El Lauberhorn, una vieja historia familiar
En 1930, Ernst Gertsch organizó la primera carrera en los montes de Wengen para determinar quiénes eran los mejores esquiadores en la estación invernal, si los lugareños o los turistas ingleses.
80 años después, su hijo Viktor vela todavía por la herencia familiar. Encuentro.
Wengen, un pequeño pueblo del Oberland bernés. Tras haber ascendido con dificultad algunos zigzags que suben desde el valle de Lauterbrunnen, el pequeño tren entra en la estación mientras se escuchan los estridentes ruidos que proceden de la cremallera.
A lo lejos, justo debajo del espeso manto de nubes que cubre la estación, las redes de seguridad tintadas de rojo vivo rodean la parte inferior de la pista de Lauberhorn. Este fin de semana, los ‘cracks’ del circo blanco se enfrentan una nueva vez en el trazado mítico que sólo consagra a los grandes del descenso.
En Wengen se ubica la oficina de la prueba junto al teleférico que va al Männlichen. Viktor Gertsch realiza los últimos preparativos. A sus 68 años, este montañés con los rasgos marcados pero con la viveza de una espíritu intacto, dirige siempre con la misma convicción el comité de organización de las carreras de Lauberhorn. Una labor que asume desde hace 40 años, tras recibir la sucesión de su padre, fundador de la prueba en 1930.
Rivalidad anglo-suiza
“En el inicio, mi padre quería crear una competición entre los suizos y los británicos que tenían la costumbre de venir en vacaciones a la región”, cuenta Viktor Gertsch. “Se trataba de mostrar que los lugareños podían ser igual de buenos esquiadores que los ingleses”.
Un objetivo que se cumplió ya que los representantes de la región ganaron 14 de las 15 primeras ediciones. El esquí alpino moderno nació de esta rivalidad amistosa entre los suizos y los británicos. Ernst Gertsch y Sir Arnold Lunn, del Kandahar Esquí Club de Mürren, son los padres fundadores del esquí alpino.
La Segunda Guerra Mundial no suspendió las carreras de Lauberhorn. Éstas se desarrollaron sin interrupción y permitieron a Karl Molitor, otro nativo de Wengen, imponerse siete veces a los pies del monte Eiger. En esa época nació Viktor Gertsch. Desde su juventud, se impregnó de los campeonatos que recorren cada año las pendientes sobre su pueblo. “Estaba fascinado por los austriacos que eran muy fuertes en los años 50. Una vez, eran ellos los que ganaban, otra vez eran los suizos. Un poco como ahora».
En cuatro ediciones, al comienzo de los años 60, Viktor Gertsch se subió a los esquíes para bajar el Lauberhorn. “Mi mejor resultado debió ser la plaza número 25 en eslalon. No era tan intrépido para terminar el descenso”, recuerda. No lo hizo tan bien como su padre, vencedor del primer eslalon en 1930.
Los accidentes, una obsesión
En 1970, cuando tenía 28 años, su padre le pidió que tomara la decisión de la presidencia de las carreras de Lauberhorn. Sin ninguna experiencia, Viktor decidió aceptar el desafío. Rodeado de su amigo Fredy Fuchs y de otros seis miembros del comité, de 150 personas de confianza y de cerca de 1.500 voluntarios en los días de competición, cada año prácticamente ha asistido a “carreras fabulosas”.
La muerte del joven austriaco Gernot Reinstalder, el 18 de enero de 1991, tras un terrible caída en la última curva del trazado, quedará como el único punto negro en los 40 años de presidencia Viktor Gertsch.
Los accidentes son la obsesión de todos los organizadores. “Hacemos todo lo posible para asegurar una seguridad máxima. Cada año, se instalan nuevas redes para tratar de frenar a los corredores en los pasos rápidos. Este año, por ejemplo, hemos vuelto a añadir curvas antes del Haneggschuss y se está estudiando un proyecto para cortar los árboles detrás del Brüggli (pequeño puente) para alargar el camino. Aunque siempre existe el riesgo. El esquiador es también responsable de su propia seguridad” .
Un mito para siempre
Algunos, como el antiguo campeón austriaco Franz Klammer, no temen que estos cambios alteren el trazado y lo hagan demasiado sencillo. “Usted verá el sábado que esta pista es siempre exigente. Si la seguridad lo permite, se intenta al máximo dejar les montículos para evitar que los corredores no hagan todo el descenso en posición de velocidad”.
Con su 4.455 metros de recorrido, su desnivel de 1.000 metros, los pasos estrechos como la ‘Tête de Chien’, el ‘Kernen-S’ o el ‘Wasserstation’, el Lauberhorn destaca en el circuito de la Copa del Mundo.
Un verdadero Parque Jurásico, según el campeón austriaco Hermann Maier. Aunque a pesar de su trazado atípico y de los remontes mecánicos anticuados, el futuro de Lauberhorn está asegurado, estima Viktor Gertsch. “Estamos en el calendario a largo plazo de la Federación Internacional de Esquí. Sería impensable disputar el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco en otro lugar que no fuera Mónaco. Lo mismo vale para Lauberhorn”.
Sobre su sucesión, Viktor Gertsch no quiere pensar todavía. “El Lauberhorn es un parte de mi vida. Ya he pedido a los otros miembros del comité que me avisen si un día me vuelvo senil. Aunque hasta que tenga fuerzas, continuaré haciendo este trabajo”.
Samuel Jaberg, Wengen, swissinfo.ch
(Adaptación: Iván Turmo)
Programa. La edición número 80 de las carreras de Lauberhorn se desarrollan del 15 al 17 de enero en la estación bernesa de Wengen. La Super combinada (descenso+eslalon) el viernes, descenso el sábado y eslalon el domingo.
Descenso mítico. Con el de Kitzbühel, el descenso de Lauberhorn es el otro clásico del Circo blanco. Es el equivalente de Wimbledon en tenis, Monte Carlo en Fórmula 1 o la París-Roubaix en ciclismo.
Audiencia. En 2009, el descenso de Lauberhorn fue el evento deportivo deportivo más visto del año en Suizas tras el partido de fútbol entre Suiza e Israel. Más de un millón de telespectadores ven cada año lka prueba en televisión.
Rivalidad. Los suizos han ganado en 24 ocasiones contra 27 de los austriacos.
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