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La neutralidad suiza entre las dos Coreas

Soldados observan una negociación a través de una ventana basculante.
Dos expertos militares suizos, a la derecha en segundo plano, observan desde la ventana una negociación entre oficiales de seguridad de la ONU y de Corea del Norte en Panmunjom (1983). Keystone / Str

Durante setenta años, Suiza ha contribuido a supervisar el cumplimiento del tratado de armisticio entre las dos Coreas. La misión es hoy en día a menudo citada como un ejemplo positivo de los "buenos oficios" suizos. Sin embargo, al principio, Berna temía repercusiones negativas en su neutralidad.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Suiza se encuentra frente a un nuevo orden internacional en el que le resulta difícil encontrar su lugar. Los fuertes lazos económicos con la Alemania nazi durante el conflicto no pasaron desapercibidos, y Estados Unidos y la Unión Soviética miraban con gran escepticismo la política de neutralidad suiza.

A pesar de alinearse de facto con el bloque occidental, Berna no abandona en la posguerra su enfoque prudente y discreto en la política exterior. El gobierno federal renuncia a unirse a las Naciones Unidas, aunque participa en el trabajo de las organizaciones “técnicas” de la ONU y envía una misión de observación a la sede de Nueva York.

La guerra entre Corea del Sur y Corea del Norte

Liberada de la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial por las tropas estadounidenses al sur y soviéticas al norte, después de la guerra, se esperaba que Corea fuera reunificada. La falta de acuerdo entre las dos grandes potencias lleva a la creación de dos entidades estatales separadas.

En 1950, las tropas de Corea del Norte invaden el sur, iniciando hostilidades y provocando la intervención de las tropas estadounidenses y de otros países bajo la égida de las Naciones Unidas. “Voluntarios” chinos también se unen a los norcoreanos. Después de eventos tumultuosos, la frontera se establece alrededor del paralelo 38.

El 27 de julio de 1953, se firma un armisticio en Panmunjom que pone fin a las hostilidades en el conflicto más sangriento de la Guerra Fría.

“En sus relaciones con la ONU, Suiza oscila en este período entre dos polos”, observa el historiador Sacha Zala, director del centro de investigación Dodis. “Por un lado, quiere destacar su tradición humanitaria y demostrar que los ‘buenos oficios’ y la neutralidad son útiles para el mundo. Por otro lado, debe tener en cuenta el frágil consenso interno y las fuertes reticencias del público en relación con las elecciones de política exterior.”

dos soldados
El primer teniente Rene Haeusler, a la derecha, y el primer teniente Daniel Furrer, a la izquierda, posan frente a la entrada del campo de la delegación suiza y sueca, 1983. Keystone / Archive

Los países neutrales supervisan el armisticio

La ambivalencia suiza emerge con particular claridad en las discusiones sobre la participación suiza en la Comisión de Supervisión de las Naciones Neutrales sobre el Armisticio en Corea (NNSC).

Nacida durante las negociaciones para el cese al fuego, la NNSC es una consecuencia del rechazo de Corea del Norte a confiar las inspecciones de armamento y movimientos de tropas a las fuerzas beligerantes. La solución de compromiso implica el envío a Corea de representantes de los países “neutrales” designados por las dos partes en conflicto.

Después de algunas vicisitudes, las partes acuerdan una delegación militar compuesta por representantes de cuatro países: Suecia y Suiza para la coalición del sur, Polonia y Checoslovaquia para la del norte.

Las autoridades estadounidenses informan al embajador suizo en Washington ya en diciembre de 1951 sobre su intención de postular a Suiza para la misión en Corea. El Consejo Federal expresa su acuerdo de principio pocos días después. Significativa es la observación de Karl Kobelt, jefe del Departamento Militar Federal: “Seguir la solicitud, para justificar la utilidad de los neutrales”.

Temores por la neutralidad

Sin embargo, medio año después, cuando la solicitud de participar en la misión en Corea se concreta, en el gobierno suizo comienzan a surgir algunas dudas. Max Petitpierre, jefe del Departamento Político Federal, es consciente de que un rechazo suizo sería incomprendido en el extranjero, pero teme que Suiza sea vista como una representante neutral “de los Estados Unidos y de la ONU”, es decir, como una de las partes involucradas.

“Suiza considera su neutralidad ‘universal’ y no puede tolerar que se perciba como unilateral”, señala Sacha Zala.


