
La economía suiza en auge

El año 2000 estuvo marcado por una recuperación económica generalizada. La inflación está bajo control, el desempleo parece contenido y los analistas prevén para 2001 un nuevo crecimiento, aunque a un ritmo más lento.
Todo parece ir de nuevo viento en popa. Tras casi diez años de vacas flacas, Suiza se ha recuperado económicamente. Todos los indicadores (facturación del comercio al por menor, confianza de los consumidores, índices de compra) señalan una consolidación del crecimiento coyuntural.
La ligera ralentización registrada en el tercer trimestre no pone en tela de juicio la solidez coyuntural, según los economistas. Para el año 2000 los expertos esperan un crecimiento económico real en torno al 3,3 por ciento.
La prolongación del crecimiento económico en Suiza dependerá sobre todo de la evolución de la coyuntura mundial. Si baja la demanda global, las repercusiones se harán notar también en el país alpino.
Actualmente todas las miradas se concentran en Estados Unidos que en el último decenio ha registrado un crecimiento sin precedentes. Todos los países industrializados se verán afectados, si la economía estadounidense pierde ese ritmo de crecimiento.
Los otros grandes interrogantes son la evolución de los precios del petróleo y del franco suizo. Una prolongada subida de los precios del crudo tendría un impacto importante sobre los gastos de la economía doméstica.
Por el momento, los suizos se muestran más bien optimistas, ya que los gastos reales de consumo han aumentado un 1,7 por ciento. Los helvetas han gastado más, sobre todo en los ámbitos del ocio y de la cultura.
Hay algunos indicios que relativizan este escenario casi idílico. El desempleo se sitúa en torno al 2 por ciento y parece poco previsible que baje de ese nivel. Habrá que hacerse a la idea. A ello se suma la marcada apreciación del franco suizo frente al euro y al dólar que podría frenar las exportaciones helvéticas.
Otra preocupación es la caída de la Bolsa y, en particular, la de las acciones de las sociedades de la denominada «nueva economía».
El fin de la euforia bursátil podría repercutir negativamente sobre el consumo, ya que los inversores individuales han visto bajar el valor de los títulos que detentan. El «efecto riqueza» ha experimentado una inversión; las ganancias virtuales se han convertido en pérdidas potenciales.
Y finalmente no hay que olvidar que gran parte de los analistas no previeron las tres grandes recesiones económicas de este fin de siglo (1974, 1980 y 1990), lo que lleva a relativizar todas las buenas previsiones.
Luigino Canal

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