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La “Marcha sobre Bellinzona” y el fracaso de los fascistas suizos

Benito Mussolini y una multitud
Benito Mussolini durante la “Marcha sobre Roma” en 1922. En 1934, los fascistas del Tesino intentaron sin éxito una "Marcha sobre Bellinzona". Akg-images / World History Archive

Hace cien años, el espectro del fascismo se cernía sobre el Viejo Continente. En la Confederación, especialmente en las regiones suizas de habla italiana y francesa, varios movimientos aplaudieron el liderazgo de Mussolini y compartieron sus ideales. 

El 28 de octubre de 1922 se desató el infierno en Italia: unos 50 000 fascistas marcharon hacia Roma y Benito Mussolini tomó el poder. El rey Víctor Manuel III no lo impidió. Al contrario: encargado de formar gobierno, el Duce inauguró su régimen totalitario, que se prolongó durante veinte años.

En Suiza, varios círculos acogieron el ascenso del Duce con aplauso estruendoso. El corazón palpitante del fascismo suizo fue Lausana, donde en 1902 el tránsfuga socialista Mussolini apenas se ganaba la vida trabajando como peón y aprendiz. Muy pronto logró hacerse un lugar dentro de la colonia italiana del cantón de Vaud, formándose un nombre gracias a sus incendiarios discursos y sus mordaces artículos en las páginas del periódico L’Avvenire del lavoratore. En 1904 abandonó Suiza, pero sus maquinaciones sediciosas mantuvieron su efecto en todo el país.

El malestar tras la Primera Guerra Mundial

Pero vayamos veinte años después: desde la huelga general de 1918, en Suiza se venía gestando un cierto descontento político. Mientras que la izquierda admiraba a la Rusia revolucionaria y la tomaba como modelo de una sociedad más justa, muchos liberales y católicos de derecha veían a la Italia fascista como un baluarte contra el comunismo. La derecha desconfiaba profundamente del débil gobierno federal suizo y anhelaba un liderazgo más autoritario.

Incluso el general Henri Guisan, conservador y de mentalidad liberal, quedó profundamente impresionado por las hazañas de Mussolini, al menos hasta que este último se alió con Hitler. En un informe de 1943 al Departamento Militar Federal, alabó al Duce: “… El mérito de este hombre genial está en haber logrado imponer disciplina en todas las fuerzas de la nación, unirlas en una sola corriente y utilizar esa corriente para la grandeza de su Patria”.

En enero de 1937, la Universidad de Lausana otorgó a Mussolini un doctorado honoris causa, lo que alborotó un avispero de críticas feroces ya en aquel momento.

Además del ginebrino Georges Oltramare, una figura central del fascismo italiano en Suiza fue Arthur Fonjallaz de Vaud, quien había emprendido una deslumbrante carrera militar y había sido ascendido a coronel de brigada. Para 1922 ya había manifestado su entusiasmo por el fascismo tras conocer a Mussolini.
 

Arthur Fonjallaz
Arthur Fonjallaz (1875-1944), fundador y líder del Movimiento Fascista Suizo, en 1936 en Lausana. Keystone / Str

En 1923 renunció al ejército y empezó a trabajar como profesor invitado de ciencias de la guerra en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich. Albergó la esperanza de ser nombrado profesor titular, pero el codiciado nombramiento jamás llegó. Golpeado en su orgullo, Fonjallaz buscó chivos expiatorios y acusó de su falta de promoción a una conspiración masónica.

En 1933, el Consejo Federal se hizo cargo del asunto y lo convenció de renunciar. Ese mismo año, Fonjallaz fundó en Roma el Movimiento Fascista Suizo, inspirado organizativamente en el Partido Nacional Fascista de Italia. Se reunió con Mussolini al menos quince veces, y el Duce le entregó alrededor de 600 000 francos para apoyar la causa.

