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Henri Matisse, el gigante de la pintura moderna

Desnudo rosa. 2006 Succession H. Matisse/ProLitteris, Zurich

La Fundación Beyeler de Basilea presenta una exposición retrospectiva consagrada a uno de los genios del arte moderno, Henri Matisse.

Una muestra monumental y fascinante que desde hace 20 años no se veía en Suiza.

La exhibición se compone de 160 creaciones entre pinturas, dibujos y esculturas en las que se rastrea el recorrido fabuloso del pintor a lo largo de su vida.

Uno de los temas centrales de la obra del maestro francés (1869-1954) fue sin duda el problema de la redefinición del espacio pictórico a través de la figura y el color.

Así, la muestra se inicia con escenas de interiores apacibles en los que aparecen mujeres leyendo o tendidas en una cama. El color es aquí más bien sombrío. No será sino hacia principios del siglo XX cuando el color en los cuadros de este creador se abra como una ventana de luz al exterior.

En los años que precedieron a la Primera Guerra Mundial, Matisse trabajó cerca del mar, en Collioure, junto con otros pintores, entre ellos André Derain.

Allí, sus telas adquirieron tonalidades verdaderamente deslumbrantes. Sus composiciones eran una fiesta de vivos colores lo cual dio lugar al surgimiento del grupo artístico las “Fieras” (Fauves, 1905), en el que Mattisse tuvo un papel preponderante.

El pintor y sus modelos

Henri Matisse pintó numerosos retratos de diferentes mujeres. Entre ellas la italiana Laurette, quien posó para él de 1916 a 1917, y Antoinette Arnoud, modelo del maestro de 1919 a 1921. Esta última aparece inmersa en un ambiente ornamentado con arabescos al lado de un buqué de flores en la conocida “Mesa negra” (1919).

La intención del pintor en sus retratos no era precisamente revelar la personalidad de sus modelos o exaltar la individualidad de la persona, de ahí que el rostro de varias de estas mujeres aparezca simplemente esbozado como en el “Retrato de la Señorita Yvonne Landsberg” de 1914.

Pero fue sin duda Lydia Delectorskaya quien ocupó hacia 1930 un lugar importante en la carrera del artista. Esta mujer, de gran sensualidad y encanto, fue su modelo predilecta así como su asistente y probablemente también su amante. Fue motivo de inspiración de varias telas entre ellas el memorable “Desnudo rosa” y “El sueño”, ambos cuadros de 1935.

En las composiciones arriba mencionadas, hay una gran armonía. El cuerpo de la Delectorskaya, alargado y elegante, toma proporciones monumentales hasta llegar a un equilibrio perfecto entre el color y la forma. Ni hablar, las modelos de Matisse eran su mundo, la razón de su obra, ¿acaso una manera de reflejarse en ellas?

Por eso en un artículo publicado en 1939, él mismo afirmaba: “Ellas son el tema
principal de mi trabajo. Yo dependo absolutamente de mi modelo.”

El universo de las odaliscas

Un tema de particular interés en la vasta obra de este creador de la pintura moderna fue el de las odaliscas. En esta serie de creaciones de inspiración oriental, el cuerpo femenino surge a través de líneas suaves y sensuales.

Las odaliscas aparecen bajo diferentes posturas: reclinadas, sentadas o tendidas en un diván con los brazos en alto. Varias de ellas visten trajes ligeros de organdí con boleros de tafetanes lustrosos y frecuentemente llevan collares y brazaletes. Es decir, adornos que representaban un desafío más de composición para el autor.

En su afán por explorar las posibilidades infinitas de la proyección de la figura humana sobre el espacio de la tela, el artista pintó a bailarinas de ballet de la Compañía de París, como Hélèle y Lili, y a Zita, otra de sus modelos importantes, a quien se puede ver en la tela “Odalisca en el sillón turco” (1928)

El ornamento como arte

Matisse elevó el aspecto decorativo de sus obras a un alto rango, a una verdadera forma de creación artística que, sin embargo, hoy día no cuenta con mucha estima.

El interior de las estancias, en donde aparecen sus figuras femeninas, está representado con diversos motivos ornamentales. Por ejemplo, objetos geométricos para crear contrastes, como cuadros, ramos de flores, fragmentos de esculturas, pero también sillones y divanes forrados con toda clase de telas estampadas o bordadas.

Las mujeres están como dentro de un nicho cubierto de papel pintado, rodeadas de tapices orientales, cojines, abanicos, jarras de agua y hasta tableros de ajedrez.

Es un mundo donde reina la opulencia, la calma y la voluptuosidad. Su autor es una especie de sultán del color que sabe unir el lujo occidental y el oriental sin que ninguno de los dos se excluya. Tal es el caso de “Figura decorativa sobre fondo ornamental” (1925-26)

Formado en el taller de Gustave Moreau, primero, y luego en la Escuela de Bellas Artes de París, Henri Matisse no dejó de experimentar en sus composiciones a lo largo de su vida. Su arte fue reconocido ampliamente dentro y fuera de Francia en donde se le otorgó el título de Caballero de la Legión de Honor.

En Nueva York tuvo varias exhibiciones; y coleccionistas rusos como Sergueï Chtchoukine descubrieron en él a un maestro excepcional. Poco antes de su muerte recibió el Gran Premio Internacional de Pintura en la 25º Bienal de Venecia, que se desarrolló en los años1950 y 1951.

El éxito de la exhibición de la obra de Henri Matisse en la Fundación Beyeler de Basilea se prolongará hasta finales de julio de 2006.

swissinfo, Araceli Rico

La exposición del artista francés (1869-1954) contiene más de 160 obras y está abierta al público hasta el 9 de julio de 2006.

En 1888 Henri Matisse dejó su región natal en Picardía para iniciar sus estudios de Derecho en París. Allí trabajó durante dos años como asistente en una oficina de abogados que abandonó al cabo de un tiempo para consagrarse por entero a la pintura.

En 1895 el pintor realizó varios viajes a Bretaña en donde tomó conciencia de la importancia de las obras de Van Gogh y de Cézanne, cuya influencia fue decisiva en su trabajo artístico.

En 1901 el artista francés exhibió sus composiciones en el Salón de los Independientes en París y más tarde en el Salón de Otoño.

En 1915 se organizó una exhibición personal de Matisse en Nueva York, y en 1927 una muestra retrospectiva de su obra en la misma ciudad norteamericana.

Después de la Segunda Guerra Mundial el reconocimiento del artista fue definitivo. El Estado Francés adquirió numerosas telas de Matisse para la Colección del Museo de Arte Moderno, recientemente inaugurado en París.

A partir de 1951 no han dejado de organizarse exhibiciones en todo el mundo de este maestro de la pintura moderna.

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