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Paraísos fiscales europeos para suizos

La Costa Azul, Mónaco, Monte Carlo... los yates lujosos de algunos ricos anclan en sus puertos.

Los atractivos fiscales en Suiza destinados a contribuyentes millonarios del extranjero están en entredicho. Por otro lado, varios países europeos acuerdan también ventajas fiscales para cautivar a los suizos adinerados o a aquellos que buscan un nuevo domicilio tras el retiro laboral.

Gran Bretaña, Mónaco, Irlanda e, incluso, Francia ofrecen algún tipo de ventaja fiscal.

La Unión Europea (UE) acusa regularmente a Suiza de paraíso fiscal, de refugio de grandes fortunas del que se benefician los ricos europeos para evadir el pago de impuestos en sus propios países.

Pero Suiza resulta más bien un infierno fiscal para los propios suizos, cuyos ingresos son gravados con tasas superiores al promedio de los países industrializados, según estadísticas sobre pagos fiscales de personas físicas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Suiza es uno de los últimos países de Europa en mantener una tasación sobre la fortuna (hasta de 1%) y a ésta se suma el impuesto al ingreso (que es de hasta 42%) y los derechos de sucesión, aún considerados en algunos cantones.

Esto trae como resultado que los suizos con fortuna, es decir, presidentes, directores o administradores empresariales, ante tales condiciones, no duden en mudarse de lugar de residencia. En los despachos de abogados esta tendencia se denomina pudorosamente ‘optimización fiscal’.

Londres, más atractiva que Suiza

“Desde hace una década, el flujo de ricos que dejan sus países se reproduce en los dos sentidos, y cada vez más a los suizos afortunados les interesan las condiciones fiscales ofrecidas en el extranjero”, confirma Pierre-Alain Guillaume, abogado especializado en materia fiscal. Los destinos más frecuentes son Londres y Mónaco.

Numerosos industriales y banqueros se han instalado en la capital inglesa como el multimillonario Urs Schwarzenbach, el financiero tesinés Tito Tettamanti, el cofundador de Logitech Daniel Borel o Jean-Claude Gandul, principal accionista de Addax Petroleum.

Tras haber dejado Ginebra por Londres en 2000, Bernard Sabrier acaba de partir a Singapur. “Simplemente para desarrollar mi empresa en una región muy prometedora, no se trata en ningún caso de un exilio”, precisa el directivo de Unigestion, empresa ginebrina especializada en la gestión institucional.

“El sistema británico está muy interesado en los extranjeros y es incluso, con frecuencia, más ventajoso que el suizo”, precisa Pierre-Alain Guillaume. En Gran Bretaña, las grandes fortunas en exilio se benefician con la distinción entre la noción de ‘residente’ y la de ‘domiciliado’.

Los extranjeros “residentes, no domiciliados” tienen un estatus fiscal especial. Sólo pagan impuestos sobre el dinero que ingresan al país. Sus ingresos generados en el extranjero quedan exentos. Un regalo fiscal para las grandes fortunas.

De acuerdo a estimaciones del Tesoro británico, unas 115.000 personas se beneficiarían de este privilegio. Los “no domiciliados”, evitan así el pago anual al fisco de alrededor de mil millones de libras, (mil 900 millones de francos suizos).

El principado de Mónaco también atrae a los suizos. “Sobre todo, es un destino para los jubilados”, indica Pierre-Alain Guillaume. Por ejemplo, el especialista financiero suizo Bruce Rappaport y su esposa Ruth viven allá desde hace varios años.

Con una tasa impositiva de cero, se sabe que Mónaco también atrae a los deportistas que evitan ser gravados a causa de sus contratos de patrocinio. El jugador de tenis Marc Rosset vivió en Monte Carlo desde 1989, aunque recién en 2008 volvió a registrarse en su natal Ginebra.

Francia, destino de jubilados

Pero huir de altos tributos al fisco no es sólo asunto de millonarios. Un modesto suizo jubilado puede decidir salir del país en caso de retirar todo el capital acumulado en su cuenta suplementaria para el retiro laboral. Y, sorpresa, las mudanzas para Francia resultan ser la mejor opción si la fortuna total no supera los 770.000 euros.

