Diplomacia: aprender las lecciones de la crisis
Antes de partir hacia su nuevo destino en España, el embajador suizo en Argentina Armin Ritz conversó con swissinfo acerca de su gestión y de cómo vio a este país.
Los desafíos que abrió la crisis de finales de 2001, la evolución de las relaciones bilaterales y la marcha y perspectivas de las inversiones helvéticas en el país, destacan en su enfoque.
Armin Ritz llegó a la Argentina en el 2000, cuando eran los inicios del gobierno de Fernando de la Rúa. Entonces el reclamo ciudadano estaba centrado en la lucha contra la corrupción y nadie sospechaba que se avecinaba la peor crisis económica y social de la historia del país.
¿Recuerda con qué expectativas había llegado a la Argentina?
Llegué con expectativas muy positivas porque después de la victoria del gobierno de la Alianza había mucha esperanza. No la esperanza de ser muy distintos al pasado, pero sí de consolidarlo y transparentarlo. Era una gran expectativa que lamentablemente no se cumplió.
¿Y con qué balance se va después de estos cuatro años?
De este país uno se va con muchos balances. El primero es un balance personal, porque para mí este es un país maravilloso, que me ha dado muchos amigos y en el cual hemos disfrutado intensamente con mi esposa Véronique.
También en el balance personal, que ya es un poco profesional, tengo que destacar la gran satisfacción que me dio el encuentro con la cultura argentina. Durante estos cuatro años, que han sido de crisis económica, la cultura aquí estuvo muy viva e interesante.
Y a este nivel, en lo profesional, hemos organizado y participado en varios eventos culturales, y siempre tuvimos mucho éxito, especialmente con el arte contemporáneo, lo que habla bien del público argentino, que es muy curioso de las novedades en el sector artístico.
¿Siente nostalgia de partir?
Me voy realmente con mucha tristeza a nivel personal. Pero a la vez, como me voy a Madrid, estoy muy feliz. Entre otras cosas porque voy a tener la posibilidad de seguir de cerca la situación de la Argentina, porque en España es un tema, más que en cualquier otro país europeo.
¿Cómo definiría hoy las relaciones entre Suiza y Argentina?
En el balance de las relaciones bilaterales, mayormente están concentradas en lo económico. De ahí que durante esta muy difícil crisis yo también tuve que defender posiciones del gobierno suizo, en particular en el tema del FMI y también en las negociaciones en Ginebra sobre regularización de los productos agrícolas.
Y a veces no era fácil defender esas posiciones, porque siempre me encontré con interlocutores de excelente nivel profesional, lo que me complicó un poco presentar nuestra posición.
Pero tengo que decir que aún en estos sectores, la relación con los colegas argentinos ha sido siempre muy amistosa y cordial, algo que creo que tiene que ver con la larga historia de la presencia suiza en Argentina.
No olvidemos que aquí está la mayor colonia suiza de América del Sur, muchos descendientes tienen posiciones importantes y, sobre todo, hay presencia de casi todas las grandes empresas helvéticas en Argentina, y ninguna de ellas se fue por causa de la crisis.
En cuanto a los acuerdos comerciales bilaterales, ¿cómo cree que van a evolucionar?
Ahora Suiza aceptó el consenso de Ginebra sobre productos agrícolas y también quiere negociar, como la Unión Europea, un acuerdo con el MERCOSUR. Creo que eso va a aumentar las exportaciones argentinas a mi país.
Creo que se puede trabajar antes para descubrir nichos en el mercado suizo, y yo pienso sobre todo en los productos orgánicos. También aumentan muy bien los textiles y hay proyectos en el sector de maderas nobles. Y vienen, mayormente, inversiones de personas.
¿Y las grandes empresas?
Las grandes empresas ya están acá, aunque las inversiones son mayormente a nivel local y no hay planes mayores de inversión a nivel de la casa matriz. Pero eso puede cambiar rápidamente si sigue la dirección actual.
Aunque no es mi tarea, creo que los inversores suizos tienen que cambiar un poco el enfoque. Las primeras empresas vinieron a Argentina por el tema de la exportación; la segunda ola vino con el modelo de sustitución de importaciones, orientado al mercado interno; y ahora tenemos que tener una tercera ola que no sólo esté orientada a la exportación de materias primas, sino también a otros productos.
¿Qué perspectivas cree que tiene hoy Argentina?
Hay una muy fuerte recuperación que me sorprendió –y creo que no soy el único que está sorprendido-, pero a veces me pregunto cuánto va a durar. Porque si bien no es indispensable permanecer con niveles de crecimiento del 8% anual, lo bueno sería tener un crecimiento sostenible del 4 ó 5%, y creo que para esto todavía faltan algunas reformas estructurales, y considero que la más importante sería la reforma del sector crediticio.
Creo que este nuevo gobierno tiene la conciencia que hay que aumentar también el mercado interno para lograr una redistribución más justa de los ingresos. Ese no es un tema ético sino que es un tema económico, y no sólo para el gobierno argentino, sino también para nosotros. Esta desigualdad de los ingresos es injusta y paraliza la economía.
En este sentido también me voy –y no digo con optimismo porque el optimismo en Argentina es muy peligroso- con la esperanza de que siga esta recuperación.
La crisis dejó lecciones y debemos aprenderlas. Creo que el tema de Argentina se debe discutir no sólo en las instituciones financieras internacionales y en el G-7, sino también en otros países. Debemos aprender cómo vamos a hacer para evitar ese tipo de fracasos.
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swissinfo, Norma Domínguez, Buenos Aires
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