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Un mapa para el diálogo ecuménico

La colaboración ecuménica entre los cristianos suizos es intensa, aunque persisten grandes diferencias. Keystone

Este 23 de enero las iglesias cristianas suizas firmaron la Carta Ecuménica, una especie de mapa para fomentar el diálogo entre las distintas confesiones.

El texto, aprobado en el 2001 por los católicos, protestantes y ortodoxos europeos, es un llamamiento a la unidad dirigido a los creyentes.

Por razones históricas, Suiza tiene una fuerte tradición de diálogo entre las diversas confesiones cristianas. En el transcurso de los últimos decenios se han logrado disuadir muchas diferencias y se ha incrementado la colaboración entre las iglesias.

Aún así, persisten grandes divergencias en algunos aspectos teológicos fundamentales. Mucho que hablar dio la declaración inequívoca del Vaticano en el 2004 contra la concelebración de la Eucaristía entre católicos y otras comunidades cristianas.

En respuesta a esta prohibición, la Federación de Iglesias Evangélicas de Suiza (FCES) reivindicó que la invitación de Cristo a la Santa Cena (término protestante para la Eucaristía) está abierta a todos los creyentes. Aún así recomendó a las comunidades no compartir la Eucaristía por “respeto ecuménico”.

Ahora, frente al riesgo de una radicalización de las identidades confesionales, la firma de la Carta Ecuménica catapulta a un primer plano el empeño por fomentar el diálogo y la colaboración entre las tres iglesias del país.

Énfasis en lo que une

“La Carta nos recuerda que podemos hacer muchas cosas juntos”, observa Georg Schubert, secretario de la Comunidad de Trabajo de las Iglesias Cristianas en Suiza, organización que reagrupa a las diez organizaciones eclesiásticas signatarias del documento.

“Un aspecto importante es la reiteración de que la meta del ecumenismo es la unidad visible de todos los cristianos, que se proclama con la misma fe, con los mismos sacramentos”, señala, por su parte, Amédée Grab, obispo de Coira y presidente de la Conferencia Episcopal Suiza (CES). “El objetivo del ecumenismo no es aceptar como satisfactoria la actual realidad ecuménica.”

Para Thomas Wipf, presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas en Suiza, la Carta constituye un cambio de perspectiva. “Ahora ya no habrá que explicar por qué celebramos algo juntos, sino más bien por qué no lo hacemos. Éste es un gran llamamiento al diálogo.”

Wipf subraya, no obstante, que la Carta manifiesta además un respeto profundo por las diferencias: “El objetivo del ecumenismo no es la normalización, sino la unidad en la multiplicidad”.

Documento europeo

La idea de la Carta Ecuménica nació en el contexto de la asamblea ecuménica de Graz, en 1997. En el año 2001, tras una amplia consulta de las iglesias, el documento fue firmado por representantes de la Conferencia de las Iglesias Europeas (que agrupa a protestantes y ortodoxos) y por el Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas.

“La importancia de la Carta radica, ante todo, en su dimensión europea”, recuerda Viorel Ionica, teólogo ortodoxo, director de Estudios en la Conferencia de las Iglesias Europeas y uno de los redactores del documento.

El texto se refiere explícitamente al proceso de integración, afirmando que “las iglesias promueven la unificación del continente europeo”. Y agrega: “Estamos convencidos de que la herencia espiritual del cristianismo representa una fuerza inspiradora enriquecedora para Europa”.

Vinculante, pero sin valor dogmático

Dividida en doce párrafos, que terminan con algunos “compromisos”, la Carta es un documento que debería otorgar un “criterio vinculante” al diálogo y a la colaboración ecuménica. El texto carece, sin embargo, de carácter “dogmático-magisterial o jurídico-eclesial”.

“El documento es vinculante sólo desde el punto de vista ecuménico”, explica Viorel Ionica. “En caso de conflicto entre las iglesias, de interrupción del diálogo, se puede recordar la base común expresada en la Carta. Las iglesias católica y ortodoxa no aprobarían un texto que fije vínculos dogmáticos o de derecho eclesiástico.”

Respecto a uno de los puntos más controvertidos – la celebración conjunta de la Santa Cena – el documento se limita señalar el compromiso “de avanzar hacia el objetivo de la concelebración eucarística”.

Un proceso abierto

Resulta obvio que un documento que busca formular un consenso entre las iglesias de distintos países, con tradiciones políticas y religiosas diferentes, no puede atenerse a una formulación abstracta.

Con frases, por ejemplo, como “insistimos en el respeto por la vida, en el valor del matrimonio y de la familia”, se intenta respetar las sensibilidades de cada confesión y los puntos de vista de sus feligreses. Asimismo Georg Schubert subraya que el documento no hace referencia al papel específico de la mujer en la iglesia y en la sociedad.

Viorel Ionica incita, no obstante, a considerar la Carta Ecuménica como “una visión, un proceso”. Y cita al teólogo alemán Reinhard Frieling, que en el momento de suscribirse el documento en Estrasburgo dijo: “Puede que no hayamos triunfado todavía, pero sí hemos emprendido un nuevo camino”.

Una constatación apropiada para caracterizar la última parte del documento, en la que se habla de las relaciones con las otras religiones. Si frente al judaísmo se utiliza la expresión “profundizar la comunión”, señal de una relación madura, la apertura hacia el Islam y otras religiones parece todavía escasa. Pero reiteramos: se trata sólo de un comienzo.

swissinfo, Andrea Tognina
(Traducción del italiano: Belén Couceiro)

La Carta Ecuménica es fruto de un proceso iniciado en la segunda asamblea ecuménica europea de Graz en 1997.

Fue firmada en abril del 2001 en Estrasburgo por el metropolita Jeremias, presidente de la Conferencia de las Iglesias Europeas (que agrupa a protestantes y ortodoxos) y el cardenal Miloslav Vlk, presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas.

Redactada en alemán, la Carta ha sido traducida a una treintena de idiomas y ha tenido una amplia difusión entre las comunidades cristianas dentro y fuera de Europa.

En Suiza, la Carta se firmará este 23 de enero en la colegiata de Saint Ursanne (cantón Jura), con motivo de la semana de oración para la unidad de los cristianos. La ceremonia será transmitida en directo por las tres cadenas de la televisión pública suiza.

Además de las iglesias católica y reformada, se han adherido a la Carta las iglesias cristiana-católica, los metodistas, baptistas, el Ejército de Salvación, las iglesias luteranas y ortodoxas, así como los anglicanos.

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