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Los otros caminos del cristianismo

La imagen del niño Jesús en el portal de Belén, procede de escritos apócrifos. Evangelisch-Lutherische Synode von Wisconsin

Un equipo internacional de investigadores saca de la sombra textos cristianos apócrifos. Esos científicos laboran bajo la dirección del suizo Jean-Daniel Kaestli.

Un segundo volumen de esos textos acaba de ser publicado en la prestigiosa Biblioteca de la Pléiade.

La historia del gallo que cantó tres veces cuando Pedro negó a Jesús es bien conocida por los cristianos. En cambio existe otra historia que generalmente ignoran: Cristo habría resucitado a un gallo previsto para la Última Cena y le habría encargado espiar las artimañas de Judas, el apóstol felón.

Si la primera historia es conocida, es porque se encuentra en el Nuevo Testamento. La segunda, en cambio, no figura en la Biblia. La relata el “Libro del gallo”, un texto apócrifo de los cristianos de Etiopía.

Los textos apócrifos son textos que fueron redactados durante los primeros siglos de nuestra era por diferentes comunidades cristianas, pero que la Iglesia no ha integrado en el canon bíblico, sea porque se alejaban del dogma sea porque invocaban demasiado lo maravilloso.

Para los lectores francófonos, esos diferentes textos están ahora disponibles en dos volúmenes de la prestigiosa Biblioteca de la Pléiade, ediciones Gallimard. El primer volumen, editado en 1977, fue vendido en cerca de 30.000 ejemplares y el segundo, publicado a finales de septiembre, a más de 5.000.

Esos textos fueron reunidos bajo la dirección del Instituto de Ciencias Bíblicas de la Suiza de expresión francesa, en Lausana, común a las tres Facultades de Teología Protestante (Lausana, Neuchâtel y Ginebra). swissinfo conversó con su director, Jean-Daniel Kaestli.

swissinfo: ¿Cuál ha sido exactamente su papel y el de su Instituto en esta aventura?

Jean-Daniel Kaestli: El proyecto de colaboración con las ediciones Gallimard inició en 1989. Al principio, nuestro Instituto y la Escuela Práctica de Altos Estudios de París representaban los dos polos de ese proyecto. Pero las colaboraciones se prolongaron al filo de los años.

Nuestro proyecto lo lleva ahora una asociación internacional que reagrupa a más de 60 investigadores de una docena de nacionalidades. Sin embargo, a escala institucional, el Instituto que dirijo, y como consecuencia, la Universidad de Lausana, se mantiene como el centro de este proyecto internacional.

swissinfo: Cuando se habla de escrito apócrifo, ¿de qué se habla exactamente?

J-D.K: La palabra apócrifo viene del griego y significa oculto, secreto. En el origen, es un título que se dio a otras obras que aparecieron más o menos al mismo tiempo que las otras obras del Nuevo Testamento. Apócrifo indica que tienen un sentido oculto. En este caso, se trata de un sentido positivo de la palabra. De esa manera es utilizado, en particular, en el título del Evangelio de Tomás, que contiene una colección de palabras de Jesús.

Pero a partir del siglo IV, cuando fue integrado el canon de 27 libros del Nuevo Testamento, la palabra apócrifo sirvió para designar textos que no tenían un lugar en esa colección canónica. A partir de ese momento, un texto apócrifo ha sido considerado como algo que hay que rechazar y del que hay que desconfiar por su contenido de ideas heréticas.

swissinfo: Pero en nuestros días, ¿cuál es la posición de las Iglesias, tanto de las protestantes como las católicas en relación con esos textos?

J-D.K.: Hay grandes diferencias en esta masa que nosotros llamamos escritos apócrifos cristianos. Hay textos que circulaban entre grupos cristianos marginales condenados por la Iglesia. Sus textos fueron prohibidos o destruidos y se ignoraba su existencia. Pero nosotros hemos encontrado algunos, por ejemplo, en jarras enterradas en las arenas de Egipto.

