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Color de la mirada, color del alma

Paul Klee, Casas rojas y amarillas en Túnez, 1914. Zentrum Paul Klee

La pasión de Paul Klee por el color fue empírica, basada en los trabajos de especialistas como Goethe, pero también fuertemente emocional.

“El color me posee… el color y yo somos uno. Yo soy pintura”, escribió en su diario durante una estancia decisiva en Túnez.

“Las diferencias entre el rojo y un color que no lo contenga son muy grandes. Pero lo que me interesa no es preguntarme qué es el rojo, sino más bien qué es aquello que carece del rojo”.

“Los colores no cantan a una sola voz… pero logran una suerte de acorde a tres voces”. Estas consideraciones de Paul Klee sobre el color fueron extraídas de la transcripción de un curso que impartió el artista suizo en los años 1921 y 1922 en la Bauhaus de Weimar.

De padre y madre músicos, él mismo violinista de alto nivel y casado con una pianista, no es sorprendente pues que Klee haya hablado de polifonía o de acordes y partituras de colores en sus escritos teóricos y en las cátedras que impartía a sus alumnos.

El descubrimiento del color

Al inicio de su carrera como artista, Klee pintó mucho e hizo un uso más bien discreto del color. Sus acuarelas demuestran que estaba más interesado en el valor de un tono que en la resonancia psicológica del color.

“Hasta el momento en el que descubrió el color, Paul Klee se inclinaba más bien por el estudio de las tonalidades, especialmente de la gama de los rojos, cafés y verdes suaves”, explica el historiador de arte Michael Baumgartner.

Pero a partir de 1913-1914, su paleta comienza a acentuarse. “Los colores primarios, el rojo, amarillo y azul, tomaron importancia, tanto como los contrastes que logran los colores complementarios”. Su mirada se abre a un mundo nuevo, menos gris.

La intensa luz del Sur

En materia de color, Klee recibió una gran influencia de Robert Delaunay, de quien tradujo en 1913 un artículo titulado: “La luz”. El año siguiente, realizó un viaje a Túnez que le permitió descubrir la intensidad emocional de los colores. Esta experiencia directa de la sensualidad de la luz y del Sur fue decisiva en su obra.

Hasta esta etapa de su carrera, Paul Klee había creado numerosos diseños y grabados, pero había pintado poco, algunas acuarelas esencialmente. Después de su viaje, fue como si las ideas de Delaunay, sobre las cuales había meditado mucho, regresaran para tomar forma y adquirir un lenguaje pictórico propio.

El arcoiris, la forma más abstracta

Delaunay había inspirado en Klee la idea de trabajar directamente sobre el espectro de los colores. Klee describió el fenómeno del arcoiris de esta forma: “Es la cima de todas las cosas coloridas y la abstracción de todas las aplicaciones, elaboraciones y combinación de colores”.

Cabe señalar que este descubrimiento del color estuvo acompañado de un gran dominio del óleo. Las composiciones de Klee se tornaron más abstractas, dinámicas y poseedoras de un gesto de mayor libertad. Por otra parte, los títulos que dio el artista a sus cuadros hacían cada vez más referencia a vivencias personales.

Valores como la dinámica y el movimiento, y la relación entre energía individual y cósmica, comenzaron a manifestarse. Algunos años después, a partir de estas consideraciones, Klee elaboró su concepto de romanticismo, que defendía una libertad de expresión opuesta al clasicismo.

El artista y el científico

Puede afirmarse que en aquello que concierne a la investigación sobre el color, la aportación de Klee al arte moderno fue doble: en un plano artístico y otro científico.

“Interpretó a su manera la teoría de la luz y del color de Robert Delaunay, e hizo su propia poesía pictórica. Y al mismo tiempo, realizó experiencias empíricas para ampliar la gama de interacción entre los colores, por ejemplo, los contrastes complementarios o los contrastes entre colores cálidos y fríos”, explica Michael Baumgartner.

En suma, Klee, el artista, hizo un trabajo intuitivo y emocional sobre el color, pero su bagaje metodológico le ayudó también a conducir una búsqueda teórica revolucionaria.

swissinfo, Raffaela Rossello
(Traducción: Andrea Ornelas)

Paul Klee nació en 1879 en Münchenbuchsee, cerca de Berna, y murió en Muralto, cerca de Locarno, en 1940.

En el transcurso de su vida, realizó un gran número de obras, alrededor de 10.000.

El Zentrum Paul Klee de Berna, diseñado por Renzo Piano, contiene alrededor de 4.000 de estas piezas.

Entre 1911 y 1914, Paul Klee incursionó en la historia del arte. En 1911, se encuentró con los artistas del movimiento Der Blaue Reiter (El jinete azul).

En 1912, en París, se encuentra con Robert Delaunay y su pintura orientada al estudio del color.

Su búsqueda sobre los valores psicológicos de las formas se desplazó hacia cuestiones de luz y color.

Su descubrimiento definitivo del color se produjo durante un viaje decisivo que hizo a Túnez, junto con August Macke y Louis Molliet en 1914.

Seducido por la magia cromática de los paisajes africanos, incursionó en una pintura de acuarela mucho más luminosa.

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