La Dalai Lama-nía, entre moda y convicción
El éxito mediático y de público que genera la visita del Dalai Lama a Suiza nos recuerda que el budismo es un fenómeno muy vivo en nuestras latitudes.
Son muchos los creyentes convencidos y fascinados por el misticismo oriental. Otros confunden religión y moda, y se acercan al budismo sin conocer sus principios fundamentales.
Con algunos minutos de retraso, el Dalai Lama aparece en el palco del Hallenstadion de Zúrich, transformado para esta ocasión en un gran altar.
No es acogido con aplausos y aclamaciones, sino con un respetuoso – casi temeroso – silencio. Silencio que guardan miles de personas, sentadas en las gradas, de rodillas sobre cojines rojos frente al palco o sentadas en el suelo con las piernas cruzadas y la espalda recta en posición meditativa.
Entre ellas, jóvenes en camiseta, personas con traje y corbata, niños, mujeres – muchas mujeres – ancianos, tibetanos que hablan dialecto suizo alemán y occidentales vestidos con la túnica roja del monje.
En Suiza hay muchos adeptos del budismo. Así lo confirma la afluencia de más de 8.000 personas que se congregan cada día en Zúrich para escuchar las enseñanzas del Dalai Lama. ¿Acuden movidos por una profunda y sincera convicción o sencillamente son seguidores de una moda que ensalza al Dalai Lama como a un semidiós?
Dalai Lama-nía
Rolf Hafner, ex miembro de la dirección de la Unión Budista Suiza, observa con escepticismo el interés popular que suscita la visita y que poco se diferencia del culto a la personalidad.
“Me llama la atención la gran ignorancia de los occidentales: muchos sienten un entusiasmo místico y esotérico por el Dalai Lama, pero ser budista requiere un trabajo intelectual intenso, de introspección y meditación”, comenta.
Hafner, que ha estudiado a fondo los escritos y las enseñanzas del budismo, ve en el Dalai Lama a un monje común que nada tiene de trascendente.
“Querer identificarlo con un dios es ridículo: el budismo no es una religión monoteísta y no existe un Dios creador omnipotente. La proporción de ese entusiasmo exento de crítica que rodea al Dalai Lama es preocupante”, señala el exponente de la escuela budista Theravada, aunque entiende la admiración que provoca entre los tibetanos en calidad de figura religiosa e instancia política.
Reencarnación de Buda
El mismo Tenzin Gyatso (el nombre del XIV Dalai Lama) siempre ha rechazado el culto a la personalidad, aunque no es fácil desprenderse de esa imagen de divinidad terrestre: a la edad de dos años fue reconocido como la reencarnación de su predecesor y, según la tradición budista tibetana, como reencarnación de Avalokitesvara, el Buda de la Compasión.
El carisma que irradia en su papel de guía espiritual y político, junto con sus mensajes de no violencia y fraternidad entre las religiones, han contribuido a convertirlo en un icono del Bien y de la paz por antonomasia.
20.000 budistas en Suiza
Pese al gran furor que ha causado estos días la visita del Dalai Lama, el budismo no es una novedad en Occidente. Basta pensar en los escritores y filósofos del pasado fascinados por el misticismo oriental – como Schopenhauer, Nietzsche, Hegel o Hesse – o el movimiento hippy a finales de los años 60.
Suiza conoció relativamente tarde el budismo. Martin Brauen, responsable del Departamento Himalaya y Extremo Oriente en el Museo de Etnografía de la Universidad de Zúrich, recuerda en este contexto el “escaso interés que suscitó la visita a Suiza del Dalai Lama en 1973”.
Las primeras señales de la difusión de la religión asiática en la Confederación Helvética se remontan a 1999. Según un sondeo del Observatorio Suizo de las Religiones, publicado en ese año, muchos suizos declaraban sentirse más próximos del budismo que del Islam, el judaísmo o el hinduismo.
“En aquella época, estos datos causaron estupor. Fue la primera vez que se percibió este fenómeno de manera tan clara”, explica el director del Observatorio Jörg Stolz.
Según los datos del censo nacional del 2000, el 0,29% de la población se declara budista, lo que corresponde a cerca de 20.000 personas.
Un remedio al materialismo
Aunque lentamente, el budismo sigue ganando terreno en Suiza, afirma Stolz. ¿Pero cómo explicar el éxito en una sociedad que nada tiene en común con el contexto histórico donde se ha cultivado esta religión durante 2.500 años?
“En Occidente, el budismo es visto como una enseñanza exenta de dogmatismos. Cada individuo busca en su interior la religiosidad, pero no dogmática, y el budismo se presenta, por tanto, como la solución ideal”, explica Samuel Behloul, del Instituto de Ciencias Religiosas de la Universidad de Lucerna.
Jörg Stolz coincide en que “el budismo atrae porque transmite una sensación de libertad”.
Muchas personas, cansadas del excesivo materialismo e individualismo del mundo occidental, se dejan seducir por esta filosofía de vida, considerada menos coercitiva que el catolicismo.
Quien pretende abandonar los confesionarios de la propia iglesia para seguir el camino que conduce a los templos tibetanos no debería olvidar que la posición del Dalai Lama, sobre todo en materia de sexualidad, no difiere mucho de la del Vaticano.
“Se cree que la tolerancia del budismo no tiene límites, pero no es así. La única diferencia es quizá que las normas del budismo son un poco menos rígidas que en otras religiones”, concluye Martin Brauen.
swissinfo, Luigi Jorio, Zúrich
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)
Hay cerca de 400 millones de budistas en el mundo.
En el 2000, era 20.000 los budistas en Suiza, de los que más de la mitad tienen nacionalidad helvética.
La actual es la decimoquinta visita del Dalai Lama a Suiza.
El budismo es a la vez una religión y una filosofía basada en las enseñanzas de Gautama Siddhartha, el maestro espiritual que vivió en el norte de la India en el siglo V antes de Cristo.
En su interior se han desarrollado varias vertientes, entre ellas el Budismo Mahayana (difundido sobre todo en el Tibet, China, Japón, Bután y Corea), al que pertenece el Dalai Lama.
Otras corrientes son el Budismo Therevada (Sri Lanka, Myanmar, Tailandia, Laos y Camboya) y el Budismo Tántrico (India).
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