Pero también hay apócrifos que nunca fueron condenados por la Iglesia. El ejemplo más conocido es el Protevangelio de Santiago, que narra el nacimiento de María. Se trata, en efecto, de un texto apócrifo, pero que está perfectamente integrado en la tradición de la Iglesia.

swissinfo: ¿Su grupo de investigadores ha aportado nuevos conocimientos?

J-D. K.: En el segundo volumen reunimos textos que no forman parte de la colección clásica de los textos apócrifos cristianos. Provienen de comunidades cristianas situadas al margen de los imperios romano y bizantino: las comunidades copta, armenia y etíope.

La mayor parte de esos textos son traducidos por primera vez en francés. Y hay, en todo caso, tres que no habían sido traducidos a una lengua moderna. Para conocerlas había que saber armenio, sirio o etíope, o sino formar parte de las Iglesias de la periferia.

Esos textos, que son traducidos por primera vez, no eran conocidos a fondo más que por algunos pocos especialistas.

swissinfo: Esos dos volúmenes publicados en la Biblioteca de la Pléiade conocen un verdadero éxito de librería. ¿No es sorprendente?

J-D.K.: Cuando conocimos las cifras de venta de esos volúmenes nos sorprendimos, pero creo que es explicable, puesto que esos textos gravitan en torno a la Biblia y hay un público que sigue interesado en todo lo que toca a la Biblia.

Existe también una tendencia que se advierte claramente en el éxito de novelas como el código Da Vinci de Dan Brown. Una parte del éxito procede también de esa curiosidad de una parte del público por las tradiciones esotéricas.

Empero, pienso que los lectores que compraran los volúmenes bajo esa óptica quedarían un poco desilusionados. Hay ciertos elementos que pueden sorprender, pero no hay realmente una revelación que sacudiría totalmente la imagen del cristianismo y la comprensión de la Biblia.

swissinfo: ¿Como teólogo, qué consejo daría usted al lector para entender esos textos?

J-D.K.: Cada uno va a abrir esos libros con las preguntas y los intereses que le son propios.

Pienso que hay un aspecto que puede interesar a un amplio público. Se trata de comprender mejor cómo han vivido la Biblia los cristianos de diferentes regiones del mundo en el curso de los siglos, cómo la han prolongado, embellecido y completado. Hay todo un aspecto histórico.

Además, conocer mejor esos textos es también conocer mejor la cultura y la Fe de las personas que vivían en las Iglesias que conocemos mucho menos bien que la Iglesia en la que crecimos. En fin, hay también un aspecto literario. Se trata de historias que puede ser apasionante descubrir.

Pero, en lo que me concierne, no considero que esos textos tengan el mismo estatuto o puedan pretender la misma autoridad que los textos del Nuevo Testamento.

swissinfo, Olivier Pauchard
(Traducción, Marcela Águila Rubín)

Algunos relatos contenidos en los escritos cristianos apócrifos son conocidos por el público.

En esos textos se encuentra, por ejemplo, la imagen de Jesús recién nacido en un belén, entre un asno y un buey. Esa escena no es descrita en ninguna parte del Nuevo Testamento.

La adoración de los tres magos, transformados más tarde en tres reyes, encuentra también su origen en escritos apócrifos.

Los textos reunidos en ambos volúmenes reagrupan diferentes géneros bíblicos: evangelios, epístolas, Hechos de los Apóstoles, Apocalipsis.

El segundo volumen se interesa más especialmente en escritos que provienen de Iglesias cristianas periféricas de los imperios romano y bizantino (Etiopía, Egipto, Armenia, etc.).

Encontramos allí particularmente el Evangelio según María, que inspiró en parte la trama del Código Da Vinci, de Dan Brown.

Con esos dos volúmenes, los lectores francófonos disponen ahora de cerca de 80 textos cristianos apócrifos. En comparación, el Nuevo Testamento contiene sólo 27.

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