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Una batuta iconoclasta

El pianista David Greilsammer dirige desde 2010 la Orquesta de Cámara de Ginebra. rts.ch

El pianista David Greilsammer rompe moldes en el conservador universo de la música clásica. El carismático director de la Orquesta de Cámara de Ginebra se presenta en clubes nocturnos, colabora con DJ y experimenta con el género electrónico.

Los especialistas le consideran un “visionario”.

Nacido en Jerusalén en 1977, esta joven batuta ha dirigido su orquesta en el aeropuerto de Ginebra, en una experiencia más propia del arte contemporáneo que la música clásica.

Y en sus recitales, no duda en presentar piezas de la más rabiosa modernidad junto a obras barrocas. Entrevista.

swissinfo.ch: Es un hecho que la música clásica no interesa a las audiencias jóvenes.

David Greilsammer: Es verdad, y tenemos que cambiarlo radicalmente. Actualmente, la música clásica es un club privado que provee entretenimiento a un sector muy específico de la sociedad. Y, lamentablemente, los músicos tenemos la misma visión -en términos de repertorio y formato de concierto- que hace dos siglos. Los repertorios deberían cambiar y los conciertos ser presentados en una forma fresca y nueva.

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swissinfo.ch: ¿Qué propone hacer exactamente?

D.G.: No debemos tocar solo en los templos de las élites económicas, sino abrirnos a nuevos espacios, como clubes o salas de conciertos de otros estilos musicales. Debemos esforzarnos en traer a un nuevo público y dejar de asustarles con actitudes conservadoras.

swissinfo.ch: ¿Qué busca como músico y artista?

D.G.: Tocar conciertos bonitos no es la parte más importante del trabajo del músico. Lo que importa es quiénes somos como artistas y qué hacemos para incorporar ideas nuevas. Nuestra responsabilidad no se reduce únicamente a entretener. Debemos cambiar el mundo, y lamento si suena a cliché… pero es lo que pienso.

swissinfo.ch: Un músico famoso me dijo una vez ‘off the record’ que le encantaría experimentar e innovar, pero que tenía miedo de ser vetado por los patrocinadores y directivos…

D.G.: Eso es absurdo. Considero que con mi trabajo demuestro que se pueden hacer las cosas de otra manera en el mundo clásico. No creo que estemos obligados a comulgar con las reglas del stablishment para poder ganarnos la vida. Lo que ese músico le decía, en realidad, es que le da miedo asumir riesgos. Me parece que se ha equivocado de oficio.

Nace en Jerusalén en 1977. Es el mayor de cinco hermanos.

Comenzó sus estudios de música a los 6 años en el Conservatorio Rubin de Israel. Posteriormente, estudió en la prestigiosa Juilliard Academy de Nueva York.

Debutó profesionalmente en el Lincoln Center en 2004 y ha tocado en importantes salas de París, Londres o Tokio.

Como pianista, brilla especialmente como intérprete de la música de Mozart. Sus intereses van de la música antigua hasta la contemporánea.

Destaca por asumir riesgos inhabituales en el rígido universo de la música clásica, mezclando música, teatro y elementos de danza o artes visuales.

En 2010, fue nombrado director musical de la Orquesta de Cámara de Ginebra.

Desde el año 2011 es un artista exclusivo Sony. Con este sello ha publicado el CD Baroque Conversations, una miscelánea de obras de hoy y música antigua.

swissinfo.ch: Pero asumir riesgos no está al alcance de todo el mundo…

D.G.: A veces, si el programa es muy arriesgado, puedo tocar para 10 personas. Pero hay que luchar y perseverar para hacer las cosas de la manera que uno cree correcta. Si sabes lo que quieres, a la larga lo consigues.

swissinfo.ch: ¿Quiere decir que el mundo de la música clásica es muy conservador?

D.G.: El verdadero problema es más profundo, y no es culpa de los managers y patrocinadores. El problema son los músicos que tienen miedo a los cambios. Tenemos miedo de ir contra lo que nos enseñaron. Los promotores de conciertos son conservadores, pero depende de nosotros no jugar su juego. Si proponemos nuevas ideas y proyectos apasionantes, las cosas van a cambiar. No podemos reivindicar cambios y no actuar en consecuencia.

swissinfo.ch: ¿O sea que los músicos clásicos se aferran a repertorios ‘seguros’?

D.G.: En general sí. Me sorprende que la mayoría de músicos no quieran tocar música contemporánea. Admiro a los artistas que aspiran a aprender nuevos lenguajes y a los músicos que exploran otros terrenos creativos, como el jazz o la música electrónica.

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Un evento que nutre las arcas de Gstaad

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swissinfo.ch: A menudo me sorprende ver que las artes visuales, el cine, el teatro, la arquitectura interactúan y se influyen mutuamente, mientras que la música clásica parece aislada de la cultura viva.

D.G.: Es triste, pero es una gran verdad. Estamos cerrados a todo lo que ocurre en el mundo real, a nuestro alrededor. Siempre me sorprende ver colas de jóvenes en el MoMA o la Tate Modern, interesados en la creación de nuestro tiempo. ¡Ojalá yo tuviera al 10% de esos jóvenes en mis conciertos! (risas) Pero en el mundo de la música clásica no miramos con interés lo que otros artistas hacen. En mi opinión, un pianista clásico tiene mucho que aprender de un pianista de jazz, especialmente en cómo conseguir que el instrumento cante.

swissinfo.ch: ¿En serio?

D.G.: Por supuesto. Cuando preparo un concierto de Mozart escucho a Keith Jarrett o Bill Evans. Ellos logran que su instrumento suene como una voz humana, y de eso se trata en la música. Sin embargo, la mayoría de los músicos clásicos viven escuchando viejas grabaciones de mediados del siglo XX, porque les han enseñado a tener dioses musicales. Olvidamos que fueron maravillosos en su tiempo, pero ahora estamos en el año 2012. Debemos aprender a cambiar con el mundo y no seguir enganchados al pasado.

swissinfo.ch: ¿Algo recuerdo especial de su trabajo con la Orquesta de Cámara de Ginebra?

D.G.: Hace poco tocamos en el aeropuerto de Ginebra, y fue un momento fantástico. Los aviones despegaban y aterrizaban a nuestro alrededor durante el concierto. Estoy muy orgulloso de los logros que hemos conseguido con esta orquesta. Es genial haber podido atraer nuevas audiencias para proyectos tan innovadores y radicales.

swissinfo.ch: ¿Cuál es su sueño como artista?

D.G.: Mi responsabilidad como artista es inventar y crear. Estar siempre abierto a nuevas ideas. Espero lograr traer a nuevos públicos a la música clásica. Incluso si solo logro impactar a una persona, ya me doy por satisfecho. También quiero colaborar con otras formas de arte. Sé que va a ser difícil, pero voy a luchar por ello.

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