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Locarno: llevar la marginalidad al centro.

Shuo Wang, realizador chino galardonado en Locarno. Keystone

El 53° Festival Internacional del cine de Locarno concluyó rindiendo homenaje al Oriente: Leopardo de Oro para el film chino "Baba" (Papá), de Shuo Wang.

Los Leopardos de Plata, uno al “Pequeño Cheung”, del director chino residente en Hong Kong, Fruit Chian, y el otro al film alemán (pero de intenso sabor exótico) “Manila”, de Romuald Karmakar se inscriben en la misma línea de reconocimiento.

Tampoco esta vez Locarno se desmintió, antes bien reafirmó su intención de dar valor a las cinematografías que llegan desde el otro lado del mundo. Lo hizo señalando la centralidad que se encuentra en estos trabajos, no obstante se coloquen al margen de la producción europea, australiana o norteamericana.

Este interés en dar valor a aquello que, no obstante la posición de marginalidad, logra presentar una experiencia artística digna de destacar, se confirma también en el hecho de reconocer valor a cintas que, independientemente de su procedencia, no cuentan con apoyo de parte de las cadenas de distribución.

Es por ello que en este momento la dimisión de Marco Müller a la dirección del festival, después de 9 años de intenso trabajo, es una lástima.

Fue él quien diera a Locarno su impronta global operando a través de lo que llamó “una escuela de curiosidad”. Es decir, no limitarse a hacer de Locarno una vitrina de primicias ya existentes, sino optar activamente por nuevos filones, materiales y posibilidades expresivas yendo a buscarlos hasta donde éstos pueden encontrase.

Este abandono es una lástima en particular para el cine latinoamericano que, en los planes del director Müller, iría a tener un rol importante en las próximas ediciones del festival. Esperemos que su sucesor lleve a cabo la tarea.

El cine marginal puede llegar a serlo también porque se ha realizado en condiciones de total independencia (sin censuras previas) o porque se ha colocado a contracorriente, a propósito o incluso sin pensar en ello.

Es el caso de las cintas de la Retrospectiva de la ex-Unión Soviética. Constituyen parte de un cine que se ha quedado “al margen” por razones de oportunidad política o de mercado. Presentarlas durante este festival ha sido un acierto de Locarno. Todo esto le permite participar además a la noble intención de escribir nuevamente la historia de la cinematografía rusa.

También el cine norteamericano “no alineado” encontró espacio este año en el festival con la película del inolvidable Robert Kramer, “Milestones”, de 1975. Narra la historia de una comunidad rural que se divide al tener que tomar posición sobre la guerra de Vietnam. Contiene un buen repertorio de violencias deshumanizas perpetradas contra negros e indios americanos.

Y no es todo. Otro film llevó a la “Piazza Grande” una reflexión sobre la marginación, antigua y nueva: el film italo-suizo del joven realizador suizo de expresión francesa, Denis Rabaglia, “Azzurro” (Azul), fuera de concurso.

En él, el cómico italiano Paolo Villaggio (el famoso “Fantozzi”) nos propina emocione similares a las de aquella vieja película con Nino Manfredi, “Pan y Chocolate”, tan amada en el ambiente de la emigración italiana en Suiza.

También el vencedor del Leopardo de Oro, sección Vídeo, tiene todo lo que le ocurre para ser un marginado social: “católico homosexual, hombre casado y poeta dramático, cantante-travesti, militante místico, fiestero y asceta”, dice su ficha de presentación.

Oliver Py es el autor del melodrama “Les yeux fermés” (Los ojos cerrados), donde utiliza una cámara vídeo ligera y audaz a la vez. Una historia del descubrimiento de sí mismo a través del amor, sin redenciones.

Pero la verdadera sorpresa del festival de este año en Locarno han sido los cortometrajes españoles.

La directora de la sección “Leopardos de mañana”, Quica Bergonzi, que los presentó, dijo, entre otras cosas: “En general tienen un nivel alto de creatividad y creo que en España las escuelas de cinematografía y las asociaciones apoyen a los jóvenes cineastas….Los cortos son alegres, vivaces, irónicos… Las tendencias van hacia la comedia provocadora y burlona, a lo Almodóvar…”

Fueron premiados los cortometrajes “Bancos”, de Alberto Rodríguez y Santi Amodeo; “El equipaje abierto”, de Javier Rebollo; “El trabajo”, de Emilio Pérez e Igor Legarreta. Una mención especial se la llevó “En malas compañías”, de Antonio Hens.

Y esto ha sido todo en esta edición del festival de cine de Locarno, con un “leitmotiv” que ha querido llevar, como decíamos, la marginalidad al centro.

Lupita Avilés

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