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Desde la playa hasta los Andes… en motocicleta

Philip Muri (drcha) y Dominique Buser en Machu Picchu. swissinfo.ch

Atraídos por la cultura incaica, dos ingenieros electrónicos suizos ponen a prueba su capacidad física y el rendimiento de sus máquinas en altitudes superiores a las de los Alpes.

Casi al final de su recorrido de dos meses, Dominique Buser y Philip Muri coinciden en que el tiempo y las cosas se miden aquí, en los Andes, con una escala distinta de la de Europa.

Un sábado con jaspes de niebla y aliento gélido en La Cumbre (4.100 m.s.n.m), La Paz, dos motocicletas extranjeros se detienen junto a la estatua enorme de un Cristo que parece bendecir a los viajeros y autorizar el sincretismo de quienes llegan allí con sus ofrendas a la ‘Pachamama’ (Madre Tierra) y los ‘Achachilas’ (espíritus de los cerros).

El rito de aquellas personas no parece interesar tanto a los visitantes como el saber que llegaron al punto más bajo de la Cadena Montañosa antes de bajar hacia la región subtropical de Los Yungas, nada menos que por la mundialmente célebre ‘Ruta de la Muerte’.

La inconfundible cruz blanca sobre el fondo rojo en las placas de sus motocicletas delata su nacionalidad y swissinfo concierta una entrevista.

Opuestas percepciones del tiempo, las actitudes y las cosas

“Cuando un cliente en Suiza pide algo, quiere que se cumpla ¡ya!. Si fuera posible aún antes de hacer el pedido; aquí el tiempo sobra”, señala Dominique Buser para poner énfasis en la celeridad y exigencia del reloj en los países altamente desarrollados.

Al no vivir en una sociedad mimada como son varias de Europa, prosigue nuestro interlocutor, la gente “usa las cosas hasta que no den más”.

Gracias al ingenio y la capacidad de improvisación no es extraño ver en circulación un autobús con cerca de 700.000 km en el tacómetro. “Algo inimaginable en Suiza, donde con 200.000 km es retirado de la circulación”. A este factor técnico se suma el afán de adquirir cosas nuevas para demostrar ‘cierto estatus social’.

“Yo creía que la influencia española estaba omnipresente, pero desde nuestra salida de Lima hasta nuestro arribo a La Paz constato que no es así”, tercia Philip Muri. “Aparte del idioma castellano, veo que los pueblos originarios conservan el espíritu de su cultura”.

Más aún, añade, “tengo la impresión de que la gente del campo es más cordial, menos egoísta y más solidaria que la de la ciudad. A nuestro paso por varios pueblitos se acercan a conversar y preguntan sobre nuestra procedencia, las motocicletas, etc.”

Pobreza, presidente indígena, cooperación suiza

El haber visto a una niña de unos siete años vendiendo cigarrillos en un bar a la 1:30 de la madrugada, la impotencia de un padre de familia obligado a dormir junto con su pequeño hijo entre cartones y las diferencias marcadas entre ricos y pobres son cuadros que visiblemente conmueven a nuestros dos interlocutores.

“Quizás podríamos ser padrinos de un niño y así garantizar al menos su educación”, reflexiona Dominique Buser, mientras en este repaso de imágenes, Philip Muri elogia a los niños y jóvenes que lustran botas ocultando su rostro para no ser objeto de burlas en el colegio o en la universidad donde estudian.

¿Creen que podrá cambiar algo el primer presidente indígena en Bolivia?

“Yo sostengo que esta función debe ser desempeñada por la persona más capaz, sea negro, blanco, indio, mujer u hombre. Por eso me molesta que en Suiza se discuta tanto sobre la cuota política femenina”, afirma Dominique Buser.

A su turno, Philip Muri resalta que es importante que un representante de la población mayoritaria sea presidente, pero pone en tela de juicio el papel de los medios de comunicación. “La televisión muestra más rostros blancos por su afán comercial, y si esto no cambia será difícil que un presidente de origen indio logre el reconocimiento necesario”, sentencia.

En cuanto a la cooperación que presta la Confederación Helvética a Bolivia –país de concentración-, ambos confiesan conocer poco sobre la presencia de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) en este país andino.