Los escrúpulos suizos se formulan más ampliamente en un informe del Departamento Político Federal (DPF) dirigido al Consejo Federal el 22 de agosto de 1952, en el cual se reafirma que las relaciones entre Suiza, “al ser realmente neutral”, la ONU y los Estados Unidos no son “en absoluto comparables” a las de Polonia y Checoslovaquia con China y Corea del Norte. El temor de Berna es que los representantes polacos o checoslovacos no denuncien las violaciones del armisticio por parte de norcoreanos o chinos.

consejero federal ante tropas
El consejero federal Karl Kobelt saluda al segundo contingente de la misión suiza en Corea en el aeropuerto de Zurich-Kloten, 1983. Keystone / Str

Por otro lado, el informe señala que la NNSC es “una de las piedras angulares” del armisticio. Un rechazo de los países neutrales a participar podría poner en entredicho el acuerdo “desarrollado después de largos y pacientes esfuerzos”, con consecuencias muy graves en la opinión pública mundial. En conclusión, el Departamento Militar Federal (DMF) afirma considerar la aprobación del mandato como “un deber hacia la comunidad internacional”.

Sin embargo, Suiza no deja de explicar su posición en Washington. En un memorando enviado en abril de 1953, el Departamento Político Federal (DPF) recuerda los principios de la neutralidad suiza, entre ellos, el de la imparcialidad: “Aunque sea designada por uno de los beligerantes […], Suiza no puede considerarse representante de ese beligerante”.

Cordialidad y tensiones

El 13 de junio de 1953, el Consejo Federal suizo aprueba definitivamente la participación de Suiza en la NNSC. Esta es la primera misión de paz del ejército suizo en el extranjero. La NNSC se reúne por primera vez en Panmunjom, en la Zona de Seguridad Conjunta en la frontera entre las dos Coreas, el 1 de agosto de 1953. “El tono general fue bastante cordial, especialmente hacia el final de la reunión”, escribe el coronel Friedrich Rihner, jefe de la delegación suiza.

La tarea de la NNSC es recopilar información sobre la importación y exportación de material de guerra y los movimientos de tropas. Los equipos de inspección, compuestos por miembros de todas las delegaciones, están estacionados en diez lugares en el sur y el norte del país y deben verificar la precisión de la información sobre el paso de material bélico.

Pronto surgen dificultades en la colaboración con las delegaciones de los Estados del bloque socialista. “En particular, los representantes polacos dejaron cada vez más claro que su intención principal era sembrar sospechas sobre la ONU y sus organismos subordinados”, escribe el coronel Rihner en enero de 1954.

“Para mantener un equilibrio entre las delegaciones del sur y del norte en la NNSC, Suiza no puede encarnar su ideal de independencia y neutralidad ‘universal’, sino que debe apoyar constantemente la posición de Suecia”, destaca Sacha Zala.

La joya de la corona

Las divergencias y los problemas de comunicación dentro de la comisión hacen que desde el principio el papel de la NNSC sea más simbólico que otra cosa. Berna aceptó formar parte de ella convencida de que la misión sería de corta duración. En la primavera de 1954, cuando ya es evidente que una solución para la crisis coreana está lejos, Suiza comienza a considerar la posibilidad de poner fin a la experiencia de la comisión neutral.

El fracaso de la Conferencia de Ginebra, convocada para intentar dar respuesta a las cuestiones aún abiertas de la guerra en Corea y la primera guerra en Indochina, lleva también a Estados Unidos y Corea del Sur a desear la disolución de la NNSC. Para Berna, esto es un problema: “En cualquier caso, no queremos dar la impresión de que Suiza quiere poner fin a su compromiso en Corea para servir a la política estadounidense”, escribe el DPF en julio de 1954.

“Paradójicamente, la estricta interpretación de la neutralidad que inicialmente dificultó que Suiza aceptara el mandato, la lleva posteriormente a permanecer en Panmunjom”, señala Sacha Zala. “La misión en Corea ofrece al Consejo Federal una oportunidad para promover el papel y los beneficios de la neutralidad suiza, fuertemente criticada después de la Segunda Guerra Mundial.”

Sin embargo, en los años siguientes, Berna logra reducir el mandato y el personal de la comisión. Desde 1995, después de la retirada de las delegaciones polaca y checa, en Corea solo quedan Suiza y Suecia.

“Llevaremos a cabo la tarea o al menos la realizaremos, siempre y cuando no sea incompatible con las condiciones que hemos aceptado y con los principios de humanidad a los que estamos tan estrechamente asociados”, proclama Max Petitpierre en noviembre de 1953. Setenta años después, Suiza sigue en Panmunjom y la misión en Corea sigue siendo considerada, como dice Zala, “la joya de la corona de los ‘buenos oficios’ suizos”.

Adaptado del italiano por José Kress

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