Los británicos aman la arquitectura suiza
Auditorios repletos en las conferencias que dan los arquitectos suizos en la Universidad de Stranthclyde de Glasgow.
Decir que los británicos aprecian la arquitectura suiza significa, primero, que existe una arquitectura típicamente suiza. ¿Se puede establecer un vínculo estrecho entre fronteras políticas y conceptos artísticos?
“Hay características comunes en el trabajo de las grandes figuras de la arquitectura suiza actual”, estima Steven Spier, profesor de arquitectura en la Universidad de Strathclyde. El parque nacional escocés sueña con que su futura sede sea obra de un arquitecto helvético…
Un hombre clave
Steven Spier estudió en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ). Es el iniciador de la serie de conferencias sobre Arquitectura suiza que se imparte en Glasgow y de la exposición sobre el mismo tema que se presenta hasta el 15 de noviembre. “Esas características se derivan inmediatamente de la historia helvética”, prosigue.
Suiza no ha vivido una guerra en su territorio y, por tanto, no ha roto con el modernismo. La arquitectura suiza no está recargada de mensajes, de signos, de referencias como es el caso en la estética postmoderna: existe por sí misma, más allá de todo sistema de signos. La forma debe emocionar directamente más allá de un contexto social, lo que se llama la ‘forma fuerte’.
La ‘forma fuerte’ en cuestión
Christian Sumi, del despacho de arquitectura Burkalther & Sumi de Zúrich, explica que “si se hace una casa en el bosque, no se cuentan mil historias, se repiensa de forma muy inmediata el tema del bosque.” El pasado 25 de octubre presentó algunas de sus construcciones en Glasgow.
Es esa ‘forma fuerte’ que parece gustar hoy a los británicos, por oposición a su arquitectura, la ‘english high-tech’. Es una arquitectura exuberante, que cuenta muchas historias, que quiere mostrar de forma explícita lo que es, de donde viene y a donde va.
Los estudiantes que han visto la exposición y que han seguido las conferencias hablan de una arquitectura suiza rigurosa, reflexionada, de ‘armonía apacible’, pero ambiciosa por su profundidad, su respeto de las culturas. En resumen: gusta porque impone sin querer imponer.
Gaétan Vannay, Londres
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