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Desde Dakar, por un mundo con menos barreras

Emigrantes africanos escoltados a su arribo a las Islas Canarias. Keystone

En Europa, las fronteras se han vuelto casi impermeables, pero en Senegal, el deseo de emigrar es más fuerte que nunca. Con el fin de gestionar los flujos migratorios poco sirve la cerrazón, advierte el ex primer ministro italiano, Massimo D'Alema.

En Hann Bel-Air, un pueblo en la costa de Senegal, cerca de Dakar, una patrulla de la Armada Española se perfila en el horizonte. Desde que se inició la misión Frontex de la Unión Europea (UE), tratar de llegar a las Islas Canarias a bordo de alguna de las coloridas pateras que llenan la playa se ha vuelto mucho más difícil. “Desde hace poco, solo algunos tratan de partir”, dice Mustafá Djeng, pescador de Hann Bel-Air.

Tal vez Djeng Moustapha es quizás demasiado optimista. Controlar los más de 700 km de costa es casi una misión imposible. “Observamos impotentes ese fenómeno. Sin embargo, tratamos de hacer un trabajo de sensibilización que comienza a dar frutos”, señala Awá Djigal, responsable del sector de la pesca de la Federación Nacional del Grupo de Interés Económico (FENAGIE).

¿Un pequeño paraíso?

La sensibilización, sin embargo, es extremadamente difícil, sobre todo porque Europa es vista aún como un pequeño paraíso. Lamine Konté, una joven senegalesa, casada con un suizo y residente en el cantón del Valais, narra que ha conocido a compatriotas suyos establecidos en Ginebra o en otras ciudades suizas y que le comentaron: “Pensamos que al venir aquí tendríamos una vida un poco más fácil; pero ni siquiera tenemos dinero suficiente para regresar a casa” .

“Cuando vuelvo a Senegal, yo siempre le digo a la gente que conozco: ‘no pienses que abandonas el país y llegas al paraíso’. Pero no me creen. Me dicen: ‘si es tan difícil, ¿por qué te quedas ahí?’ Y por un lado me digo que tienen razón. Una persona que parte seguramente no tiene una vida fácil. Después de algunos años, usted pueda tal vez enviar a sus hijos a la escuela y su familia comienza a comer mejor. Y entonces es normal que, si alguien dice ‘allá es difícil, no es el paraíso’, nadie lo escuche”, continúa Lamine Konté.

La creciente inseguridad

El deseo de salir está más intacto que nunca. Pero emigrar de manera totalmente legal se ha vuelto extremadamente complicado. Cómplices de la crisis, muchos gobiernos europeos tienen prácticamente cerradas sus fronteras.

Los migrantes se enfrentan a una “doble inseguridad”, sostiene William Bozzolini, dirigente sindical de la Fundación ECAP, una institución suiza para la educación de adultos creada por la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL por su sigla en italiano): “Por un lado hay una precarización de las condiciones de trabajo, por  el otro, una precarización de las condiciones de vida, en medio de una política de permisos de trabajo cada vez más restrictiva”. La situación es similar en toda Europa, como pudo constatar Bozzolini en una reunión con otros sindicalistas que participan el Foro Social Mundial (FSM) en Dakar.

Esta situación resulta muy práctica para muchos países. “Cuando hay una crisis como la actual, se marginaliza y discrimina a estas personas, diciendo que todos los inmigrantes son clandestinos”, afirma Abdullah Zniber, coordinador nacional de la Red de Migración, Desarrollo y Democracia.

Inmigración necesaria para Europa

Una política que el ex primer ministro italiano, Massimo D’Alema, caracterizó de “miope” al intervenir en una mesa redonda sobre migración, organizada el pasado martes (08.02) en el FSM.

Para D’Alema es necesario combatir la inmigración irregular, pero sin empujar los flujos migratorios a países como Libia, que seguramente no es modelo en términos de respeto de los derechos humanos. Europa no debe olvidar que tiene necesidad de los inmigrantes. “De 333 millones de personas activas actualmente en Europa, se pasará a 242 millones en 2050. Si Europa quiere mantener un equilibrio entre las poblaciones activa y pasiva, necesitará, dentro de treinta años, a más de 30 millones de inmigrantes”, dice D’Alema. “Es más urgente que nunca considerar a los migrantes como seres humanos y no como peligros potenciales”.

No hay que olvidar que la migración también puede ser un factor de desarrollo para África. “Las transferencias de dinero de los emigrantes representan la segunda fuente más importante de la inversión extranjera”, anota Corina Cretu, eurodiputada socialista rumana. Estas transferencias de fondos no deben sin embargo servir a los gobiernos de los países africanos como alternativa a las políticas de desarrollo sostenible, añade D’Alema.

«Siempre que las diferencias en el nivel de vida sean tan grandes” -concluye -, “la tentación de emigrar será muy fuerte y la gestión de los flujos migratorios, extremadamente difícil. Por ello tenemos que pensar en una política de desarrollo sostenible, que ofrezca perspectivas, sobre todo a los jóvenes, para que no tengan que arriesgar la vida en busca de un futuro un poco más sereno”.

El primer Foro Social Mundial se celebró en 2001 en Porto Alegre. En los siguientes dos años se organizó en la misma localidad brasileña.

En 2004 dejó los confines latinoamericanos para desarrollarse en Mumbai, India, a donde llegaron más de 70.000 participantes.

La edición de 2005 se celebró de nuevo en Porto Alegre, mientras que en 2006 se organizó un Foro descentralizado (Bamako, Caracas y Karachi). 

En 2007, el FSM tuvo lugar por primera vez en suelo africano, en Nairobi, Kenia.  La reunión precedente del Foro (2009) se celebró en Belém, Brasil.

En Dakar participa una importante delegación de Suiza, la más grande en la historia del Foro Social Mundial, que incluye a más de 50 personas.

Además de diversos representantes de sindicatos y organizaciones no gubernamentales, la delegación cuenta con seis diputados federales de los partidos socialista y ecologista, entre ellos el presidente de los Verdes, Ueli Leuenberger.

En vísperas del Foro Social Mundial en Dakar, en la Isla de Gorea se celebró una reunión internacional de migrantes, a la que asistieron más de 150 delegados de asociaciones de migrantes.

Durante la reunión se aprobó la Carta Mundial de los Migrantes, redactada en 2006 en Marsella por un grupo de personas carente de documentos migratorios (‘sin papeles’).

La Carta, resultado de una consulta de las bases, defiende la libertad de circulación de las personas, la supresión de visados y del control de fronteras, la igualdad de derechos para los que viven en el mismo espacio geográfico y el ejercicio de una ciudadanía plena basada en la residencia y no en la nacionalidad.

(Traducción: Marcela Águila Rubín)

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