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Arte suizo en el Centro Pompidou de París

Requiem por una hoja muerta (1967), de Jean Tinguely. centrepompidou.fr

Las obras de las más destacadas personalidades artísticas helvéticas aparecen en las colecciones del Museo Nacional de Arte Moderno de la Ciudad Luz, quizás uno de los más importantes del mundo.

Los artistas suizos se presentan junto a los grandes maestros fundadores de la modernidad: Matisse, Picasso, Kandinsky, Léger, Ernst y, por supuesto, Giacometti.

La exhibición que actualmente se lleva a cabo en este monumento emblemático de la arquitectura del siglo XX, el Centro Georges Pompidou, recibe al público nada menos que con una creación genial de Jean Tinguely (1925-1991).

Dividida en dos extensos periodos, la exposición ofrece una visión de conjunto con obras que han marcado el rumbo de la historia del arte de 1905 a 1960. Y en una segunda parte, con producciones que van de 1960 a nuestros días.

Con esto se pretende dar a conocer no sólo la inmensa riqueza de estas colecciones, sino las distintas formas de expresión de artistas que, con sus prácticas interdisciplinarias, dan testimonio del devenir del arte en la sociedad actual.

Una máquina cantadora

La presencia inmediata de la creatividad de Jean Tinguely se impone desde el principio del recorrido con una gran máquina en la que no falta ni una tuerca o rueda, y no es un ensamblado de objetos viejos en desuso. Al contrario, es una producción pensada a partir de diseños y notas bien precisas hechas por el autor.

La escultura tiene una forma geométrica y se mueve con una mecánica lenta e intermitente, como si se tratara de los pasos de una comitiva que asiste a un funeral. De ahí su nombre: Réquiem para una hoja muerta.

Pero no es únicamente el movimiento que produce la máquina cada diez minutos para venerar, de alguna forma, a la hoja muerta, apenas perceptible en un uno de sus extremos, sino también el sonido que emite este elegante monstruo negro.

Son leves sonidos salidos de esta escultura cantadora los que pueden escucharse a través de audífonos conectados a unos atriles, distribuidos, a manera de una orquesta, frente a ella. El efecto es de calma y de expectación a la vez.

La obra Réquiem para una hoja muerta de Tinguely fue realizada en 1967 para el pabellón suizo de la Exposición Universal de Montreal.

Artistas de la vanguardia histórica

Son varios los suizos cuyas obras artísticas han ido a enriquecer las colecciones del Centro Pompidou. Algunos tuvieron una relación directa con el mundo del arte parisino, como el escultor Alberto Giacometti (1901-1963), cuyas creaciones ocupan un lugar preponderante en esta muestra.

Esculturas memorables como Caricia, La mesa, Objetos desagradables, o bien el hombre de largas narices encerrado en una jaula, hicieron que este artista fuera considerado, primero, dentro de la corriente dadaísta y, posteriormente, en la de los surrealistas franceses.

De mismo modo, Sophie Tauber-Arp (1889-1943), del grupo dadaísta de Zúrich, aparece en esta colección con varias Cabezas dada. Se trata de figuras en madera en forma de huevos bien pulidos y policromados, así como también varias composiciones geométricas que datan de los años 20.

Y no podían faltar la ingenuidad y la frescura de las esculturas de Alexander Calder (1898-1976). En una sala especial dedicada a este maestro se exhiben sus figurillas hechas con alambre, muy simples, como la de la vedette Josephine Baker o Los lanzadores de pesas, junto a otras llenas de humor y de ternura.

De Jean Dubuffet (1901-1985) se presenta Jardín de invierno, pintura monumental en 3 dimensiones en la que el espectador penetra en una especie de matriz rugosa e inestable sumergida en la penumbra.

Se trata de un espacio cavernoso que se opone a la idea de jardín como un lugar verde y abierto al cielo. Es una arquitectura lúdica y utópica que revela la intención de Dubuffet de huir de la cultura de su época que, según él, asfixiaba al hombre.

Adquisiciones recientes

El debate actual sobre la abstracción en el arte se plantea más como una actitud del artista frente a las formas plásticas. En muchos jóvenes creadores existe la voluntad de romper definitivamente con el concepto tradicional de la obra artística, considerada un objeto de placer estético.

Uno de ellos es el zuriqués Urs Fischer (1973). Sus creaciones aparecen en esta muestra en las colecciones reservadas al arte contemporáneo. Se trata de esculturas modeladas a partir de materiales brutos y objetos ordinarios.

Urs Fischer escoge mesas, sillas o libreros, y los modifica recubriéndolos con resina negra para dotarlos de una nueva dimensión. A veces, estos muebles los suspende en el aire por medio de un cable o les quita una de sus partes, como una pata, para redefinir estos objetos bajo un proceso de descomposición y de abandono.

Con esta actitud el artista va en contra de la solemnidad de la escultura. Más que la búsqueda de una forma determinada, al joven le preocupan el tipo y las posibilidades de los materiales empleados. En sus dibujos hay también una ironía que rompe con los cánones de la belleza y del equilibrio, propios del arte tradicional.

La exhibición sobre las colecciones de arte moderno y contemporáneo del Centro Georges Pompidou de París permanecerá abierta al público hasta el próximo 11 de junio.

swissinfo, Araceli Rico, París

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