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Nuevo intento de modificación del seguro para la vejez

La evolución demográfica exige un nuevo pacto entre generaciones. Keystone

Desde hace diez años, Suiza busca en vano terminar con sus reformas al sistema de pensiones por jubilación. Tras el rechazo popular de 2004, la onceava revisión del seguro de vejez ocupa de nuevo al Parlamento.

El retiro flexible se encuentra en el centro del debate entre el ala derecha, que no quiere otorgar más ayuda económica para las personas con ingresos modestos, y el ala izquierda, que apuesta por una financiación de carácter social.

El seguro para la vejez representa la piedra angular del sistema de previsión helvético. Gracias a él y a otras prestaciones complementarias, estar jubilado en Suiza no es sinónimo de pobreza.

Desde su introducción, en 1948, el primer pilar de la previsión ha sido objeto de diez revisiones que permitieron mejorar las rentas y adaptar las prestaciones a las nuevas necesidades.

Pero la onceava revisión parece un rompecabezas de difícil solución. El Parlamento tiene dificultad en encontrar una respuesta que resuelva los nuevos desafíos y, que a la vez, asegure los pagos de las pensiones a medio plazo.

Reto demográfico

En todos los países occidentales, el aumento de la esperanza de vida y la baja de la natalidad se vuelven una ruda prueba para el financiamiento del sistema de pensiones para el retiro. En 2040, esa relación sería de 2,2 personas en edad laboral activa por cada jubilado.

“La palabra clave es la equidad entre generaciones”, declara el diputado radical (derecha), Ignacio Cassis.

“Las pensiones para el retiro reposan sobre un sistema de repartición en el que los jóvenes financian las rentas a las generaciones más viejas. Debido a que en Suiza, la juventud es la que se encuentra en las peores condiciones de pobreza, no nos podemos permitir conceder regalos a los más ancianos a costa de éstos.”

En opinión de Cassis, no faltan opciones para hacer frente al alza del número de pensiones a pagar: aumentar los recursos financieros, adoptar las prestaciones o modificar la edad del retiro.

“La única solución realista, ya adoptada por otros países europeos, no es la de bajar la edad de jubilación, sino más bien al contrario: aumentarla, ya que, afortunadamente, ahora vivimos con mejor salud por más tiempo”, afirma Cassis.

Retiro flexible

Debido al sistema de democracia directa, el aumento de la edad del retiro aún es un tema tabú en Suiza. En 2003, el ministro Pascal Couchepin evocó la posibilidad de establecer la edad del retiro a partir de los 67 años de edad. Una proposición que suscitó amplias críticas y contribuyó al rechazo en votación popular de la onceava revisión del seguro para el retiro.

Pero las declaraciones del ministro del Interior no son las únicas que explican el fracaso de 2004.

El proyecto sometido al electorado no preveía, en efecto, el retiro flexible de índole social a favor de personas con ingresos modestos, pese a las promesas del Gobierno y el Parlamento.

Actualmente, el retiro flexible es el principal punto de discordia de la nueva versión de la onceava revisión. Todo el mundo está de acuerdo sobre el principio, pero el modo de financiación provoca vivos debates políticos con posiciones inconciliables entre la derecha y la izquierda.

Batalla ideológica

La Unión Democrática de Centro (derecha dura) y una buena parte del Partido Radical se muestran hostiles a toda forma de subvención para el retiro flexible.

En opinión de estos grupos políticos, en caso de jubilación anticipada, la renta debe ser reducida sobre la base de criterios matemáticos.

En opinión de estos círculos políticos, los montos financieros obtenidos con la onceava revisión deben servir sólo para garantizar las finanzas del seguro para la vejez a medio plazo, y evitar así un aumento en las cotizaciones.

Por su lado, la izquierda y los sindicatos se esfuerzan por promover un retiro flexible de carácter social que permita igualmente a las personas con ingresos modestos adelantar la edad de su jubilación.