Tesino, un caso especial

Los deseos expansionistas italianos estaban legitimados por una consigna: el irredentismo, una doctrina que consideraba a la gente de habla italiana y romanche de Suiza como hermanos “irredentos de sangre y lengua”, futuros miembros del Imperio italiano. Tal despropósito caló profundo en algunos tesineses, principalmente porque el crecimiento de la población alemana y de la suiza de expresión alemana iba de la mano, en su opinión, con un desprecio intolerable por la cultura italiana.

Periódico
Entre 1933 y 1936, el semanario ‘El Fascista Suizo”‘se publicó en tres idiomas. Schweizerische Nationalbibliothek, Bern

La gran mayoría de la población tesinesa no se dejó atrapar por la desenfrenada propaganda italiana. Sin embargo, un núcleo duro de extremistas de derecha del Tesino causó irritación en el gobierno cantonal.

Entre las mentes del fascismo tesinés estaba el acaudalado ingeniero Enzo Rezzonico, a quien Fonjallaz había nombrado su lugarteniente en la Suiza de habla italiana el 29 de octubre de 1933 y al que encargó crear la organización paraguas Federación Fascista del Tesino.

Con la intención de fundar un Fascio (una sección local) con los suizos residentes en Milán, Rezzonico se puso en contacto con un conocido miembro de la Cámara de Comercio Suiza en Italia antes de finalizar el año. Luego de una reunión estratégica con sus representantes locales, Fonjallaz comunicó al Duce, lleno de orgullo, su plan para dar vida a un Fascio suizo en Milán, formado inicialmente por medio centenar de seguidores.

Sin embargo, el proyecto fracasó: la colonia suiza en Lombardía se dividió en dos facciones que estaban en guerra entre ellas por motivos políticos. El revuelo fue tal que tuvo que intervenir Georges Wagnière, ministro suizo en Roma.

Rezzonico pensaba que, al igual que Mussolini había logrado tomar el poder con la “marcha sobre Roma”, él también lograría doblegar al gobierno del Tesino con una “marcha sobre Bellinzona”.

Mapa
Para los fascistas, la “cadena media de los Alpes” separaba la “raza italiana” del resto del país. Wikicommons

El 25 de enero de 1934, los seguidores de Rezzonico se reunieron en Lugano preparados para marchar sobre la capital del Tesino con la intención de ocupar la sede del gobierno cantonal y exigir la anexión a Italia. Pero la acción de los irredentistas, en contra de todos los pronósticos, dejó indiferentes a los italianos que vivían en el Tesino y que se mantuvieron al margen. Finalmente, apenas un pequeño grupo de unos sesenta manifestantes armados marchó hacia el edificio del gobierno donde fueron recibidos por unos 400 antifascistas, que se situaron frente a las puertas enrejadas del edificio del Parlamento. Aparte de algunas escaramuzas, no ocurrió nada más. El plan de los fascistas para sabotear la sesión del gobierno quedó en nada.

A raíz de este fiasco y como consecuencia de luchas jerárquicas, Rezzonico fue excluido de la dirección de la Federación Fascista del Tesino y posteriormente se retiró por algún tiempo a su finca de Turín.

El Eje Roma-Berlín y la agresión de la Wehrmacht contra Polonia el 1 de septiembre de 1939 ayudaron a abrir los ojos de la mayoría de los fascistas del Tesino, y la unión tan anhelada por los frentes germano-suizo finalmente fracasó. Cuando nueve meses más tarde Italia entró también en la guerra, el espíritu fascista se diluyó en toda Suiza.

En 1941 Fonjallaz fue detenido y condenado a tres años de prisión por espionaje. En ese período Rezzonico reapareció en Porza, cerca de Lugano, y desde entonces vivió en la sombra como político y periodista local.

Yves H. Schumacher es autor del libro “¡Nazis! ¡Faschistas! ¡Fascistas! Faschismus in der Schweiz 1918-1940′, publicado en 2019 por Orell Füssli y ya agotado. A principios de 2023, la editorial Zocher&Peter publicará una segunda edición revisada.

Adaptado del italiano por Norma Domínguez

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