No obstante, creen que el papel de COSUDE es valioso si con sus proyectos contribuye para que la gente aprenda a ayudarse a sí misma. “Si el dinero no se despilfarra y se emplea en la construcción de pozos, sistemas de regadío, compra de tractores, formación, etc., y se evita que la corrupción distraiga esas metas, nos parece que vale la pena”.

A poco de poner fin a su recorrido…

Una distracción inexplicada cambió el nombre de Philip Muri con el de Philip Morris y les causó más de un dolor de cabeza ante la peculiar administración en el Callao; luego, la gasolina impura comprada en carretera descompuso sus máquinas y, para colmo, una inocente hamburguesa les provocó apuros estomacales. Pero estas anécdotas, nos dicen, fortalecieron su paciencia.

Dominique y Philip realizan su sueño estudiantil: viajar desde las playas de Lima por un trayecto que los llevó por la Panamericana a Nazca, Machu Picchu, Copacabana, el Lago Titicaca, La Paz, Los Yungas, entre los puntos salientes de su ruta. Las etapas posteriores son el Salar de Uyuni, Santiago de Chile y Buenos Aires.

Antes de volver a su vida en Suiza, y a sus novias Martina y Vanesa, ambos coinciden en que tras experimentar la ‘otra noción del tiempo’ verán las cosas desde otra perspectiva.

“Creo que los problemas que se me presenten los enfrentaré con más tranquilidad, e incluso algunos me parecerán ridículos”, señala Dominique.

“Aquí he visto gente que realmente tiene problemas y aún ríe. Allí (en Suiza) la gente tiene comida, techo, comodidades, pero es triste. Nos creamos problemas, innecesariamente”, concluye Philip.

swissinfo, Félix Espinoza, La Paz

Bolivia es uno de los países de concentración de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE). Está presente desde 1969.

El gobierno helvético asigna algo más de 20 millones de francos por año a proyectos de desarrollo en diversos sectores; entre ellos la promoción de la igualdad de género, el buen gobierno y la formación.

Bolivia figura entre los países más pobres de América Latina: algo más de 60% de su población, sobre todo en las áreas rurales, sufre diversos grados de pobreza.

El Camino de los Yungas es también conocido como el Camino de la Muerte porque en el tramo de 64 km que desciende desde La Cumbre (4.100 m.s.n.m) hasta Coroico (2.700 m.s.n.m) es sinuoso y estrecho.

En 1995, el Banco Interamericano de Desarrollo la calificó como el camino más peligroso del mundo, debido a que se producen un promedio de 200 accidentes por año y casi un centenar de muertes.

Hoy se cuenta con una carretera más moderna, pero la anterior es aún recorrida sobre todo por ciclistas y motociclistas.

“Es realmente impresionante cómo los transportistas circulan en caminos de lodazal, sin protección, con llantas comunes al borde de precipicios”, resumen los motociclistas suizos.

“Sorprende, además, cómo en el lapso de dos horas uno puede pasar de los 30 grados en Coroico al frío y la niebla en La Cumbre”.

Los Yungas es la región subtropical que marca el inicio de la Amazonía boliviana.

Dominique Buser es originario de Liestal (Basilea Campo). Philip Muri nació en Lucerna y vive en Liestal. Ambos tienen 28 años de edad y son ingenieros electrónicos.

Familiarizados con las carreteras de Europa, decidieron recorrer las de los Andes para cumplir un sueño juvenil antes de “crear una familia”.

Dada su capacidad mecánica, ambos adquirieron motocicletas usadas y las adaptaron para las difíciles rutas andinas.

Aparte de las vacunas de rigor, bajo asesoramiento del Instituto de Medicina Tropical, no se sometieron a una preparación especial para el paso del nivel del mar a las altitudes andinas.

Tras peripecias administrativas para recoger sus motocicletas, partieron de Lima casi al promediar enero, circularon por la carretera Panamericana hasta llegar a Nazca, Puquillo (camino escabroso), Machu Picchu, Lago Titicaca, los Urus, La Paz, Los Yungas, salar de Uyuni.

Luego llegarán a Antofagasta y Buenos Aires (22 de febrero), donde venderán sus motocicletas antes de volver a Suiza.

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