Para la izquierda, el futuro financiero en esta materia no es tan negro y es posible contar con el crecimiento económico para financiar esa prestación.

Esta reivindicación es respaldada por una iniciativa popular de la Unión Sindical Suiza (USS) que propone un retiro flexible sin reducción de la renta a partir de los 62 años para las personas con un ingreso anual inferior a los 120.000 francos.

Entre esas dos posiciones tan distintas habría una solución de compromiso impulsada por la diputada demócrata-cristiana (centroderecha), Thérèse Meyer, que bien podría resolver la situación. Su idea es que los ahorros realizados gracias al aumento de la edad del retiro para las mujeres (de 64 a 65 años) y otras medidas previstas en la onceava revisión financiarían las jubilaciones anticipadas.

Una reforma en riesgo

Sin una solución de compromiso sobre el financiamiento del retiro flexible, la reforma corre el riesgo de naufragar ante el Parlamento.

“Es nuestra última oportunidad de instaurar un retiro social flexible. Si el Parlamento fracasa una vez más en el intento, no nos quedaría ya nada más por proponer para satisfacer las exigencias de la población”, expresa Thérèse Meyer.

El riesgo de rechazo es aún más elevado ante la sorprendente decisión del Partido Radical de reenviar el proyecto al gobierno y pasar de inmediato a la doceava revisión. Esa proposición de gran reforma –que debería introducir una edad base para el retiro flexible entre los 62 y los 70 años de edad- es sostenida por el ministro del Interior, Pascal Couchepin, y por el director de la Oficina Federal de Seguros Sociales, Yves Rossier.

Por el contrario, el grupo demócrata-cristiano se mostró a favor de abordar la onceava revisión con un nuevo modelo de compromiso para un retiro flexible de índole social.

La citada revisión tiene bases poco estables. Luego de diez años de debates y reformas frustradas, el Parlamento podría encontrarse de nuevo en el punto inicial si la reforma no tuviese el respaldo necesario.

En una situación económica difícil, habría entonces un gran riesgo de tener que decidir de forma urgente medidas radicales para garantizar las pensiones.

swissinfo, Andrea Arcidiacono
(Traducido del francés por Patricia Islas)

Beneficiarios de una renta tras la edad del retiro laboral en Suiza en 2007: 1,755 millones de personas.

Ingresos totales del seguro para el retiro en 2006: 34.400 millones de francos.

Gastos totales del seguro para jubilación en 2006: 31,700 millones de francos de beneficio

Renta mínima en 2007: 1105 francos

Renta máxima: 2210 francos

Renta máxima para una pareja: 3315 francos

Renta promedio: 1724 francos

La nueva versión de la revisión número once del seguro para la vejez representa un primer paso para garantizar el financiamiento de esta prestación. El debate en la cámara baja del Parlamento está previsto que se celebre el 17 y el 18 de marzo.

La revisión prevé dos mensajes legislativos distintos. El primero comprende medidas relativas a las prestaciones: aumento de la edad del retiro para las mujeres de 64 a 65 años, mayor flexibilidad en caso de anticipar o aplazar el retiro y nuevos mecanismos para adaptar las rentas a la carestía.

El segundo mensaje prevé la introducción de una prestación para el retiro anticipado con base en un sistema de prestaciones complementarias a favor de asegurados que se encuentren en condiciones económicas desventajosas. La comisión de la cámara baja responsable de evaluar el tema decidió clasificarlo como inadmisible.

Una solución de compromiso se diseña en el Parlamento para garantizar recursos suplementarios para el seguro en caso de invalidez, cuya deuda acumulada alcanza ya los once mil millones de francos.

La Comisión de la Seguridad Social de la cámara baja propone seguir el modelo adoptado en la cámara alta: un aumento del impuesto al valor agregado (IVA), limitado a un plazo específico y la creación de un fondo autónomo para este tipo de seguro, independiente al del seguro para la edad del retiro. El debate en la cámara baja está previsto para el 18 de marzo.

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