvenes se hundieron en la criminalidad, lo cual ha perjudicado la imagen general de la comunidad balcánica en Suiza.

swissinfo: ¿Cómo evalúa hoy el grado de integración de los kosovares en Suiza?

U. L.: Hay alrededor de 380.000 inmigrantes de la antigua Yugoslavia, de los cuales 200.000 son de lengua y cultura albanesa. La mayoría está bien integrada. Una proporción importante de familias e individuos vive en condiciones sociales, económicas y psicológicas difíciles. Una minoría visible crea, sin embargo, problemas de delincuencia.

swissinfo: ¿En qué campos es necesario que se actúe?

U. L.: Independientemente de la nacionalidad, el aspecto más importante es la prevención y el ajuste del contexto social para evitar que los jóvenes se conviertan en criminales.

Se apoyan a las comunidades de expatriados y se fomenta su vida asociativa. Las grandes diferencias entre kosovares e italianos es que estos últimos tenían experiencias en la vida sindical y política: para ellos no fue difícil formar asociaciones.

swissinfo: La independencia que el Kosovo adquirió el pasado febrero abrió un nuevo capítulo en la historia de ese país. ¿Cómo ve usted el futuro de esa ex provincia serbia? ¿Y qué puede hacer la Confederación para acompañar la transición?

U. L.: He sido un defensor de la independencia, pero tengo que admitir que a corto plazo no soy para nada optimista. Se debe ante todo dar un empuje a la economía: la desocupación roza el 60% y los jóvenes no tienen perspectivas. El funcionamiento democrático de las instituciones es, por el momento, aún problemático, al igual que la corrupción. Además, el resurgimiento de conflictos no se puede aún excluir.

Suiza puede desempeñar un papel muy importante en la organización democrática del país, en particular en la reforma de la administración local y de la Justicia. Un rol cada vez más importante juega el elevado número de kosovares que residen en la Confederación, porque pueden contribuir al desarrollo del país.

Además, la estipulación de un acuerdo bilateral no sólo con el Kosovo, sino con todos los países de la antigua Yugoslavia, permitiría solucionar distintas cuestiones, como por ejemplo los permisos del seguro social o la lucha contra la criminalidad organizada.

Entrevista swissinfo: Luigi Jorio
(Traducción del italiano: Antonio Suárez Varela)

Población del Kosovo: 2,1 millones de habitantes (estimaciones de 2007)
Superficie: 10.887 km2
(Suiza: 41.285 km2)
Lenguas oficiales: albanés y serbio
En Suiza viven entre 170.000 y 190.000 kosovares.

La Confederación Suiza participa desde 1999 en la misión de paz de las tropas internacionales KFOR, dirigidas por la OTAN. El contingente suizo en el Kosovo (Swisscoy) cuenta con cerca de 200 efectivos.

Suiza se encuentra entre los principales estados donantes del Kosovo. La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Secretaría de Estado de Economía (seco) y la Oficina Federal de Migración (OFM) prevén una inversión de 76,8 millones de francos para programas en el Kosovo para el período 2008 hasta 2011.

Los programas promueven sobre todo el desarrollo, la economía, la democracia, la infraestructura, el respeto por el medio ambiente y la cooperación migratoria.

Nacido en 1952 en el cantón de Berna, Ueli Leuenberger tiene un pasado como empleado de la industria metalúrgica y hotelera, ámbitos en los que también ha sido activo como sindicalista.

Desde hace varias décadas lucha para los derechos de los migrantes. En 1999 publicó un libro con el título ‘Los perjudicados del tercer círculo. Los kosovares en Suiza’ (ediciones Metropolis).

En 2003 fue elegido como diputado de los Verdes al Consejo Nacional (cámara baja del Parlamento suizo). Desde 2008 es presidente del partido ecologista.

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