A diferencia de lo que ocurre en Suiza, nuestros vecinos no cotizan esa prestación en el monto del caudal personal. Por ejemplo, si un jubilado retira un total de un millón 200 mil francos, en Ginebra el fisco los gravará con 100.000 francos y esa cifra ascenderá a 138.000 francos en el cantón de Vaud. En cambio, en Francia esta tasa es de cero y, además, el jubilado suizo allá tendría ahorros anuales de miles de francos en el pago del impuesto al ingreso.

“Los jubilados se benefician de esta laguna de la legislación francesa”, admitió el año pasado Pascal Broulis, el encargado de finanzas del gobierno cantonal de Vaud, ante las cámaras de la emisión ‘TTC’ de la Televisión Suiza Romande (TSR, de expresión francesa). “Si alguien posee 3 o 4 millones de francos, Suiza se vuelve cara fiscalmente, debido a que aquí se acumula el impuesto al ingreso y al de la fortuna.

Acostumbrados a recibir las grandes fortunas del exterior, las administraciones cantonales lamentan la partida cada vez más recurrente de los contribuyentes suizos adinerados.

Con este telón de fondo, el fisco se ha vuelto inquisidor. Sus inspectores verifican que no haya suizos con domicilio en el extranjero que pasen buena parte del año en tierra helvética.

“Es necesario transferir realmente esos intereses vitales al extranjero. Un viaje de ida y vuelta fuera de las fronteras suizas durante un año fiscal no es reconocido por el erario”, advierte Pierre-Alain Guillaume.

El especialista considera que un cambio de domicilio de menos de dos o tres años resulta riesgoso en materia fiscal.

Entre tanto, en Suiza se espera que la partida de algunos de sus contribuyentes se compense con nuevas llegadas de ricos extranjeros. Lo cierto es que en materia fiscal, la hierba está aún más verde en el otro lado de la frontera.

swissinfo, Luigino Canal
(Traducido por Patricia Islas)

Los paraísos fiscales prosperan en Europa y reciben con los brazos abiertos a los suizos con cierta fortuna.

Gran Bretaña: Londres tiene un atractivo régimen de opciones-bono y sus poseedores están exentos de impuestos a la fortuna. El estatuto de ‘no domiciliados’ es interesante si los ingresos son menores a 75.000 libras esterlinas. No obstante, el costo de la vida allá es más caro que en Suiza.

Irlanda: Menos caro que Gran Bretaña, es un país conocido por atraer a las multinacionales. Ofrece también el sistema para los “no domiciliados”. Los escritores y los inventores gozan de un estatus especial: no pagan impuestos sobre sus derechos de autor.

Luxemburgo: El gran ducado resulta ventajoso para los no residentes que efectúan ahí colocaciones financieras, puesto que son discretamente desfiscalizados, gracias al secreto bancario. Los hombres de negocios establecen ahí sus empresaa, pero ese país no está interesado en las personas físicas.

Malta: La tasa fiscal para las empresas puede descender hasta el 5% y ciertos regimenes fiscales personales resultan interesantes. Barcos comerciales anclan en esa isla.

Mónaco: Esta monarquía no grava sobre ingreso o fortuna, ni sobre los plusvalores mobiliarios o inmobiliarios, tampoco aplica el fisco en caso de sucesiones. La lista de ventajas es larga. Pero Mónaco concluyó ya un convenio fiscal con Francia, por lo que conviene evitar para aquellos con el pasaporte francés.

Liechtenstein: sus fundaciones están exoneradas de impuestos por beneficios. Permiten administrar y transmitir su patrimonio. Sin embargo, el país está en la mira de la Unión Europea luego del pasado escándalo de fraude fiscal.

El forfait fiscal -o régimen de impuestos concertados- es un esquema que aplican la mayoría de los cantones suizos para atraer contribuyentes extranjeros.

Ofrece el privilegio de gravarlos en función de sus gastos y no de sus ingresos.

Toma como punto de partida el valor de la vivienda en Suiza. Se calcula el valor del alquiler que tendría y se multiplica por 5 (monto semejante al gasto mensual de los contribuyentes, según los cantones). Sobre esa cantidad se aplica una tasa del 30%.

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