El universo insólito de Sergio Bustamante
La Galería Arte Fino de Zúrich acoge con entusiasmo la obra de este artista mexicano, que ha sabido rebasar las lecciones de un surrealismo trasnochado y ha permanecido en el plano de un verdadero delirio poético.
¿Pintor o diseñador? ¿Joyero o ebanista? ¿Artista o artesano? Sergio Bustamante es eso y más: un provocador de sueños, de ilusiones y de alucinaciones.
Al entrar a esta galería de Zúrich, convertida en un simple taller de carpintero, pues las virutas de madera aparecen esparcidas por todos los rincones, los cuadros, las figuras y los objetos de Bustamante salen al encuentro. La magia de su forma seduce e inquieta por su expresión y, sobre todo, por su brillante colorido.
Estudiante de arquitectura, primero, en la Universidad de Guadalajara, este artista se dejó llevar por la gran tradición mexicana en la creación de máscaras de madera y figuras de papel maché.
Más adelante, entre 1972 y 1973, frecuentó una escuela de arte en Amsterdam, Holanda, pero para entonces su camino estaba decidido: regresar a México y fundar con otros artistas un taller para crear juntos objetos, pinturas, esculturas y joyería. Así nació el ‘Family Workschop Studio’.
El reconocimiento vino pronto. Las principales galerías de México, como la Misrachi o el Centro Cultural Alfa de Monterrey, así como otros museos del país y exposiciones en los Estados Unidos y Canadá saludaron la obra de este creador de sueños, de fantasmas y de alegorías.
La herencia del arte prehispánico y la riqueza de las tradiciones populares mexicanas están presentes en Bustamante a través de un sinfín de elementos como los panes del día de muertos, los dulces típicos, los cráneos y esqueletos de azúcar, los juguetes móviles, los catafalcos, las figuras de cartón que se queman en la Pascua, las pulgas vestidas, etc.
Una variedad de objetos y alimentos que ayudan en cierto modo al mexicano a exorcizar el temor y la atracción a la muerte.
Las obras de este artista son el reflejo de un ancestral impulso creador en el que no existían aún las barreras entre una disciplina y otra. Por eso Bustamante abarca tanto el dibujo a lápiz, la pintura al óleo, la escultura, el diseño de mobiliario, la cerámica y la orfebrería.
Sus figuras son una exaltación permanente a la vida; de ahí quizá el sol como elemento recurrente en multitud de pinturas, sillas y objetos de uso cotidiano. O también las mesas soleadas que llevan en sus patas botines de bronce, así como los espejos que observan melancólicos a la luna.
La sensibilidad y la emoción unidas a la riqueza imaginativa de este gran artesano se manifiestan en la manipulación de materiales tan diversos como el metal y el papel, la madera y la tinta, el lápiz y la cerámica. Todo esto da por resultado una obra llena de poesía en la que el sueño y la realidad se dan la mano.
En 1987 apareció el libro titulado ‘El México de Sergio Bustamante’, en el cual se hace una recopilación de sus principales creaciones acompañado con textos del escritor mexicano Juan José Arreola, y fotografías del norteamericano Clint Clemens. Y en 1989 nuevamente otro libro dedicado a sus obras, publicado en Japón con fotografías de Shingo Yoshino.
El Ayuntamiento de las ciudades mexicanas de Guadalajara y de Puerto Vallarta ha invitado a Bustamante a colocar sus esculturas insólitas y poéticas en parques y plazas públicas.
Actualmente Sergio Bustamante, nacido en el Estado de Sinaloa, se ha convertido en el fundador de varias galerías de arte en distintos puntos de México, aunque el taller principal de este mágico artesano se encuentra en la tierra del tequila, en Tlaquepaque, Guadalajara.
La Galería Arte Fino de Zúrich expone permanentemente al público las creaciones de Sergio Bustamante ejecutadas artesanalmente, en número limitado y firmadas por el artista.
Araceli Rico, Zúrich
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