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Tradiciones de Semana Santa en Suiza

Mendrisio es famoso por sus procesiones de Semana Santa. Keystone

La celebración de la Pascua está en el corazón de la religión cristiana, pero actualmente muchas personas la asocian más bien con lo cacería de huevos de chocolate y unos días de vacaciones.

Algunas de las antiguas tradiciones han desaparecido, otras han sido modificadas, unas más han revivido y, sin duda, hay algunas inventadas. No siempre es fácil saber cuál es cuál.

La Pascua es muy comercializada con huevos y conejos de chocolate que proliferan en las tiendas desde semanas antes del festejo.

Paul Hugger, profesor jubilado de estudios de cultura popular en la Universidad de Zúrich, recuerda que hace unos 50 años, los regalos de Pascua solamente estaban a la venta por unos días. El lado religioso de la fiesta era mucho más fuerte.

“El año era monótono: la gente estaba feliz de que la Iglesia le diera una estructura. Después del ayuno de Cuaresma venía la Pascua y la alegría de vivir”, explica.

Se dice que “una costumbre muere cuando ya no tiene una función en la sociedad”, señala a su vez Mischa Gallati, de la misma institución. Pero, advierte, “por lo general no muere sino que se modifica para adaptarse a los cambios en esa sociedad”.

Guardián de la tumba

Una costumbre que se extendió mucho en las zonas católicas del este suizo, pero que ha caído en el olvido es la instalación de un “Santo Sepulcro” en las iglesias.

Peter Kern, autor de un libro sobre las costumbres del cantón de San Gall, indica a swissinfo.ch que el Jueves Santo las iglesias locales instalaban un sepulcro, de unos cinco metros de altura, y que al día siguiente, Viernes Santo, colocaban en él la imagen o la representación del Cuerpo de Cristo. Los fieles acudían a rezar ante esos sepulcros y muchas veces iban de una iglesia a otra.

El Cuerpo de Cristo era escondido hasta el momento de la Resurrección.

“Era muy emocionante”, dice Kern. “Dejaba una fuerte impresión en las mentes y los corazones quienes lo veían”.

Como adolescente, en la década de los 40, Hugger fue elegido para ser uno de los jóvenes guardias del “Santo Sepulcro” la noche del Viernes Santo. Era un honor, comenta a swissinfo.ch, pero también una prueba de carácter, porque significaba pasar muchas horas en una oscuridad casi completa.

Pocos lugares erigen actualmente ese tipo de tumbas y, si acaso, cada tres o cuatro años, pero ya nadie monta guardia.  

Otras llamativas tradiciones religiosas han sobrevivido y se han convertido en atracciones turísticas. En Romont, en el cantón de Friburgo, las  “plañideras”, o las mujeres que lloran, vestidas de negro, avanzan en procesión alrededor de la iglesia el Viernes Santo con los símbolos de la Pasión en cojines rojos, mientras un penitente carga una cruz.

En Mendrisio, en el cantón del Tesino, los días santos tienen lugar unas procesiones que recrean el Vía Crucis y que son acompañadas con los famosos lienzos pintados con escenas de La Pasión e iluminados (“ los transparenti”).

Una fiesta familiar

Es tradición en algunas zonas de habla francesa que las campanas vayan a Roma días antes de la Semana Santa y vuelvan el día de Pascua, con los huevos de Pascua. Pero en la mayor parte de Suiza es sin duda la liebre (o el conejo) la que aporta los huevos. Los esconde, probablemente en el jardín, para que los niños los encuentren.

“La liebre asumió ese papel en el siglo XVIII en un reflejo de la nueva forma del núcleo familiar y los valores asociados. La liebre es presentada como trabajadora, amable y preocupada por los niños”, dice Gallati.

Desplazó a una gran variedad de otros animales de temporada – incluyendo al zorro y al burro – cuando las pascuas comenzaron a celebrarse en el íntimo círculo familiar, explica.

Pero a medida que las estructuras familiares han cambiado, ofreciendo una alternativa al modelo nuclear, la costumbre ha cambiado también: Gallati ha observado que actualmente grupos de familias se reúnen para organizar una búsqueda comunitaria de huevos, en lugar de la caza solitaria de antaño.

A veces las organizaciones locales de turismo aprovechan la temporada y pareciera que las costumbres resurgieran de forma espontánea.

Innovaciones

La costumbre de decorar las fuentes en la ciudad de habla francesa de Nyon no tiene más de 30 años, pero ninguno de los organizadores actuales puede recordar exactamente dónde surgió la idea. Sin embargo, es ahora una atracción turística con una competencia y visitas guiadas.

Rougemont, en el cantón de Vaud, tiene una tradición única – que se remonta a 2001: Cada año, 12 huevos enormes son decoradas de acuerdo con diferentes temas y distribuidos en la ciudad.  

Un tradición que ha sufrido altibajos es la del “combate con huevos”, o Eiertutschen, en alemán. La gente la practica en casa y se utilizan huevos preciosamente decorados.

En el casco viejo de Berna esa batalla se ha convertido en un evento público, en un lugar, una fecha y una hora específicos. Dalla Vecchia, que ayudó a salvar esta tradición a punto de desaparecer hace aproximadamente ocho años, señala a swissinfo.ch que su padre – ahora con 65 años- acudía de niño y la había llevado cuando ella era pequeña.

Sin embargo, cuando ella llevó a sus hijos, el número de participantes se había reducido drásticamente. Con llamados a la alcaldía y la oficina de turismo, además de un artículo en el periódico local, la revivió.

“Te encuentras con algunas personas a las que solamente ves una vez por año. Y siempre hay otros nuevos que se enteran por otros asistentes”.

El juego intriga a los extranjeros: “Utilizamos las manos y los pies para explicar a los turistas japoneses y luego ellos se suman”.

Una variante de la misma costumbre es el Zwanzgerle, en Zúrich. Una vez más en un lugar específico y en un momento específico, los niños desafían a los adultos a romper la cáscara de sus huevos decorados con una moneda de 20 céntimos. Esto puede sonar imposible, y los niños pueden esperar a salir ligeramente más ricos que cuando llegaron, pero algún hábil adulto consigue ocasionalmente ganar el huevo.

De acuerdo con Gallati, esta costumbre tiene siglos, pero se había extinguido y apenas fue revivida en 1930.

¡Las tradiciones pueden ir y venir, pero una Pascua sin tradiciones es impensable!

Las procesiones del Jueves y Viernes Santos reviven en Mendrisio, ciudad meridional del cantón del Tesino.

En el Jueves Santo tiene lugar el

Via Crucis. Se recorre el centro histórico de la ciudad medieval escenificando los diferentes pasajes del camino al monte Calvario y la posterior crucifixión.

En el Viernes Santo escenifica

El entierro.

Estas tradiciones fueron introducidas por la Orden de los Siervos de María, quienes provenían de España y se establecieron en el Tesino en 1541.

Para la ocasión, la ciudad luce sus transparentes: antiguos lienzos de lino blanco pintados con motivos de La Pasión y colocados como lámparas iluminadas, que adornan a derecha e izquierda el paseo de las calles del centro.

Traducción, Marcela Águila Rubín

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