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Cara a cara con la imagen del poder

Cartel del presidente J.F. Kennedy, 1960. Anonym/Plakatsammlung/ZHdK

¿En qué medida la imagen de un hombre o de una mujer puede ser decisiva en las grandes coyunturas internacionales? ¿Es el rostro de los políticos el espejo donde se reflejan las expectativas de una nación?

Estas y otras cuestiones, como la ironía, el encubrimiento, la exaltación o la manipulación en las representaciones consagradas a las grandes figuras del poder, son los aspectos que plantea una exposición del Museo del Diseño de Zúrich.

Desde la época romana hasta hoy la propaganda política no ha dejado de evolucionar a través de la iconografía de sus principales protagonistas. Basta pensar en las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos, en las que el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain entraron en una verdadera carrera de imágenes opuestas.

Las dos caras de la moneda

No se trata de analizar sus programas, sino la imagen que cada uno a su manera ha sabido proyectar.

Por un lado está el ex soldado de Vietnam fuerte y combativo; por el otro, el líder que supuestamente acabará con la guerra. El joven entusiasta y fresco que sabe ganarse al público con una amplia sonrisa, en oposición al hombre septuagenario convencido de poder ofrecer al mundo un futuro mejor.

Obama, el que sale en mangas de camisa a hablar con las grandes masas; o McCain que no renuncia al traje y a la corbata. El candidato blanco y el negro en un país en el que hasta hace apenas 40 años la “gente de color”, como solía llamársele, era expulsada de los lugares públicos por indeseable.

Son sólo unas cuantas oposiciones de los dos aspirantes a la Casa Blanca que saltan a la vista y que divulgaron los medios de comunicación tanto impresos como digitales durante la campaña electoral.

¿Convencer o seducir?

Si durante los tiempos de la República romana los emperadores eran representados en bustos de mármol bajo una apariencia decidida, poderosa y digna, como la del soberano Tiberio, en la actualidad las imágenes de los dirigentes de gobierno siguen una estrategia encaminada más bien a la seducción.

Las fotografías oficiales de la reina Isabel ll de Inglaterra o las del primer ministro británico Winston Churchill tratan en cierto modo de convencer a sus compatriotas sobre su pertenencia a una nobleza que Dios o el cielo salvará. ¡Nada es más atrayente que ver reproducida a una reina con corona y cetro en mano!

En particular, el fotógrafo o el diseñador de carteles que se ocupa de difundir el rostro de los candidatos en las campañas electorales es alguien clave para obtener el éxito. Un caso extremo es probablemente el del primer ministro italiano Silvio Berlusconi, quien aparece cada vez más rejuvenecido en los medios de comunicación.

La mayoría de las veces en una representación de tipo propagandístico donde la o el protagonista es el centro de la atención, el énfasis se pone especialmente en la cabeza, sin descuidar el trasfondo y el primer plano de la composición. Todo esto está perfectamente bien calculado para transmitir a los ciudadanos, a quienes va dirigido el mensaje, una impresión de la persona con autoridad, confianza y legitimidad.

En otras ocasiones se destaca el propio universo del personaje gracias a algún atributo físico que lo distinga. Era el caso de los carteles dedicados al presidente francés Charles de Gaulle llevando el quepis de militar, en los cuales se ironizaba su fuerza y su poder acentuando la inconfundible nariz larga que lo caracterizaba.

Cuatro rostros, cuatro destinos

En la exhibición que tiene lugar en el Museo del Diseño de Zúrich, sobresalen cuatro personalidades cuya iconografía ha pasado a ser un símbolo para nuestra época.

Una de ellas es la del colaborador de Fidel Castro en la Revolución cubana (1958), el guerrillero argentino Ernesto Che Guevara. Este hombre surge en la clásica foto de Alberto Kovda como el ideal de la libertad humana. La imagen de este revolucionario ha pasado a ser la más reproducida en la historia de la fotografía.

Vladimir Ilich Lenin es otro ejemplo de ese culto a la personalidad que se tiene por los grandes jefes de movimientos armados. Gracias a la propaganda soviética, Lenin se convirtió en un real y auténtico icono de la Revolución rusa de 1917. El líder bolchevique aparece en fotos o carteles serio y grandilocuente dirigiendo sus discursos enardecidos a las masas populares.

El norteamericano Arnold Schwarzenegger, ex actor de películas de acción y actual gobernador de California, se presenta fuerte, viril y conciliador en numerosas tomas. A través de este ‘bodybuilder’ de la política estadounidense se ha querido instrumentalizar el heroísmo y la fuerza física, ideales apreciados por la nación más poderosa del planeta.

Por último, tenemos la presencia luminosa y bien cuidada que la prensa se ha encargado de difundir de Yulia Tymoshenko, primera ministra de Ucrania. Esta mujer, con su trenzado rubio en la cabeza, brinda una sensación de paz y de confianza. Ella encarna acaso junto con otras dirigentes, como la francesa Ségolène Royal o Angela Merkel, un nuevo tipo de valores en la espinosa carrera de la política internacional.

La exposición del Museo del Diseño consagrada a la imagen de mujeres y hombres que llevan en sus manos el destino de los pueblos revela hasta qué punto el rostro del individuo puede ser objeto de manipulación, de exaltación o de engaño. La muestra cerrará sus puertas el 22 de febrero de 2009.

swissinfo, Araceli Rico, Zúrich

Para tener una idea global de cómo se efectúa la representación política en diferentes partes del mundo, el Museo del Diseño de Zúrich invitó a países de todos los continentes a participar en la exhibición consagrada a este tema.

El resultado fue una sorprendente variedad en la forma de concebir la cara del poder. Más de 40 Estados participaron enviando el retrato de sus dirigentes políticos a Suiza. Entre ellos destacan el rey Alberto ll de Bélgica, el presidente francés Nicolas Sarkozy, el rey Juan Carlos l de España, el presidente de Perú Alan García, el político libio Muammar Gadafi y el ex dirigente sudafricano Nelson Mandela.

Suiza participó en esta muestra con retratos y cuadros, varios de ellos expuestos por primera vez al público, de numerosos presidentes que ha tenido el país.

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